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China ya prueba el yuan digital

Miércoles, 10 de marzo de 2021 02:10
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Una de las consecuencias más importantes de la pandemia ha sido la aceleración del proceso de digitalización de la economía global. En ese marco, la moneda digital dejó de ser una hipótesis de ciencia ficción para transformarse en el centro de un debate de envergadura mundial. La discusión sobre las criptomonedas, disparada por el repentino auge del Bitcoin, que sacude al mundo financiero internacional, puso la lupa sobre los planes de distintos gobiernos para implementar mecanismos de emisión de monedas virtuales, pero con respaldo estatal, una carrera en la que China parece liderar el pelotón.

Al revés de lo que sucede que con el "boom" del Bitcoin y las demás criptomonedas, diseñadas para tener un funcionamiento descentralizado, de modo de que ningún gobierno pueda controlarlas, una moneda digital creada por un Banco Central refuerza el control financiero del Estado sobre los particulares. En un horizonte cercano, cabe divisar un conflicto entre las criptomonedas privadas y las monedas digitales estatales.

La perspectiva del "fin del dinero físico", con sus implicancias sobre la economía informal, ingresó en la agenda mundial.

 

El Banco Internacional de Pagos de Basilea informó que en 2019 más de sesenta países experimentan con monedas digitales nacionales, contra poco más de cuarenta que lo hacían en 2018. Entre estos países se destacan Suecia, que comenzó a utilizar en pequeña escala la corona digital, y Bahamas, que puso en circulación una moneda digital que, para hacer honor al paisaje de la isla, denominó el "dólar de arena".

Canadá, Japón, Emiratos Árabes Unidos y Suiza desarrollan incipientes pruebas piloto. En 2017, el Banco Central de Canadá publicó un sesudo trabajo titulado "Billetes bancarios y papel moneda: lecciones para monedas digitales". El estudio planteó la hipótesis heterodoxa de que en el futuro podía llegar a reproducirse una situación semejante a la del siglo XIX, cuando la moneda oficial coexistía libremente con billetes emitidos por bancos privados.

A pesar de su carácter de centro del sistema financiero internacional, Estados Unidos había permanecido relativamente retrasado en este tema pero la administración demócrata parece decidida a acelerar el paso. En un evento organizado por The New York Times, la nueva secretaria del Tesoro, Janet Yellen, afirmó que la posibilidad de crear una moneda digital era "absolutamente digna de estudio", ya que "podría dar lugar a pagos más rápidos, seguros y baratos".

Ventajas competitivas

En 2016, el Banco Central Chino creó una división llamada Instituto de Moneda Digital. En 2019, empezó a experimentar con el yuan electrónico ("e-

yuan") en cuatro ciudades: Shenzhen, Suzhou, Xiong'an y Chengdu. Este año la prueba se extendió a las dos ciudades más importantes: Shangai y Beijing. Los primeros estudios indican una alta aceptación de los usuarios, que sostienen que el mecanismo es muy semejante a las opciones de pago digital actualmente existentes.

La rápida aceptación del e-yuan está asentada en esa similitud. En China, el sistema digital de pagos abarca ya al 40% de las transacciones, con una tasa de crecimiento anual del 12%, lo que permite prever que superaría al 60% en 2025. El método es empleado masivamente por los jóvenes de entre 18 y 30 años, que tienden a considerar el uso del dinero en efectivo como un fenómeno marginal, casi como una rémora del pasado.

El Banco Internacional de Pagos consignó que en 2019 China encabezó el ranking mundial de transacciones digitales, con 529 billones (un incremento del 300% en seis años), seguido por Gran Bretaña con 118 billones, Estados Unidos con 102 billones, Francia con 32 billones y Japón con 29,33 billones. El resultado verifica que China realiza más pagos digitales que la suma del resto de las grandes economías del mundo.

En 2019 más de 150 millones de turistas chinos, pertenecientes a la nueva y próspera clase media de las grandes ciudades costeras, viajaron al exterior y el 60% utilizó lo servicios de Alipay, una subsidiaria de Alibaba (el Amazon chino), en tanto el 35,2% lo hicieron con WeChat Pay, propiedad de Tencent (otro de los grandes gigantes tecnológicos). Pero el fenómeno no se circunscribe a las clases acomodadas: el 20% de ese gigantesco volumen de transacciones digitales se realizó en las zonas rurales, comparativamente atrasadas.

El comercio electrónico avanza también a un ritmo vertiginoso. En 2020, la cifra de compradores "on line" alcanzó a 782 millones de personas y la tasa de expansión es del 12% anual. Por eso China está a la vanguardia en el desarrollo de las empresas "fintech", que unen la actividad financiera con la alta tecnología. Alibaba anunció que el año pasado 28 millones de empresas pequeñas y medianas utilizó sus servicios, mientras que su competidora WeChat Pay señaló que entre sus clientes había cincuenta millones de pequeños comerciantes.

Una cuestión de poder

El objetivo estratégico de Beijing es disponer de una moneda digital propia en el último semestre de 2022, en coincidencia con la realización de los Juegos Olímpicos de Invierno, que atraerán a una multitud de turistas de todas partes y, a través de la televisión, colocarán nuevamente a China en el centro de la atención internacional.

 El e-yuan sería la primera moneda digital de curso legal en el mundo entero. Su irrupción representaría también un salto cualitativo para el proyecto de internacionalización de la divisa china, que pretende introducirse como la cuarta moneda global, junto al dólar estadounidense, el euro y el yen.
Obviamente, la iniciativa tiene una inequívoca dimensión política. “Se trata de algo más que de dinero”, explica Yaya Fanusie, autor de un reciente trabajo sobre la moneda china. Para este economista, “se trata de desarrollar nuevas herramientas para recopilar datos y aprovecharlos para que la economía china sea más inteligente y se base en información en tiempo real”.
En septiembre de 2020, un artículo de China Finance, la publicación oficial del Banco Central, subrayaba que “El derecho a emitir y controlar las monedas digitales se convertirá en un “nuevo campo de batalla” de la competencia entre estados soberanos”. La nota puntualizaba que “China tiene muchas ventajas y oportunidades para la emisión de monedas digitales fiduciarias, por lo que debería acelerar para aprovechar la primera vía”.
Eswar Prasad, extitular de la división china del Fondo Monetario Internacional, advierte que uno de los factores que impulsa la creación del e-yuan es la preocupación de Beijing por la expansión de Alipay y WeChat Pay, que perjudica a los bancos estatales. Los expertos occidentales alertan también sobre que el e-yuan otorgaría al régimen chino mayor poder para controlar los flujos financieros, ya que la generalización de un sistema de moneda digital permitiría registrar todas las transacciones, lo que afectaría la privacidad de los ciudadanos y generaría una nueva herramienta para reprimir a la disidencia política. 
Los funcionarios chinos se encogen de hombros y responden que la misma objeción valdría para cualquier otro país que emprendiera ese camino.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico
 

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