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Entre las variadas preocupaciones del gobierno de Martín Güemes encontramos la construcción, bendición y nombramiento del cura párroco de la capilla en El Chamical, más propiamente Capilla de San Martín de Guaguayaco del Chamical.
Nuestro prócer daba así respuesta al pedido de personas piadosas y cristianas que habían solicitado la construcción de una capilla rural en el sitio denominado El Chamical.
Los pobladores que se habían establecido en la zona requerían de la asistencia de sacramentos y de satisfacer sus necesidades espirituales con la dirección que les pudiera ofrecer un cura párroco.
Estas reclamaciones de la feligresía convencieron al general Güemes a cursar oficio de gobernador al Provisor José Antonio de Zavala. Existía ya un pedido formulado por los vecinos al obispo de la diócesis de Salta, Monseñor Nicolás Videla del Pino.
La gestión de Güemes arrojó un buen resultado. A fines de 1818, la capilla estaba terminada a expensas y esfuerzos de los indios y gauchos moradores del mismo paraje de El Chamical y sus inmediaciones, con expresa licencia y en el plazo adecuado del provisor Zavala.
Martín Güemes abogó ante la jerarquía eclesiástica la bendición de la capilla y la designación del presbítero don Francisco Fernández en el carácter de cura párroco, bajo la protección de San Martín con la denominación de Guaguayaco de El Chamical.
El presbítero Fernández estaba vinculado a Güemes, desde la creación del Regimiento de Infernales en 1815.
En una constancia expedida por el coronel mayor de los ejércitos de la patria, manifiesta que "desde el principio de nuestra santa insurrección (Francisco Fernández) manifestó su adhesión al sistema que defendemos y así ejecutado de un ardiente deseo y celo, ha acreditado sus buenos sentimientos, ...se ofreció espontáneamente y entró a servir de capellán al Regimiento de Infernales de la Patria".
El buen sacerdote había desempeñado su ministerio con responsabilidad y dedicación en la ciudad como en la campaña, especialmente cuando los realistas ocuparon Salta y Jujuy. El padre Fernández se presentó con varias partidas gauchas, exhortando y animando a las divisiones a fin de insuflar el sentimiento patriótico y exaltando a las tropas en la causa de la libertad, para que los soldados no desmayasen ni desertaran.
Prolijo en la administración de los sacramentos y especialmente diligente en la asistencia a los heridos en combate, contribuyó con todos los auxilios espirituales concernientes a su ministerio y materiales ante el dolor de los cuerpos y la conducción hacia la última morada.
Fernández había acompañado en los actos religiosos a las almas necesitadas y más tarde, con la piadosa sepultura a los cuerpos inertes de los difuntos que se hallaban enterrados debajo de los árboles en el camposanto habilitado para tal fin.
No tuvo el cura Fernández otro interés que el de todo buen ciudadano que es la gloria de ofrendar ese sacrificio en beneficio de la patria.
Con estos sólidos fundamentos de idoneidad y virtud, es que el gobernador Güemes, solicitó a la autoridad religiosa la designación del presbítero Francisco Fernández en la capilla de El Chamical.
El 27 de noviembre de 1818, el doctor José Gabriel de Figueroa, autoridad de la diócesis de Salta, en ausencia del obispo Videla del Pino, faculta al presbítero Francisco Fernández para que bendiga la iglesia y anexo rectoral sito en el territorio de El Chamical erigida con los auspicios del gobernador Güemes y con las licencias del Ordinario.
Se condicionaba esta resolución a la provisión de los adornos, vasos sagrados y demás utensilios dedicados al culto divino, como así también a la existencia de imágenes y la insignia de la Redención, que debía colocarse en el cementerio.
Al ser designado capellán de la iglesia de El Chamical, el padre Fernández siguió en permanente comunicación con Güemes.
En la funesta hora en que el caudillo fue herido de muerte, él lo asistió en su larga agonía. En la muerte fue el presbítero Fernández quien se preocupó de que el cuerpo de Martín Güemes fuera conducido hasta la capilla de El Chamical, donde fue enterrado el 18 de junio de 1821.
Por su cercanía con la ciudad y la finca La Cruz, el paraje fue refugio de las tropas patriotas.
El Chamical en los últimos años de guerra fue escenario de algunas batallas. En 1820 el general Güemes mando a reconstruirla para beneficiar a sus gauchos. Pero su vinculación con el héroe gaucho lo constituye el hecho que, además de haber sido su autor, fue su cementerio el primer lugar donde estuvo enterrado desde su muerte hasta la traslación de sus restos en 1823.
Los soldados de la gesta güemesiana encontraron en este camposanto el sitio de sepultura.
La pequeña capilla de nave única y espadaña, posee un diseño singular de fachada plana con el agregado de pocas molduras. Los arcos alojan las campanas. Al fondo de su nave se encuentra un sencillo altar de mampostería.
La capilla de San Martín de Guaguayaco de El Chamical fue declarada Monumento Histórico Nacional por Decreto N´ 14.119 de fecha junio de 1944.
En el marco de un paraje oculto, en una naturaleza agreste, en medio de una espesa vegetación al arrullo del canto de las aves que surcan el diáfano cielo, se yergue este sencillo edificio para memoria de las generaciones futuras, del primer sitio del reposo del guerrero gaucho.