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Prolongando la vida

Lunes, 30 de agosto de 2021 01:32
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Vivimos en un proceso continuo de envejecimiento; este proceso debe ser asimilado, aceptado y afrontado. Se vive en forma muy activa por parte de una gran mayoría de personas mayores con un activismo casi adolescente creando expectativas irreales y una actitud inconsciente acerca de la propia edad y sus consecuencias.

Alcanzar un envejecimiento de éxito no solo implica transmitir las bondades del envejecer e incentivar una cultura del envejecimiento, sino que hay que evitar que al vivir apresuradamente construyamos la "gerontorexia".

El envejecer tiene aspectos muy positivos que hay que potenciar, pero también tiene aspectos negativos y muchos mayores y sus familias no están preparados para afrontar este tipo de contingencias.

Nos preocupamos demasiado por los años en lugar de enriquecerlos con calidad de vida y buenos hábitos. Para ello hay que prevenir la aparición de enfermedades crónicas discapacitantes (mejor control de la diabetes, hipertensión arterial, dislipemias, obesidad, tabaquismo, evitar el sedentarismo); lo que no cuidemos hoy lo pagaremos mañana.

El gran reto es evitar y prevenir la aparición de la fragilidad en las personas mayores, para ello hay que conocer las causas que la precipitan y en consecuencia facilitar el acceso a la atención y vigilancia sociosanitaria de cada uno de ellos.

El ingreso de personas mayores en instituciones sanitarias como pacientes agudos suelen ser el primer paso para la institucionalización y es esto lo que hay que evitar.

En todo caso, se impone el tratamiento integral preventivo, curativo y rehabilitativo de las personas mayores, evitando las hospitalizaciones innecesarias y las estadías a largo plazo en las residencias para adultos mayores que inexorablemente producen una involución psicofísica a veces irreversible a la que se suma el aislamiento, la soledad y el abandono. Es un privilegio ser mayor. Hay que afrontar el aumento de la esperanza de vida tratando de mejorar las condiciones de vida de las personas mayores, su protagonismo, relevancia y participación en la sociedad impulsando su mayor autonomía y disfrute vital y desarrollando sus potencialidades personales. En definitiva, haciendo de esta etapa algo satisfactorio para los mayores y para la sociedad.

Ser mayor en el siglo XXI supone envejecer en una sociedad de continuos cambios que afectan a toda la sociedad y en especial a las personas mayores que tienen que estar preparadas para sufrir la evolución de pensamientos y valores a la velocidad que la sociedad está imponiendo. Hay aspectos que marcan el mundo de los mayores en la actualidad, su aumento cuantitativo y cualitativo o el incremento de su grado de autonomía e independencia.

El mayor, en la nueva sociedad, se hace visible reinventándose, desde una persona con actitud pasiva, receptora de cuidados, a una persona enérgica que busca el bienestar, la responsabilidad sobre ella misma y el autocuidado personal, integrada socialmente.

Es importante que sean considerados por sus capacidades y no por su edad cronológica. La vivencia de la propia vejez va a estar determinada por el estado biológico y psicológico del individuo, su situación económica y social, su biografía y su propia escala de valores.

La felicidad, la salud, el bienestar y los niveles de autoestima en el mayor están relacionados con su propia historia vital, con las actitudes y actividades vividas con plenitud, con la alegría, el sentimiento de conexión familiar y social, y la sensación de finalidad.

 

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