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El ex juez federal Norberto Oyarbide, de 70 años, murió anoche en la clínica Otamendi, donde estaba internado desde hacía más de dos meses por una afección pulmonar, dijeron fuentes cercanas al exmagistrado. Estaba internado por COVID-19.
Oyarbide fue fiscal federal, juez federal y renunció en medio un escándalo cuando se lo investigaba en el Consejo de la Magistratura. En sus últimas apariciones públicas había denunciado que lo habían presionado desde el kirchnerismo para cerrar la causa por enriquecimiento ilícito contra Néstor y Cristina Kirchner.
Oyarbide renunció en 2016, tres meses después de que asumiera como presidente Mauricio Macri, a quien él había procesado por “asociación ilícita”. Para ese entonces el juez había perdido el apoyo del kirchnerismo y estaba acorralado por las causas que avanzaban en su contra en el Consejo de la Magistratura.
Nuestra provincia supo de sus visitas frecuentes, ya que era devoto del Señor y la Virgen del Milagro, a cuyas procesiones acudía anualmente. También en Salta vivía su madre y visitaba la localidad vallista de Guachipas, el lugar de nacimiento de su madre.
Jubilado, tampoco aceptó retirarse de la vida pública. En febrero de este año se convirtió en columnista del programa de radio de Coco Sily en Radio 10. Llegó el primer día vestido de gala, con un bolso Louis Vuitton y una botella de champagne. La aventura no duró mucho.
A los tres meses ya no iba a la radio y sus salidas se fueron haciendo cada vez más esporádicas. Su última aparición pública fue el mes pasado, el día de su cumpleaños número 70. Cuentan en su entorno que almorzó con amigos y que habría sido entonces cuando se contagió de coronavirus. El jueves 1° de julio fue internado en el IADT, donde falleció anoche.
La renuncia de 2016, que el macrismo aceptó de buen grado, le evitó a Oyarbide volver a enfrentar un jury, como lo había hecho en 2001.
El 11 de septiembre, mientras en Nueva York acababan de caer las Torres Gemelas, los senadores del PJ reunieron los votos para un empate y lo absolvieron. Se cerró así el juicio político que Oyarbide afrontó ante la Cámara Alta, señalado como cliente VIP de Spartacus, un burdel gay, y acusado de haber protegido una red de prostíbulos.
Una década más tarde, cuando a los jueces ya no los investigaba el Congreso sino el Consejo de la Magistratura, había vuelto a acumular una pila de denuncias.
Durante años las postergó gracias al apoyo del kirchnerismo, hasta que, con el cambio de gobierno, creyó que necesitaba un acercamiento con la nueva gestión para subsistir en Comodoro Py. Lo intentó vía Daniel Angelici y activó causas contra el kirchnerismo (procesó, por ejemplo, a Amado Boudou).
Esa vez no hubo forma. Macri, que por el fallo que firmó Oyarbide estuvo años procesado, lo definía como “el peor de los jueces”. Tampoco sus colegas estaban dispuestos a defenderlo. Tuvo la nada envidiable cifra de 47 pedidos de juicio político.
Renunciar fue para él un lujo. El Consejo lo investigaba por haber frenado una veintena de allanamientos luego de una llamada de un funcionario kirchnerista que por entonces tenía despacho en la Casa Rosada, Carlos Liuzzi, segundo del entonces secretario legal y técnico Carlos Zannini. El propio Oyarbide admitió la llamada y la justificó.
Además, tenía una causa penal abierta en Comodoro Py por enriquecimiento ilícito, un expediente que sigue abierto, pero en el que nunca fue citado a dar explicaciones sobre su patrimonio.
El otro gran escándalo que impactó en su imagen fue por un anillo. Ese objeto de lujo del que se ufanó y que lo llevó a ser investigado por enriquecimiento ilícito: era una pieza difícil de justificar en el patrimonio de un funcionario público.
La carrera de Oyarbide en Tribunales había empezado como “pinche”, el último escalafón de la estructura.