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Los procesos electorales son momentos claves de la democracia para debatir rumbos, prioridades y proyectos de país.
Las elecciones provinciales en Salta, como ya comentamos la semana pasada, fueron más bien una campaña de instalación mediática de personalidades que de intercambio de visiones de progreso y respuestas desde la política.
Lo que asoma en la campaña nacional hacia las PASO legislativas en septiembre y las definitivas en noviembre parece ir hacia la misma dirección, con abundancia de falsa disputa ideológica y ausencia total de los debates sobre la realidad. No decimos nada nuevo en encontrar un paralelo entre la calidad del debate y el declive del sistema de partidos políticos en Salta y la Argentina.
Lo que antes era atendido por visiones integrales de la política, apoyado en cuadros técnicos y proyectos concretos - aunque acotados - hoy es libre albedrío donde los candidatos viven y no moldean la coyuntura.
La urgencia climática
Esto queda clarísimo y se pone en evidencia cuando se analiza la agenda de temas que priorizan los candidatos, y sobre todo los que no están en esa lista. Entre ellos, el tema más urgente e importante de este siglo: la crisis climática.
No solo es un deber de la política dar respuestas concretas sobre cómo Salta y la Argentina planea mitigar contra los riesgos de la crisis climática que solo incrementa ante nuestros ojos, sino también es deber de las plataformas electorales explicar al potencial votante los riesgos y respuestas ante la dimensión del problema.
Hoy, la transición climática y la mitigación de la crisis climática brillan por su ausencia.
Ahora bien, no planteo que las respuestas desde la política sean necesariamente unificadas bajo un criterio, pero por lo menos que instalen el tema en la agenda política, y sobre todo, un debate en serio. Personalmente tendré un punto de vista, pero al no tener ni siquiera una plataforma de debate, es poco posible llegar a una síntesis de soluciones, aun cuando estas contrasten entre ellas.
También, es necesario decir que claramente la política no es el único espacio de debate, y que claramente debe involucrar al sector científico, técnico, y sociedad civil.
Estos sectores por fuera de la política son hoy los pioneros en Salta y la Argentina llevando el tema a la discusión. La agenda eleccionaria necesita interpelarlos, interpretarlos y dar respuestas en proyectos concretos. Lo que parece ser una causa de activismo es en realidad una bomba de tiempo.
El nivel de urgencia para que la política aborde la crisis climática llega a puntos de inflexión cuando se lee el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Desde 1988, el IPCC -vuelvo a repetir: un grupo de expertos científicos- nos dice en cinco informes previos que el factor humano en el cambio climático y la subsecuente destrucción de nuestro hábitat por emisiones de carbono, es urgente.
Si era urgente en 1988, cuánto más en 2021 después de una pandemia que nos muestra evidencia de la fragilidad del bioma y cuán pequeño es el homo sapiens ante la Pachamama.
Lo desesperante del nivel de debate en Salta y la Argentina es que aun con el Acuerdo de París y la figura del papa Francisco, el "medioambiente" es visto como un problema de árboles y espacios verdes. A lo sumo, en contadas experiencias, es parte del debate sobre deforestación y actividad minera.
Que los actores de la política, y los gestores del Estado se queden en estos elementos sin ver el problema estructural devela la necesidad de reformar toda la agenda poniendo la mitigación de la crisis climática al centro de todo. Claramente exige mucho más compromiso y gestión que un ministro de Ambiente vestido de árbol.
El sexto informe de IPCC publicado en agosto 2021 concluye que "muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios". Aun así, tenemos que seguir lidiando con la coyuntura de motos de enduro destruyendo reservas naturales y memes de carpinchos abogando por su hábitat después de la destrucción de sus humedales. No es broma, y la ausencia del debate en las elecciones pasadas y venideras tampoco causa gracia. No causa gracia porque "a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a cerca de 1,5 §C o incluso a 2 §C será un objetivo inalcanzable" (IPCC). Y no un efecto que veremos por televisión en inundaciones récord en Europa, o sequías en África, o eventos climáticos extremos en la Florida, es algo que vamos a vivir en carne y hueso en Salta.
El sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático tiene la novedad de ofrecer análisis por región. Entre ellas, la región Sureste de Sudamérica, con Salta en el epicentro. Si seguimos como vamos, y ya se observan indicios, vamos a sufrir las consecuencias de incrementos en las precipitaciones medias y extremas con una intensidad y frecuencia provocando inundaciones asiduas.
Cuando se mira el detalle del informe en la región Sureste de Sudamérica, también se nota la advertencia de episodios climáticos extremos y sequías prolongadas.
El informe argentino al IPCC de 2020 agrega que la región Noreste tendrá problemas de "provisión de agua potable, pérdidas en cultivos en general, tales como soja y el aumento de plagas agrícolas, aumento de períodos de extrema sequía con mortandad de animales". No tenemos que esperar a sufrir para mitigar los riesgos y desarrollar soluciones.
A la espera de la pospandemia
Es entendible que las preocupaciones de la política electoral sean la confrontación de temas relevantes a lo económico, la pandemia, la inseguridad y los servicios públicos. Es lógico en cada elección.
Pero me aventuro a decir que ya no vivimos en la lógica prepandémica. Si la pandemia no despierta el análisis hacia el balance entre el planeta y la actividad humana, quizás ningún tema causará efecto de cambios de conductas, personales y políticas.
Lo cierto es que el movimiento de la sociedad civil y científica a tomarse en serio la mitigación de la crisis climática puede ser fuente, inclusive, para soluciones netamente pensadas desde lo económico.
Sustentabilidad
Los parámetros del desarrollo de la actividad productiva, enmarcada en un esquema de mitigación de la crisis climática, no es contrario a sustentabilidad económica.
Es más, los casos en Estados Unidos y la Unión Europea dan señales de esto.
En Argentina también, de la mano de incentivos productivos, aunque todavía sin el volumen suficiente. La revolución de las energías renovables y la diversificación de la actividad agroindustrial son pilares para el mundo poscarbono que necesitamos si queremos, simplemente, sobrevivir.
Los marcos legales en la Argentina ya existen para tomarse la crisis climática seriamente. La ley 7.520 de presupuestos mínimos de adaptación y mitigación al cambio climático global de 2019 ya existe para “garantizar acciones, instrumentos y estrategias adecuadas de mitigación y adaptación al cambio climático en todo el territorio nacional”.
En Salta, está en marcha la investigación de parámetros para el Plan Provincial de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático. Según lo informado en El Tribuno en mayo 2021, el plan incluirá acciones de mitigación y adaptación. Tanto la Dirección General de Gestión Ambiental, dependiente de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable en Salta, como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación necesitan el apoyo y los proyectos concretos de los candidatos nacionales próximos a ser elegidos. Lo necesitan los actores de la gestión, lo necesita la ciudadanía, y lo necesita el planeta.
Por eso, la reacción de la ciudadanía organizada a la protección de la reserva natural contra el endurismo, y el cuidado de los carpinchos que recuperan Nordelta son señales tempranas de las prioridades civiles.
A estas, la política tendrá que darle respuestas.
* Mg. en Políticas Públicas.
Codirector Droit Consultores