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"Es muy difícil sostener un comedor para los chicos cuando los precios se han ido tan arriba"

Cristina da de comer a más de 180 niños en Primera Junta.
Domingo, 30 de octubre de 2022 01:32
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Son las ocho de la mañana del sábado 29 de octubre. Cristina Mamaní, de barrio Primera Junta, se levanta para tener todo listo e ir al Cofruthos. Va al mercado de frutas y verduras de zona sur a recibir las donaciones que le hacen los puesteros.

Como todos los sábados, va a llegar pasadas las 11.30 dispuesta a recorrer los puestos y charlar con los vendedores.

Hace 15 años que Cristina Mamaní tiene esa rutina todos los fines de semana. Tiene el comedor "Por una sonrisa", y le da de comer a más de 180 chicos. Ni las crisis económicas ni la falta de ayuda estatal ni la pandemia lograron detenerla en ese fin benéfico. Sin embargo, cada día es más difícil y la inflación se transformó en uno de sus principales enemigos.

"Yo le agradezco mucho a todos los puesteros del mercado del Cofruthos, que me conocen ya hace 15 años y me dicen que tienen mercadería para mí, soy una persona agradecida por eso", afirmó.

Al no recibir ayuda de ningún gobierno, Cristina subsiste de las donaciones que le hacen los particulares y hasta las mamás de los chicos que van a comer. El comedor funciona casi como una cooperativa. Las madres de los pequeños se turnan para ayudarla a cocinar y llevan lo que pueden.

Todos los días más de 180 chicos de todas las edades van a recibir un "platito de comida calentita" para poder seguir. Muchas veces es la única comida que tienen durante toda la jornada. Cristina convive todos los días con la necesidad. Sin dudas es muy doloroso para ella, pero no la desalienta.

"La verdad es que ya no sé cómo responder a la pregunta de cómo nos afecta la inflación, porque está todo tan difícil. Para mí es imposible no cocinarle a los chicos cuando hay tanta necesidad. En el comedor bajaron mucho las donaciones y estoy atadas de manos. Yo no dependo de que el Gobierno me ayude, lo mío es a pulmón y dependo de la gente solidaria. Es muy difícil para mí, con los precios que se me han ido tan arriba", remarcó Cristina.

La mujer cuenta a El Tribuno la triste realidad que vive. Durante la semana planifica qué comida les va a dar a los más pequeños. Intenta hacerles una comida potente en calorías, como un guiso, una o dos veces por semana, y el resto de los días hace comidas "no tan pulsudas".

"Hago una sola comida fuerte y para los otros días, por ejemplo, les hago una sopa, que es para calentar el estómago, porque no les va a sacar la sensación de hambre. A la larga o a la corta van a tener hambre de nuevo", destacó. Por la constante suba de precios hay comidas que ya dejó de hacer. La carne vacuna es inalcanzable y ya nadie la dona. Así que el pollo se convirtió en un alimento esencial.

"Trato de que alcance para toda la semana, porque es lo más barato. Cuando me lo donan lo 'freezo' para hacerlo durar, para mí es una desesperación porque digo tengo 185 chicos, ¿qué hago? Aunque el comedor está en Primer Junta, ya no sé de qué barrios vienen porque la gente busca un plato de comida, no les puedo decir que no si no son del barrio. Cuando miro sus caritas no les puedo negar un plato de comida", describió.

Todos los días Cristina Mamaní los espera con su olla llena de comida. A las 12.30 abre las puertas de su comedor y empieza a servir, y no para un segundo. "Para ellos es un manjar lo que les doy, cuando hay una necesidad no van a esperar un bife", agrega.

La mujer solidaria vive el momento. Sabe que es una situación muy difícil. Sin embargo, cada vez que se va a descansar le agradece a Dios por el día que le dio. Antes de cerrar los ojos le pide que le dé más fuerzas para encarar la siguiente jornada, para que pueda levantarse y seguir alimentando a los chicos.

A los salteños que quieran ayudar a Cristina Mamaní y a su comedor pueden acercar donaciones a: manzana 515 C, lote 4, "Comedor merendero por una sonrisa", o comunicarse con ella al: 3875 10-4162.

 

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