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La pobreza educativa reproduce y profundiza la exclusión social

La minuciosa investigación presentada por el Ielde muestra las profundas desigualdades entre las regiones del país y que afectan especialmente al norte.
Viernes, 02 de diciembre de 2022 02:32
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El principal problema de la Argentina es la pobreza. La inflación, la inseguridad y el desempleo, que agobian a la mayoría de los argentinos, son causa y consecuencia de un proceso regresivo que se retroalimenta y que multiplica minuto a minuto la pobreza.

En los últimos cincuenta años la pobreza argentina se multiplicó por ocho y se estructuró progresivamente.

El informe elaborado por los economistas del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (Ielde) de la Universidad Nacional de Salta presentado ayer por el director, Jorge Paz, y la economista Carla Arévalo puso de relieve aspectos esenciales de este fenómeno, especialmente, al describir la naturaleza y profundidad de la pobreza por ingresos, de las necesidades básicas insatisfechas y, también, de la "pobreza educativa", es decir, la que expresa el bajo nivel de escolaridad de los adultos, y la "pobreza de aprendizaje", es decir, el porcentaje de niños de 11 años que no alcanzan los conocimientos mínimos de lectoescritura y cálculo matemático.

Es la pobreza que se autorreproduce y profundiza el declive. No es el problema de un gobierno, sino del Estado y de la sociedad.

Hoy, 18 millones de personas son pobres por ingresos. De ellas, 2,3 millones viven en el NOA, cuya población es algo más de 5 millones de personas. En Salta, el 47% de sus habitantes sufre pobreza monetaria, mientras que un 8% no tiene ni para comprar alimentos.

Las provincias con más necesidades básicas insatisfechas (NBI) o pobreza estructural son las del NEA y el NOA. En Salta la sufren unas 260 mil personas.

Combinando ambos enfoques, el número de pobres en la Argentina asciende a 19,8 millones: 14 millones son pobres solo por ingresos, 1,5 millones solo por NBI y 4,3 millones que experimentan ambos tipos de pobreza. La pérdida de años de escolaridad es la garantía de que la pobreza extrema se vuelva cada vez más abigarrada. El informe desarrollado en Salta señala que la pobreza educativa afecta a 3,5 millones de personas en el país. Y resulta alarmante la disparidad que se registra "entre regiones y entre provincias dentro de las regiones". Las dos provincias con mayor pobreza educativa son Formosa y Chaco con niveles del 22% de la población y, muy cerca, Tucumán, y Salta por encima del 12%.

En cuanto a los bajos rendimientos de los alumnos en lectoescritura, comprensión y cálculo, la desigualdad entre regiones es del "30% en el NEA y en el NOA, que a la vez tienen mayores niveles de pobreza absoluta del país". En algunos departamentos supera el 66%.

Una muestra del efecto multiplicador de la pobreza: más de la mitad de los niños cuya madre no fue a la escuela tienen pobreza de aprendizajes en el NOA; y solo el 27 % cuando la madre ha completado estudios secundarios.

El trabajo realizado por los economistas salteños está en sintonía fina con las advertencias que, a nivel nacional, vienen formulando muchos expertos en temas educativos.

La fundación Argentinos por la Educación señala varios aspectos:

* En el país, entre los sectores de bajos y altos recursos, existe una brecha del 55 % en la terminalidad escolar.

* El 58% de los mayores de 25 años terminó la secundaria, pero solo 3 de cada 10 alumnos de bajos recursos alcanzaron el título, mientras que en el grupo con más recursos, 9 de cada 10 lograron la meta.

* El 51 % de los mayores de 25 años del nivel económico más alto completa la universidad y solo el 2,4% del sector de menos recursos puede hacerlo.

Esta realidad se multiplica en nuestra región. El Ielde considera imprescindible preguntarse:

¿Cuál es el nivel mínimo de educación necesario para que una familia tenga chances de no estar en la pobreza?

¿Cuáles son las capacidades educativas básicas necesarias para los niños?

La educación debe plantearse como capital humano, como un insumo básico, necesario y estructural para combatir la pobreza.

El 30% de los alumnos de nuestra región que están a punto de terminar su escolaridad carece de las competencias básicas de lectura y cálculo. Esas niñas y niños proceden de hogares vulnerables. Se trata de una cifra muy elevada y que resulta mucho más alta donde se registra pobreza estructural.

La pobreza educativa y la pobreza de aprendizaje no son independientes. Los niños con mayor pobreza de aprendizaje provienen de hogares con los niveles más altos de pobreza educativa. "Esa conexión lleva de manera directa a considerar el problema de la transmisión intergeneracional de la pobreza y de la desigualdad económica", concluye el informe.

Un camino que parece abandonado

Una de las políticas de Estado más inclusivas y exitosas de nuestra historia es la creación de la escuela pública, gratuita y obligatoria puesta en marcha en la segunda mitad del siglo XIX. Fue resuelta por el presidente Domingo Sarmiento cuando leyó los resultados del primer censo nacional de población. Se prolongó por un siglo. Los datos de las últimas décadas y el informe de Ielde obligan a pensar que se abandonó ese camino

 

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