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Más de medio millón de ucranianos han huido de su país a naciones vecinas debido a la invasión rusa, indicó ayer el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, en su cuenta oficial de Twitter.
La Agencia de la ONU para los Refugiados que dirige Grandi señaló previamente que Polonia, Hungría, Moldavia, Eslovaquia y Rumania son por el momento los principales receptores de ese flujo de refugiados.
El propio Grandi pidió desde el inicio del ataque a los países vecinos a Ucrania que "mantengan sus fronteras abiertas a aquellos que buscan seguridad y protección".
Tanto Acnur como el Gobierno ucraniano advirtieron en días previos que hasta cinco millones de personas, casi la décima parte de la población nacional, podrían abandonar el país debido al conflicto.
La portavoz del organismo en Reino Unido, Laura Padoan, indicó ayer en su cuenta de Twitter que la agencia de la ONU está verificando informaciones de ucranianos a los que se les está impidiendo subir a trenes en su huida.
Según el Gobierno ucraniano, desde el comienzo de la crisis de Crimea y el Donbás en 2014 ha habido 1,5 millones de desplazados internos en el país.
Ayuda polaca
Un tren especial fletado por el gobierno polaco transporta ayuda médica y humanitaria y suministros para los refugiados que llegan de Ucrania a la estación de Przemysl (este), desde donde se canaliza el grueso de la ayuda polaca a Ucrania.
La llegada del convoy, que circula entre Kiev y Przemysl pasando por Leópolis, es esperada con ansia, tanto por quienes esperan reencontrarse con familiares y amigos llegados de Ucrania como por quienes desean ir allí para localizar a los suyos o llevar asistencia.
En los dos viajes que ha completado hasta ayer, el tren estaba abarrotado de gente, la mayoría mujeres y niños, y por falta de asientos muchas personas tuvieron que aguantar de pie las 12 horas que tarda el convoy en recorrer los 560 kilómetros entre los dos destinos. El Gobierno polaco informó ayer que 187.000 personas llegaron a Polonia.
Una soldado polaca explicó que el flujo de gente es incesante y resulta imposible prever las horas de partida y llegada porque "todo depende de cuándo se completan los embarques y desembarques de personas y suministros".
En las inmediaciones del andén, al que se accede tras pasar un control militar, un grupo de policías y voluntarios aguarda para cargar y descargar mercancías con carritos cedidos por un supermercado y hay un equipo médico dispuesto a prestar primeros auxilios.
La fila de gente que espera acceder al andén llegó a medir unos 50 metros en algunos momentos de la noche, a pesar de que la temperatura rondó los 7 grados bajo cero, y los numerosos coches estacionados en las inmediaciones estaban llenos de gente durmiendo.
Durante la madrugada, algunos vecinos de un edificio cercano llamaron desde sus ventanas a quienes quisieran pasar la noche en sus casas o en el portal.
En una explanada cercana a la estación, cocinas improvisadas ofrecían sopa, té, desinfectaban biberones en agua caliente y grupos de voluntarios comprobaban que todo el mundo tuviese mantas y comida.
El tráfico de coches y furgonetas de voluntarios que acuden de toda Polonia y otros puntos tan distantes como Lituania para transportar a los refugiados a ciudades polacas fue incesante durante toda la noche y, mientras las mujeres, niños y personas mayores eran dirigidos a la estación para pasar la noche, algunos hombres recién llegados de Ucrania preguntaban cómo podían colaborar con el dispositivo de ayuda.
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