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Hoy a las 17 de Roma, las 13 de la Argentina, el papa Francisco realizará en unión con los obispos de todo el mundo la consagración de los pueblos de Ucrania y de Rusia al Corazón de la Virgen de Fátima, pidiendo por la paz.
Este acto tiene su origen en las apariciones de la Virgen en Fátima a tres niños, tres pastorcitos, campesinos sin instrucción. Allí la Virgen les habló sobre el peligro de que Rusia estableciera un régimen de terror, expandiera sus errores por el mundo y generara situaciones de guerra. Esto ocurrió el 13 de mayo de 1917 y se reiteró en otras oportunidades. Los niños no tenían manera de saber lo que ocurriría en octubre de ese año con la instalación del régimen comunista. Ni siquiera era noticia de los diarios, que, ciertamente, los niños campesinos de Portugal no leían. La posterior historia del régimen soviético la conocemos.
El 13 de mayo de 1981 el papa Juan Pablo II sufrió un atentado en la Plaza de San Pedro. El autor fue Alí Agca, un sicario turco contratado por el régimen búlgaro, que formaba parte de la órbita soviética. La bala asesina se desvió mínimamente y no alcanzó a matar al Papa. El sicario dijo que no entendió qué pasó, por qué ocurrió ese desvío. El santo pontífice polaco siempre entendió que fue la "mano invisible" de la Virgen quien lo protegió y le salvó la vida. La bala extraída a Juan Pablo II está engarzada en la corona de la Virgen en Fátima.
El 13 de mayo de 1982 en el lugar de las apariciones el Papa hizo una consagración de todo el mundo y la reiteró el 25 de marzo de 1984 en Roma, con una especial intención respecto a Rusia. Poco después se desató el proceso que culminó con la caída del régimen soviético. El conductor de la "perestroika", Mijaíl Gorbachov, reconoció que las fuerzas en acción no eran solamente económicas y geopolíticas, sino que había algo superior, espiritual. El líder ruso visitó en repetidas oportunidades a Juan Pablo II y le agradeció su papel en estos cambios hacia la libertad. Un trozo del muro de Berlín, demolido en 1989, está en la Plaza de las Apariciones en Fátima.
La consagración de Rusia y Ucrania que hará hoy el papa Francisco se inscribe en una lectura y comprensión de los acontecimientos que superan lo terrenal. Reconoce y busca la intervención divina porque sabe que hay también fuerzas espirituales que siembran el odio, la incomprensión y la violencia entre los hombres. Es un acto de fe religiosa.
La historia recoge que en 1935, en la firma de un acuerdo entre Francia y Rusia, el canciller francés Pierre Laval manifestó al sanguinario Stalin que convenía aminorar la persecución religiosa. La respuesta de Stalin fue burlona: "¿Cuántas divisiones tiene el Papa?".
Es claro que el Papa no tiene ejércitos que puedan confrontar con el de ningún país, menos aún con el de las potencias mundiales. Lo que tiene un papa son dos cosas.
Por un lado, tiene la palabra respaldada por su prestigio moral; la usa en expresiones públicas y en gestiones privadas, tratando de ayudar al diálogo que lleve a la paz. Los argentinos conocemos bien la mediación de Juan Pablo II en 1978 que nos libró de una guerra absurda con los hermanos chilenos. Ahora, en un gesto sin precedente, Francisco visitó personalmente la embajada rusa en Roma para manifestarse, mantiene diálogos telefónicos con el presidente de Ucrania, realiza gestiones con el patriarca Kirill de Moscú y con los diversos líderes mundiales.
Pero lo principal que puede hacer el Papa es rezar; lo viene haciendo. Ahora nos convoca a unirnos con él para invocar intensamente la protección de la Virgen sobre Rusia y Ucrania, dos pueblos hermanos y cristianos. Para que María de Fátima actúe en las mentes y los corazones de quienes toman las decisiones y se termine esta insensata escalada de muerte, de destrucción y de exilios. A la misma hora de Roma, un enviado suyo hará la misma oración en el lugar de las apariciones en Fátima, los obispos argentinos lo harán en Luján. Por la tarde a las 19 se replicará esta oración en nuestra Catedral y las diversas parroquias salteñas.
En Salta
La misa comienza a las 13; la oración de consagración, a las 14.30. En nuestra ciudad, a las 19 se replicará esta oración en la Catedral y las diversas parroquias.