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Hace pocos días el cantautor y armonicista cordobés Fabricio Rodríguez liberó en sus redes sociales (Instagram: @fabriciorod, Facebook: @FabricioRodriguezOficial y Twitter: @Fabri_Rodriguez) el contenido de su octavo disco “Vivir”, bajo la producción de Abel Pintos y Matías Zapata.
Este trabajo está integrado por once canciones, en su mayoría de autoría de Rodríguez y varias de ellas grabadas en colaboración con otros artistas, como “Lluvia”, con Sebastián López, de Los Tekis; “Renaceré”, con el Indio Lucio Rojas y el Mono Banegas; “Vivir”, con Ahyre; “El Relámpago”, con Mariana Baraj; “Volverme loco”, con Abel Pintos; “Tantos recuerdos”, con Matías Zapata; y “Rodando”, con Enrique Aiello.
Nacido en Villa María y radicado hace más de diez años en Buenos Aires Fabricio ha desarrollado su carrera colaborando con figuras de la talla de Miguel Botafogo, León Gieco, Alejandro Lerner, Javier Calamaro y Abel Pintos, ente otros.
Sus inquietudes como músico lo han llevado a incursionar en diversos estilos como el rock, el country, la música celta, el blues, el tango y el folclore. En su transitar por los escenarios de los festivales más importantes de Argentina se ha convertido en una de las nuevas propuestas del folclore y la música popular de nuestro país. Además, ha obtenido distinciones como Revelación 2012 y Consagración en 2013 en el Festival de Doma y Folclore de Jesús María. Otra acción que lo ha hecho especialmente ilustre fue su participación para dar el 29 de octubre de 2019 un concierto en el aniversario de los 50 años de la Base Marambio (Antártida Argentina).
Aquí en Salta actuó el 11 de agosto de 2018 en la Casa de la Cultura con el ex-Chalchalero Pancho Figueroa y el 16 de febrero de este año abrió la primera noche de la Serenata a Cafayate. Mientras programa una gira por Tucumán, Salta y Jujuy para septiembre, esto le dijo a El Tribuno.
¿Cómo fue el proceso de grabación de “Vivir” y cuáles son tus expectativas acerca de su recepción entre la gente?
Grabar un disco y el proceso que eso lleva, el tiempo, la dedicación, es realmente un esfuerzo muy grande. Tiene un proceso de grabación de dos años, porque nos agarró en medio de la pandemia. Estoy muy emocionado, con muchas expectativas de ver cuál será la reacción de la gente con cada una de las canciones. En un par de meses seguramente va a salir en formato físico también, porque si bien hoy las plataformas digitales han copado el mercado de la industria de la música, creo que también hay una gran cantidad de gente que todavía no tiene acceso a ellas y sigue escuchando música en CD.
¿Por qué elegiste el corte “Vivir” para dar título a este flamante material discográfico?
Creo que es la canción que con un título corto y contundente representa lo que significa este disco. La pandemia nos hizo reflexionar mucho en lo importante que era valorar las cosas que tenemos a nuestro alrededor y sobre todo la vida, el vivir intensamente cada momento. Me pareció un buen título para enmarcar este trabajo y también que es una canción con un mensaje muy profundo. La compuse en abril o mayo de 2020 con Abel Pintos a través de una videollamada, pasándonos ideas, y luego se me ocurrió que sería lindo grabarla con él o con Ahyre. Se dio con ellos, que le pusieron mucho amor, y con Abel grabamos “Volverme loco”.
¿Cómo se fueron dando las colaboraciones en este disco?
Con muchos de ellos había tenido la posibilidad de trabajar y con otros no, como con Mariana Baraj. Yo tenía la intención de hacer un dueto con una mujer en esa canción, que pertenece a Lila Downs, y tirando nombres, todos coincidimos en que la artista ideal para esta canción era ella, quien fue muy amable, muy generosa conmigo de querer participar en el disco. Con algunos integrantes de Ahyre ya había grabado anteriormente para un disco mío una canción que se llama “Si mañana no fuera tanto tiempo”, cuando formaban Los Huayra. Me parecía interesante grabar con la nueva formación y ellos se metieron un poco en la producción de la canción, grabaron allá en Salta.
Con el Indio Rojas veníamos de cruzarnos en varios festivales, siempre con la intención de hacer algo juntos. Justo en este disco tenía una sola chacarera, “Renaceré”, que le pertenece a Diego Córdoba, un amigo mío de Catamarca. Lo llamé y le dije que quería que la grabara él, porque es cantor de chacareras. Con Abel nos une una relación de más de quince años. Yo he participado en discos de él y él en discos anteriores míos, hemos compartido muchos escenarios en conciertos y él es el que me empujó a hacer este disco, uno de sus productores, así es que no podía no grabar una canción conmigo y traté de buscar una que tuviera un estilo en el cual Abel no hubiera incursionado mucho. Se llama “Volverme loco” y es un estilo un poco folk country y yo sé que Abel no había hecho participaciones en canciones así. Fue realmente muy lindo.
Con Sebas López compuse una canción que se llama “Lluvia”, con timbres del Norte, una especie de huayno y carnavalito, por eso lo primero que se me ocurrió fue Sebas, con quien antes de esto no nos conocíamos. Pero bueno en la música más allá de conocerse o no, de que seamos o no amigos, cuando hay cosas lindas para compartir y hay buena voluntad de parte de los artistas se pueden hacer muchas cosas. Por ello cada uno de los invitados de este disco fue colaborando aun sin conocerme, poniendo la mejor de las energías y plasmando todo su talento en cada una de las canciones.
Precisamente en “Lluvia” se palpa aquella verdad de que la música es un vehículo de comunicación capaz de unir culturas diferentes. ¿Cuál es la historia de cómo ese tema terminó siendo cantado en Tanzania?
La canción se compuso con la intención de darle un valor especial al agua y no de que la lluvia provoca cosas malas, sino como una bendición, como algo sagrado. Aparte mi producción envió la canción antes de que sea editada a Tanzania (África) a un cura misionero argentino, Diego Cano. En el momento en que recibió la canción él estaba en un campamento con más de 600 niñas y hacía seis meses que no llovía. Pero esa jornada como obra de Dios llovió. El padre empezó a filmar a las niñas, que estaban realmente felices por la llegada de la lluvia, y empezó a mandarnos videos. Yo sinceramente me emocioné mucho porque no me esperaba esa reacción de alguien que estaba tan lejos de donde yo había escrito esta canción. Bailaban y mostraban su felicidad por lo que decía la canción, porque increíblemente estas niñas empezaron a aprenderse la letra en español y a cantarla. Algo increíble sabiendo que es un idioma muy difícil el que ellas hablan.
En un mundo donde vivimos rodeados de cosas tan innecesarias, estas niñas con tan poco, la llegada de la lluvia, mostraban su felicidad. Entonces decidí compartirlo con el mundo y aparte pusimos imágenes en el videoclip de la obra de Diego Cano y del valor que le tenemos que dar al agua, que es una reflexión que nos podría nacer de ver a los niños que tienen que ir al río a buscar agua para beber, porque no la hay. Parte de la obra del padre es juntar fondos para hacer excavaciones y tener agua potable.
¿De dónde surge tu inspiración para componer?
Hay algunos artistas que son natos, que agarran una guitarra, un papel o una lapicera y ya les sale. No es mi caso, yo me tengo que tomar más tiempo para componer, es una especie de ritual el que hago para componer. Muy escasas veces se me vienen a la cabeza ideas así de golpe, suele pasar pero no demasiado. Muchas veces trato de tener momentos de soledad, de encerrarme en mi estudio, de preparar el ambiente para agarrar mi guitarra y ver si sale alguna melodía. Quizás en el momento en que sale una melodía con la guitarra no salga una letra, quizás la letra salga después y luego trato de juntar las dos cosas, pero no hay una fórmula para dejar salir las cosas que uno tiene adentro, es como apretarse. Hay momentos en que tenemos un malestar... Por más que no seamos artistas nos puede pasar en la vida diaria que tenemos un malestar con alguien y no nos animamos a decir las cosas y a veces las decimos en el momento menos esperado. A mí con la composición me pasa lo mismo: hay veces que tengo la necesidad de sentarme a componer y no me sale nada. Por momentos surgen ideas. No hay una fórmula, pero sí soy una persona que todo el tiempo está escribiendo. Eso sí. Frases de tal vez dos renglones y las dejo, pero que me ayudan a futuro a componer, porque son los apuntes que busco después para darle forma a una canción.
El 13 de mayo presentarás “Vivir” en tu primer Teatro Ópera de Buenos Aires como artista principal. Si tuvieras que mirar hacia atrás ¿quiénes te acompañaron?
Yo comencé con la música y en el momento en que lo hice, cuando terminé el secundario, mis padres me hablaron y me dijeron que si lo iba a hacer me dedicara de manera profesional y con responsabilidad. Traté de seguir sus consejos y me fui con 20 años a Buenos Aires. Allí tuve la suerte de trabajar con artistas de renombre y que quizás no tenían mucho que ver con el folclore, pero que me permitían sustentarme como músico, como es el caso de Miguel Botafogo, un guitarrista importante de la escena del blues y del rock argentino, y gracias a él me empecé a abrir camino. Después conocí a Alejandro Lerner, a Abel Pintos, todo eso se me dio porque me fui de Villa María teniendo en claro que quería vivir de la música, aunque sabía que iba a costar, que iba a ser duro, pero tampoco imposible. Alejandro Lerner me dio la oportunidad de trabajar con él unos tres años. Con Javier Calamaro estuve de gira durante cuatro años y en el proceso fui conociendo gente. Tuve la suerte de trabajar con León Gieco, que fue generoso conmigo y con quien tuve la posibilidad de salir de gira y de grabar y podría nombrar otros tantos artistas que me han permitido crecer musicalmente, pero creo que fue una necesidad desde muy chico de decir: “Voy a vivir de esto” y me tuve que ir de mi ciudad para sentir que estando en Buenos Aires iba a tener un abanico más grande de posibilidades.
Aunque es un disco muy luminoso dijiste que “Vivir” bebió parte de su “savia” de la pandemia. ¿Cómo la atravesaste?
Los dos primeros meses de la pandemia los transité como si estuviera de vacaciones, aunque lo raro era salir a la puerta de mi casa un lunes a las 10 y no ver un alma. Era un capítulo de alguna serie apocalíptica, pero lo tomé con relajo porque habíamos trabajado mucho en el verano. Después del tercer mes se empezó a complicar un poco más porque ya veíamos que esto no iba por un buen rumbo. A mediados de 2020 me empecé a preocupar bastante porque estábamos alejados de nuestras profesiones. Se nos había truncado la posibilidad de trabajar y eso es lo más extraño que le puede pasar a un ser humano, que no tenga la posibilidad de trabajar y que no haya un respaldo de cualquier tipo ante un Estado que te dice que no vas a trabajar, pero no te da ayuda de ningún tipo. No únicamente a los artistas, creo que les pasó a muchos otros. Fueron unos cuantos privilegiados los que pudieron vivir como si nada. Mucha gente, y yo me incluyo, nos empezamos a preocupar por no tener la libertad de trabajar. Yo no podía hacer un concierto en vivo, pero tampoco trabajar en un estudio de grabación. No podía grabar mi disco ni traer un camarógrafo a casa para hacer un videoclip. No pude grabar “Flores en tu piel” cuando luego veíamos que empezaban a pasar cosas alrededor de nosotros, todas inexplicables, y que había gente que tenía ciertas libertades o impunidad para hacer determinadas cosas. No llegué a colgar los guantes ni a querer vender todo, pero sí entré en un proceso de mucha tristeza por la injusticia que se estaba viviendo. No me victimizo como artista, sino como un argentino más que no tuvo la posibilidad de trabajar ni de desempeñarse como un derecho natural que tenemos al trabajo. Pero también fue un proceso creativo que traté de tomarlo con calma y de volcar toda esa angustia que uno tenía en estudiar y trabajar en mi estudio en este disco que está viendo la luz.