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VIDEO. “Nunca nos rendimos, sólo depusimos las armas”

Víctor Benítez, héroe de Orán. 
Jueves, 31 de marzo de 2022 22:20
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 Víctor Benítez, excombatiente de Malvinas, es ejemplo de lucha y resiliencia. 

Es presidente de la Comisión de Familiares y Veteranos de Guerra de Malvinas, de la ciudad de Orán, desde la cual ayuda a compañeros y sirve de inspiración a chicos y jóvenes interesados en conocer su historia.
Benítez (militar retirado) estuvo 74 días combatiendo en las Islas Malvinas. Recuerda, como si fuese ayer, el sonido de los cañones que lanzaban los ingleses desde sus barcos. Fue una de las últimas guerras convencionales donde se peleaba trinchera a trinchera.

Regimiento 25 de Infantería

Esta historia comienza cuando tenía 17 años. Siempre tuvo vocación por la vida militar, se formó en la Escuela Sargento Cabral, en Campo de Mayo, provincia de Buenos Aires. Estuvo dos años y luego se perfeccionó en la Escuela de Infantería. De esa manera, casi sin saber, se fue preparando para la guerra.
En 1981 Víctor, con 20 años, estaba destinado en Colonia Sarmiento, provincia de Chubut, en el Regimiento 25 de Infantería, hoy regimiento Mecanizado 25. “Cuando llegué estuve bajo el mando del oficial Mohamed Alí Seineldín, creador del Cuerpo de Comandos en Argentina; fue un verdadero líder”.

 

“Era de madrugada, no tuve tiempo para nada. No pude avisarles a mis padres que me iba aunque supongo que ellos lo intuían”, relató Benítez al momento de recordar su partida desde el Continente hacia las islas.
 


En el 82 salieron a Comodoro Rivadavia, les dieron una orden de operación y los embarcaron en un Hércules C130. Fue la primera unidad de combate que llegó a Malvinas aquel 2 de abril de 1982. 

“Era de madrugada, no tuve tiempo para nada. No pude avisarles a mis padres que me iba aunque supongo que ellos lo intuían”, relató Benítez.

Durante años se había preparado para esto. “Yo sentía una mezcla de sensaciones entre emoción, miedo a lo desconocido, pero estábamos entrenados. Era la posibilidad que siempre espera un jugador de fútbol, de pasar de suplente a titular y dejarlo todo”.

Los días eran eternos, el terreno hostil, el frío terrible. “Aún así no me sentí solo, y le agradezco a Dios. A nosotros nos motivaba Dios, la familia y la Patria, y ellos eran muy profesionales, unos mercenarios. Sin embargo, el peor día fue el 14 de junio cuando depusimos las armas, porque nunca nos rendimos”.

La batalla fue dura, no sólo por lo que se vivió en la guerra sino sobre todo la posguerra. “La otra guerra la libra no sólo el veterano, sino la familia porque las secuelas son muchas veces irreversibles”, aseguró.

 

Guerra interna

Cuando volvió después de 74 días, comenzó su guerra interna. Sus amigos, con los que compartía cada día en el Regimiento quedaron en Malvinas. La pieza estaba vacía, Oviedo, el jujeño y Miguel Angol Ávila, no volvieron. Allí empezó a tomar conciencia. “Fue duro tener que darle las cosas a la familia; un encendedor, un anillo, la ropa...”, contó con inmenso dolor.

El regreso fue penoso y muy triste. “Llegamos escondidos, nos pusieron en un camión y nos llevaron mientras nuestros jefes nos animaban, nos daban coraje. Era regimiento especial”. Ya en Buenos Aires, junto al papá del jujeño Oviedo y su hermana, tomaron un remis en Retiro y viajaron hasta Jujuy, con su valijita, sus cosas. Su mamá lo esperaba con las paredes de su habitación, pintada con la bandera argentina.
“Me sentía bendecido, me pude reencontrar con mis padres, mi familia, pero fueron tiempos duros porque no podía dormir, estaba deprimido. Hicimos un gran trabajo que nunca fue reconocido ni valorado, cuando en realidad lo hicimos por amor a la Patria, por los principios Sanmartinianos”, declaró.

Una carta entre el dolor

Entre tanto dolor y desconsuelo, aquel joven militar de 20 años recibió una carta que le decía que no estaban solos. “Era un dibujito de una nena de 5 años, de Buenos Aires. Un soldado con una bandera. Me emocionó muchísimo. La atesoré durante años, hasta que un día me animé y me comuniqué con ella. Le conté quién era y lo que esa carta provocó en mí”. 

Pero en un traslado extravió esa misiva y perdió su contacto. Seguramente, hoy esa mujer de 45 años no sabe cuánta fortaleza transmitió en esa carta que al azar llegó a las manos del héroe que luchó por la Patria.
“Volveré a Malvinas, pero sin pasaporte”, sentenció el hombre emocionado.

Al presente lo vive como si fuera la última vez y todos los días agradece estar vivo. Sus días transcurren entre la familia y sus camaradas de la asociación; se siente en paz con él mismo. 
“Si me llamaran a luchar, volvería nuevamente sin pensarlo dos veces”, aseguró.

Aunque muchos excombatientes y familiares regresaron a Malvinas, Víctor remarcó que él no regresará con un pasaporte, “porque de esa forma no tiene sentido mi lucha, ni la de los que murieron. Después de 40 años creo que logramos que los argentinos reconozcan nuestra lucha, nuestra entrega”, finalizó el héroe de Orán.
 

 

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