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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Argentina puede aprender de Chile

Miércoles, 13 de abril de 2022 02:33
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Lo grueso de las opciones de gobierno ya están trazadas. Sin pandemia, las prioridades del Frente de Todos eran generar una dinámica política para atender los pesares mas grandes de la ultima década: pobreza y deuda externa. El acuerdo con los acreedores privados, dio comienzo a un proceso que, aunque demasiado demorado, culminó este 2022 con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La aritmética de la estrategia, descontando la pandemia, era poder liberar al país de cargas económicas inauditas por la deuda externa contraída durante el pasado reciente, y volcar el excedente de recursos a la inversión social. Este segundo punto, en lo lógico, para atacar los indicadores de pobreza, y el mal milenario argentino como es la inflación. Claro, como dice el profesor Mario Riorda, todos tienen un plan hasta que te pegan en la cara.

La primera catástrofe, que ni siquiera era solo nacional, demoró en casi 18 meses el acuerdo con el Fondo. Y, sin vacunas en aquel horizonte, la capacidad de vislumbrar el camino sustentable de la deuda privada dependía más de interlocutores sin función publica, que de los popes de varios ministerios. Recordemos, hasta el Papa tuvo un rol protagónico. De alguna medida, la pandemia logró dejar de hablar de lo urgente para enfocarse en lo inminente. De varios niveles de desesperación, Argentina siempre tuvo opciones.

La pandemia también dejó muy en claro otra tendencia que ya no existe: a más confluencia y convergencia política con los grandes temas que le importan a la sociedad, más chances de crear soluciones que sean redituables en la política publica y en las encuestas de opinión publica.

El Presidente, desde su ficción de profesor de epidemiología en plena curva ascendente, nunca más recuperó su imagen positiva. De las grandes crisis, en teoría, se deberían acomodar prioridades, reforzar esfuerzos de superación y encausar voluntades para aprender, corregir y relanzar. Claro, hasta que llegó la segunda oleada de impacto.

Oposición

Esa misma fue la victoria de la oposición por 10 puntos a nivel nacional durante las elecciones legislativas del 2021. Creyendo que el esquema de vacunación parcial y un nuevo eslogan de gestión eran suficientes, el Frente de Todos perdió la contienda con números que posiblemente se repitan en 2023. La derrota de las PASO y las generales desataron dos fuerzas que se retroalimentan: la incapacidad de generar síntesis hacia adentro y la capacidad de erosionar la institucionalización de la coalición hacia afuera. Sabemos más de las tertulias de enemistades, gritos en los pasillos y quien salió a hablar de quien, que de certezas de gobierno, prioridades de gestión y conducción política.

El aburrimiento cumbre de cualquier politólogo es hablar de nombres propios y nunca de acciones transformadoras desde la política. Y allí convivimos entre un electorado que se vuelca a candidatos con mensajes claros (aunque algunos xenófobos y racistas) que, por lo menos, rifen su sueldo, hablen de una idea en concreto durante algún tiempo sostenido y no cambien convicciones políticas (aunque erradas) tan frecuentemente como el bando del frente.

La complicación del triste panorama político argentino a nivel nacional es que no termina en esa cúspide, pero derrama sus debilidades a cada ministerio, secretaria, gobernaciones y municipios que no ven o tienen incentivos para sobrepasar el bajo umbral de calidad institucional actual.

Mirar al vecino

Por eso, y en este contexto, es justo mirar al vecino, e intentar tomar lecciones para el mejor funcionamiento del experimento de coalición en Argentina, o de multipartidismos en administraciones provinciales o locales. En otras palabras, a mas dispersión de la oferta electoral, y a mas necesidad de crear momentos, formas y conductas de consenso, mas necesaria es la capacidad responder en concertación. Los poderes ejecutivos (y en gran medida también en el poder judicial) que sufren de un rompecabezas político con divisiones e ideas encontradas, necesitan reflexionar sobre que mecanismo puede lograr, en el tiempo, la síntesis, los encuentros y los acuerdos necesarios para devolver al electorado algo mas de esperanza en la política. Es allí donde la experiencia de Chile, y su jovencísimo nuevo Presidente pueden servir de inspiración.

Gabriel Boric Font, líder estudiantil de las protestas en Chile en 2011 buscando una educación gratuita, fue elegido presidente de Chile con el mayor número de votos de la historia del país, por encima del candidato de la derecha, José Antonio Kast.

El primer paso de Kast en la derrota fue llamar a Boric y ponerse a disposición. El segundo, fue publicar la fiscalización financiera de su campaña. Boric, aparte de ser el presidente más joven de Chile, encuadra un esquema de coalición nunca antes vista ni en Chile ni en la región. Su coalición, Apruebo Dignidad, es en realidad el acuerdo de dos coaliciones: Frente Amplio (Revolución Democrática, Convergencia Social y Comunes) y Chile Digno, Verde y Soberano (Partido Comunista y el Frente Regionalista Verde Social). A estas, se debe sumar elementos de la fallida y difunta Concertación y un grupo nutrido de "independientes".

A lo que va esta composición por más compleja y difícil de liderar, es que los momentos disruptivos de cada nación, necesitando grandes volúmenes de votos para garantizar un gran cambio de rumbo, tienden a acaparar diversidades originales. Claro, si lo tradicional (como fue la Concertación por 30 años) no da respuesta, quizás lo innovador las de. A lo innovador se le suma la claridad de una plataforma electoral con lujo de detalle en mas de 20 áreas de gobierno y con un gabinete donde sobresalen figuras no-políticas y con perfiles profesionales.

Boric, a manera de lección para la Argentina, vio el cambio de época y lo comendo con acciones concretas que diseñan y muestran un cambio desde lo simbólico hasta lo practico. 
Volver a tener ese ideario político mas allá de los eslóganes peronistas de siempre, es algo que el Frente de Todos ha perdido desde su victoria en 2019. Atrapar la épica del significado de una coalición progresista no es regalar discos de Spinetta si no más bien gestionar la realidad a paralelos que reduzcan el ruido y coapten la imaginación del ciudadano viéndose vivir mejor; por ejemplo, con menos inflación mensual, con certezas de acceso a servicios públicos y menos reality show del mundo político. 
Lo segundo que se puede aprender de Chile para ser implantado de manera automática, es su famosa tradición del Comité Político del gobierno. 
Chile tiene más recorrido que la Argentina en institucionalizar sus coaliciones de gobierno dentro de un formato desde el ejecutivo para coordinar y tomar decisiones. Como el sistema político de Chile tiende a favorecer coaliciones de gobierno, la mesa de cada Lunes en el Palacio de la Moneda con los integrantes de cada partido fundador y de cargos políticos estratégicos, define la agenda de la semana y el rumbo político total. A modo de ilustración, imagínese una reunión cada lunes de manera religiosa en Casa Rosada con cada miembro de la coalición (Massa, Cristina y el Presidente), mas ministros con tareas clave para diseñar la semana en la gestión y los horizontes políticos a trazar durante el mandato. Creería que ante tal volumen de decisión política de alto nivel, hablaríamos menos de los silencios y mas de las acciones. 
En Chile, durante el gobierno de Sebastián Piñera, participaron en el comité político el Ministerio del Interior, el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Desarrollo Social, la Secretaría General de Gobierno (Segegob) y la Secretaría General de la Presidencia (Segpres). Boric, por su marcada agenda progresista, su plan de gobierno y socios de coalición, ha elegido para su reunión de cada Lunes al Ministerio del Interior, Hacienda, Secretaria General de Gobierno, Secretaría General de la Presidencia y el Ministerio de la Mujer. A este entramado, también invita a participar a los presidentes de los partidos oficialistas de Apruebo Dignidad y Chile Digno, Verde y Soberano. En otras palabras, al núcleo interno de la coalición que emergió victoriosa de la elección. 

 Mesa chilena

Imaginarnos un Comité Político en la Argentina, en Salta o inclusive a nivel regional no es descabellado. En la Argentina, ya existe la experiencia del Consejo Económico y Social, como también las reuniones plenas del gabinete nacional. Lo que la mesa chilena de los Lunes encara es la necesidad de síntesis política de los autores de victorias electorales para poder traducir su oferta en realidad. La Argentina necesita de mas dialogo, inclusive si difícil, entre sus entornos gobernantes. 
El aprendizaje de empezar la experiencia en el ejecutivo puede después trasladarse a un dialogo similar con la oposición. El Presidente manda, pero nunca se gobierna en soledad, ni mucho menos con desorden e intrigas internas. 
 

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