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La explosión de un aula, los bancos vacíos, persecuciones, cierre de carreras, cesantías, son algunas de las formas en que la universidad vivió los embates del terrorismo de Estado durante los años más oscuros de la historia Argentina.
La noche del 12 de Noviembre de 1974, el “Aula 1” del predio universitario, que era utilizada con autorización del entonces rector Holver Martínez Borelli, como lugar de reunión del “Grupo Universitario de trabajo” -antecedente de los centros de estudiantes-, sufrió la explosión de una bomba. Este atentado que se atribuyó al grupo paramilitar Triple A -Alianza Anticomunista Argentina- y a la Policía Federal, es considerado el hecho que inauguró la represión en Salta y el justificativo para la posterior intervención de la universidad.
La noche de la explosión se realizaba en el campus un festival organizado por grupos estudiantiles en protesta por la detención de un estudiante. Las fuerzas de seguridad aseguraban haber recibido un llamado anónimo que advertía que en la UNSa explotaría una bomba. Ésta habría detonado luego de que la policía “limpiara” el campus con gases lacrimógenos. Mientras verificaban daños, habrían encontrado folletos de grupos “revolucionarios” y una placa que conmemoraba a los “caídos” en la “Masacre de Trelew”.
El 10 de diciembre de 1974, se intervino la UNSa y asumió como rector interventor Francisco Villada. Durante su gestión (Diciembre 1974-Marzo 1976-), toda asamblea debía realizarse con autorización del Secretario Académico; se controlaban los programas y bibliografía de las cátedras; se intervinieron los Departamentos, Institutos, el Consejo de Investigación y las sedes regionales, y se inició la persecución a estudiantes, personal docente y no docente.
En el año 2000 se inicia una lucha colectiva en la universidad para convertir el “Aula 1” en un espacio de memoria, proponiendo su refuncionalización para el emplazamiento del “Mural en homenaje a los desaparecidos en la UNSA” en la dictadura iniciada en 1976. El proyecto fue impulsado por ADIUNSa (Asociación de Docentes e Investigadores de la UNSa), diseñado y plasmado por la Escuela de Bellas Artes Tomás Cabrera. Finalmente, fue inaugurado el 10 de diciembre de 2001.
Cinco días después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, el gobierno nacional de facto dispuso la intervención de la UNSa, gestión que estuvo a cargo de dos capitanes del Ejército. Ambos dejaron el testimonio de parte de sus acciones en el “Informe sobre las Tareas de Reorganización llevadas a cabo por la Intervención”.
Allí se da cuenta, además de las disposiciones burocráticas, de la fusión de los Departamentos de Ciencias de la Educación y de Humanidades, la supresión de los Servicios de Acción Cultural y de Relaciones Latinoamericanas; del cierre de las carreras de Ciencias de la Información, Turismo Social y Antropología; la eliminación de la Sede Metán-Rosario de la Frontera y de la modalidad “A M 25”; la decisión de cambiar los planes de estudios en Humanidades y Educación por poseer contenidos “con notoria finalidad de adoctrinamiento político”, y el cierre de Enfermería en Orán.
También se sancionaron medidas dirigidas al control permanente del personal no docente y docente, como el Censo General y la obligatoriedad del llenado de un “Registro diario de desarrollo temático”, previo al dictado de cada clase.
Durante estos años la conducción universitaria estuvo a cargo sucesivamente- de los capitanes Yommi y Casal, Hugo Ibarra y Agustín González del Pino. La etapa de transición entre el régimen de facto y el nuevo período constitucional, le cupo al contador Gustavo E. Wierna, en cuya gestión se produjeron las primeras reincorporaciones de docentes cesanteados.
Fuente: Memorias de la UNSa: Imágenes de la violencia en los años 70’. Guión museológico y museográfico. Museo.