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La visión de Sarmiento y la crisis educativa

Viernes, 27 de octubre de 2023 03:29
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En la encrucijada de las elecciones presidenciales surge una inquietante percepción que resuena en el corazón de la sociedad: ninguna propuesta educativa parece ofrecer un cambio radical y transformador posible para nuestros niños y jóvenes que mejoren el aprendizaje y se pueda superar la "tragedia educativa" en la que está inmerso el sistema actual.

Si tenemos en cuenta que, en un mundo en constante evolución, donde la tecnología y la información avanzan a pasos agigantados, la educación debiera ser la fuerza motriz que capacite a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos del presente y del futuro. Sin embargo, la realidad es que las propuestas explicitadas por los candidatos a la presidencia, por más loables que sean en muchos aspectos, parecen más de lo mismo.

Personalmente considero que ninguna abordó francamente las profundas falencias de aprendizaje que enfrentan un porcentaje importante de nuestros estudiantes para navegar por el mundo actual. La falta de innovación y enfoque en las necesidades cambiantes de aprendizaje podría estar dejando a nuestros niños y jóvenes atrás en una carrera que requiere una transformación educativa audaz y visionaria.

Si por un momento pensamos en los grandes referentes educativos, que con sus propuestas y acciones cambiaron realidades de la época o los sistemas, no podemos dejar de mencionar en primer orden en nuestro país a Sarmiento, que en el siglo XIX fue un transformador y referente del cambio educativo como instrumento esencial de transformación social.

La suya fue, probablemente, la política más inclusiva de nuestra historia, porque trató a todos los seres humanos como iguales en dignidad y capacidad, y porque puso como meta el acceso a una escuela gratuita, sin discriminaciones y obligatoria.

El llamado "padre del aula" supo reconocer la importancia de la educación publica como un medio para fomentar la igualdad de oportunidades y el progreso de la sociedad, promoviendo la creación de escuelas públicas y estableciendo numerosas escuelas normales para la formación de maestros, lo que mejoró significativamente la calidad de la enseñanza durante casi todo el siglo XX.

También motorizó la educación de las mujeres, el desarrollo de la educación técnica y científica, la promoción de la alfabetización, la adopción de métodos educativos modernos, enfocados en el pensamiento crítico y la formación de ciudadanos informados inspirándose en los avances educativos de EEUU y Europa, construyendo y modernizando la infraestructura escolar.

La visión que hoy nos hace falta

Sarmiento mostró su visión científica desde el comienzo de su presidencia: realizó el primer censo nacional en 1869. Allí verificó que, en el país que estaba dentro del marco institucional, vivían 1.877.490 habitantes, la pobreza alcanzaba al 75% de la población y de 413.465 chicos en edad para ir a la escuela solo lo hacían 82.671. Había más de 300 mil niños sin educación y el analfabetismo afectaba al 75% de los adultos.

Apenas recibió los resultados, esa misma tarde llamó a una reunión de gabinete y pronunció una frase histórica: "Señores ministros, ante los primeros datos del censo, voy a proclamar mi primera política de Estado para un siglo: escuelas, escuelas, escuelas". De la veintena de escuelas que había al sancionarse la Constitución, al finalizar su mandato, en 1974, ese número había ascendido a 1.120.

El 8 de julio de 1884, durante la presidencia de Julio Argentino Roca, se promulgó la Ley 1420, una decisión fundacional que transformó al país. Fue un gran capítulo de esa política de Estado.

Los datos de la regresión

Pasó un siglo y medio. Los rendimientos educativos actuales son alarmantes. Seguimos escuchando muchas propuestas similares para hacerlas de la misma manera que en aquel tiempo: alfabetización (como se la entendía en aquel entonces), reforzar la educación técnica, construir más escuelas, etc. etc. con algo en desventaja: no ponen el acento en la formación docente, que es una cuestión clave, una bisagra, además de otras que ni se mencionan en las propuestas orientadas a mejorar los aprendizajes.

A veces me imagino cómo vería la realidad Sarmiento si viviera hoy, en un contexto caracterizado por la cuarta revolución industrial, y debiera hacer propuestas para mejorar la situación de los aprendizajes, la actualización de los perfiles docentes y la articulación con la tecnología vigente. Él tuvo una mente abierta y visionaria en su época, que es lo que actualmente no se percibe en el ámbito educativo, siendo además un ferviente defensor de la educación y el progreso de la época. Seguramente si le tocara estar en este tiempo, y con el espíritu y visión que lo caracterizaban, sabría reconocer que el mundo está en constante evolución y defendería con su fervor y su temple la adaptación de la educación a los vertiginosos cambios tecnológicos, culturales y sociales que impone la era digital.

El ilustre sanjuanino sabría cómo fomentar, desde la política educativa, la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas en nuestros estudiantes, habilidades que les permitirán enfrentar los desafíos del futuro, haciendo propuestas para garantizar la inclusión y equidad a todos los estratos sociales y regiones del país, simplemente porque su visión dinámica supera al tiempo y él siempre tuvo en claro que la equidad en la educación es fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y próspera, garantizando que cada niño y joven tenga la posibilidad de alcanzar su máximo potencial. La tecnología sería seguramente su aliada para educar, asegurando que su uso sea efectivo y significativo en el proceso de aprendizaje. En el núcleo de su pensamiento aparece la formación de los maestros como factor esencial para garantizar una enseñanza efectiva en un mundo en constante cambio, y propiciaría el desarrollo de las habilidades que se necesitan en este siglo, como así también el fomento de una cultura de aprendizaje toda la vida.

Sarmiento aplicaría seguramente su espíritu de progreso y transformación, el mismo que impulsó sus esfuerzos en el pasado, colocando a la educación en un lugar protagónico en las propuestas, como un faro de esperanza y oportunidad para las generaciones venideras, preparándolas para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades de un mundo en constante cambio. Lo hizo en su época. Analizó el contexto y propició el desarrollo de los recursos humanos que necesitaba el país para el crecimiento y desarrollo económico. Ningún proyecto político permite entrever que detrás de los enunciados relacionados con la educación haya un plan integral abordando explícitamente cómo superar las falencias actuales que tiene el sistema.

Estamos en una época impregnada por la inteligencia artificial, las plataformas, la big data, etc. que demandan nuevas competencias en nuestros jóvenes para poder progresar, propiciando el crecimiento y desarrollo, donde la economía del conocimiento es noticia diariamente porque es realmente el "conocimiento" lo que genera riqueza en el mundo hoy.

Es importante destacar que de acuerdo a los resultados en las evaluaciones de aprendizaje internacionales Argentina viene decayendo desde hace 20 años a esta parte. También hay que reconocer que los resultados obedecen a problemas multicausales y dependen de múltiples factores, como el currículo, la calidad de los docentes, los días de clase, la inversión en educación y otros aspectos críticos del sistema educativo que necesitan ser contemplados integralmente.

Los países con mejores desempeños educativos en la actualidad vienen incorporando métodos innovadores para la enseñanza, donde la orientación a las competencias es clave, impulsan el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la aplicación práctica del conocimiento; avanzan cada vez más hacia una educación personalizada que se adapta a las necesidades individuales de los estudiantes utilizando la tecnología como herramienta fundamental. Ponen el énfasis en la calidad de los docentes, donde la formación y el desarrollo profesional son prioritarios; se busca tener maestros altamente capacitados y motivados que puedan ofrecer una enseñanza de alta calidad y bien remunerados, siendo sistemas que se preocupan por el bienestar general de los estudiantes, incluyendo su salud emocional y física, promoviendo un ambiente de aprendizaje positivo. Ojalá que en el próximo período presidencial mejorar la calidad educativa sea un tema prioritario en la agenda y la política educativa que se implemente y responda a las necesidades del contexto actual.

 

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