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Humor, inteligencia y libertad

Jueves, 02 de marzo de 2023 02:34
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El humor es una herramienta para expresar en pocas palabras o en imágenes lo que resulta difícil o imposible de sintetizar de otra manera. Un chiste es una breve historia con un efecto cómico al final (el remate) que provoca risa. La risa es parte de la condición humana y Aristóteles definió al hombre como "el único animal que ríe"; solo el hombre a los seis meses de edad es el único ser que muestra una risa inteligente. Freud decía que los chistes son una manifestación del inconsciente que provienen de los más profundo de nuestro psiquismo y se dirigen a lo más profundo del psiquismo de quien lo recibe.

En la Argentina ha habido humor político popular antiautoritario no solo en las dictaduras, sino también durante gobiernos democráticos. Los abusos, la corrupción, la ineptitud, la burocracia, la arbitrariedad han sido sancionadas por la burla y el humor. El humor clandestino es un gesto de resistencia que se elabora a partir y a costa de los dictadores que carecen habitualmente de sentido del humor.

Hay numerosas pruebas que el humor puede ayudar a sobrevivir, sostener la dignidad, mantener viva la memoria cuando las personas son sometidas a la opresión, el autoritarismo, la discriminación, la tortura y hasta la muerte.

El humor y la risa son también armas corrosivas y temibles cuando se ensañan con una dictadura, ridiculiza prejuicios y discriminaciones. El humor no debe burlarse de alguien por su condición de diferente, esto en principio es no darse cuenta de que ser persona es ser diferente.

En distintos lugares del mundo, antes y ahora, hay hombres y mujeres víctimas de otros hombres y mujeres por pensar distinto, por ser más pobres, por tener otro color de piel, por tener otras creencias religiosas o políticas; muchas veces encuentran en el humor una llave hacia la libertad o hacia la supervivencia.

A propósito, cierta vez fue citado Picasso por el comandante nazi de París quien le mostró una reproducción de su cuadro Guernica destruida por los bombardeos alemanes durante la guerra civil española. "Usted hizo esto?", preguntó el comandante al artista en tono amenazador. "No -respondió Picasso- ustedes lo hicieron".

En 1933 los nazis en Alemania quemaban entre otros muchos los libros de Freud y él comentaba que "es un verdadero progreso, ahora queman mis libros, en otros tiempos me hubieran quemado a mí".

En la actualidad el humor político ha tomado representatividad en los medios de comunicación. Hoy se ha constituido en un atrayente recurso a los que apelan gran cantidad de programas televisivos, radiales y medios gráficos, los cuales incorporan a su programación o edición, elementos humorísticos con un sentido crítico. El humorista tiene como objetivo criticar algún aspecto social, económico y sobre todo cuando se trata de algún tema político en el que por lo general están involucrados los funcionarios públicos.

En tiempos tan aciagos, reírse de los políticos es un acto necesario para mantener la cordura y evitar sucumbir a la desesperanza que transmiten los analistas más solemnes. No es normal la cantidad de política que consumimos los argentinos. Estamos todo el tiempo viendo qué pasó, qué dicen, qué hacen o qué se rumorea sobre los políticos. Un pueblo tan pendiente de los pormenores de la política le anda contando las costillas a su clase dirigente. Somos un pueblo muy politizado, pero con poca cultura política.

Es difícil hacer el humor político, tal vez es la forma más compleja de análisis político y de humor. ¿Cómo se hace reír a alguien que no comulga con las mismas ideas que se traslucen en el chiste? ¿Cómo se consigue que la broma impacte como la posibilidad de autocrítica en lugar de sentirse como una ofensa o un ataque?

Los fanáticos no saben reírse, salvo del humor que se asemeja más a un patoteo a un ser débil que a la chicana al poderoso; mucha gente se enoja si se critica a los políticos. Durante muchos años casi no hubo humoristas que se arriesgaran con la política. La mayoría pierde la gracia porque no sabe leer el pulso de la gente, sino que defiende consignas. El humorista político es un ser irreverente, desfachatado, dispuesto a cuestionar lo dado y a reírse de lo serio; tal vez por todo esto y mucho más es difícil hacer humor político. Puede ser una válvula de escape, una invitación a reírse de la realidad cuando apremia; puede ser una vía para canalizar la crítica social.

El humor político es de esencia contestataria; muchas veces tuvo que vérsela con la censura y otras resultó funcional al poder de turno. A cada período de la historia de un país, con la prevalencia de sus marcas culturales se corresponde un estilo de humor político cuyo producto son como las protuberancias exacerbadas y certeras de la observación y de la crítica social y de la realidad.

No hay que perder la capacidad de reirse de uno mismo, por sobre ideales y utopías, y crear y difundir chistes y más chistes como prueba de vida inteligente, amante de la libertad y el compromiso.

 

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