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Hace 53 años Carlos Monzón sacudía al mundo y a la humanidad del italiano Nino Benvenuti en Roma. El 7 de noviembre de 1970 se convertía en leyenda, llegando de punto al combate contra el campeón del mundo, pero terminó siendo banca con un tremendo derechazo que terminó en nocaut en el decimosegundo round. Fue un día glorioso en el Palazzetto dello Sport, que terminó con Monzón sosteniendo el cinturón de campeón del mundo de los medianos de la AMB y el CMB.
Un salteño vio de cerca cómo se preparó Carlos para hacerle frente al por entonces dueño del título. Oscar Tapia prácticamente convivió con el santafesino entre septiembre y noviembre de 1970. Entrenó en el mismo gimnasio del Luna Park, siendo convocado por Juan Carlos "Tito" Lectoure.
Oscar era un boxeador de peso pluma que arrastraba un importante récord invicto a muy corta edad. A los 13 años tuvo su debut amateur y en ese campo realizó más 50 peleas, recuerda su hermano Claudio, que por aquella época rondaba la primera década de vida.
Tapia fue campeón salteño pero nunca pudo llegar a tener la chance de ser campeón argentino. Sus triunfos llenaron páginas de El Tribuno y hasta fue tapa del suplemento deportivo.
En 1970 Oscar tuvo un impasse en su prolífica carrera. Era el momento de saber si debía o no realizar la colimba, y el sorteo le dijo que sí. Tapia salió sorteado con el número 926 y por número alto le tocó enrolarse en la Armada Argentina. Se fue a Buenos Aires, vivía en Ituzaingó con una tía, pero sus referencias boxísticas ya habían llegado a los oídos de Tito Lectoure.
El promotor se interesó desde un primer instante en sumar al salteño a su equipo, que ya tenía a Monzón y a otros grandes púgiles de la época. Lectoure se tomó el trabajo de hablar personalmente con quien entonces estaba al frente de la Marina argentina.
"Lectoure fue y le pidió un tratamiento especial para mi hermano, para que no pierda el ritmo de boxeo que llevaba", contó su hermano Claudio sobre aquel momento particular en la vida de su hermano.
La propuesta fue aceptada y así Oscar se sumó al grupo encabezado por el santafesino. Tapia fue testigo de aquellas jornadas en las que Carlos entrenaba duramente junto a Amílcar Brusa con el propósito de vencer a Nino Benvenuti meses después. La relación perduró más allá de la distancia, tras el regreso de Oscar a nuestra provincia.
La gloria del boxeo que supo iluminar las noches salteñas en el Salta Club, el Luna Park norteño, se fue, a los 73 años, pero su legado, un gran ejemplo para las nuevas generaciones, vivirá por siempre en estas tierras gauchas.