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Está nerviosa y reconoce que hace mucho que no le hacen una nota. Su carisma y su voz están intactos. Natalia Ramos fue una de las voces que en 2003 representó a la provincia en el popular programa Operación Triunfo, el reality musical de Telefe basado en el formato español. Fue la primera edición en Argentina, y el país entero seguía con fascinación el encierro, las galas en vivo y la convivencia de los jóvenes artistas.
"Yo empecé cantando en la iglesia Santa Cruz, en el coro del barrio. Siempre vi la música como una forma de servicio. Cantar también puede ayudar a alguien que no la está pasando bien", recuerda.
Antes de llegar a la televisión nacional, Natalia ya tenía un recorrido artístico. Integró el grupo Imán, un conjunto femenino de folclore con el que recorrió escenarios como Cosquín, Jesús María y Villa María, representando a Salta. "Al folclore lo amo, es lo que somos. Cantarlo es beber de nuestras raíces", dice.
Natalia Ramos recuerda su casting
El salto al reconocimiento nacional llegó casi de casualidad. "Yo no sabía que estaban los castings en Salta; se enteró mi hermano y me insistió para que fuera. Llegué tarde, cansada de un viaje, y canté I'm Every Woman, de Whitney Houston. Ahí parece que llamé la atención del jurado y me dijeron que vuelva al otro día".
De ese modo, Natalia se convirtió en la única mujer salteña seleccionada para participar de Operación Triunfo. "Cuando me confirmaron que había quedado, tuve que dejar el grupo. Me cambió la vida completamente. Dejé todo y me fui a Buenos Aires a vivir una experiencia única".
El entrenamiento dentro de la academia era exigente: "Nos levantábamos a las ocho y teníamos clases todo el día: gimnasia, baile, teatro, canto y vocalización. Fue una escuela total. Algunos sabían más, otros menos, y ahí me di cuenta de cuánto había aprendido en la Escuela de Música de Salta".
La primera edición del reality se desarrolló bajo estrictas reglas de aislamiento. "Fuimos los únicos que cumplimos el encierro total. Estuvimos encerrados una semana antes de que empiece el programa, para ver quién aguantaba. Una chica no soportó y se fue antes de empezar. A nosotros nos sirvió para prepararnos mentalmente".
Ese aislamiento, confiesa, le dejó una marca. "Cuando salís, te da miedo cruzarte con la gente. Estás 1600 kilómetros lejos de tu casa, sin ver a tu familia, y al salir te cuesta volver a la vida normal".
A la distancia, valora el aprendizaje, pero reconoce que hubo momentos duros. "En los realities hay de todo. Competencia, egos, envidia. Lo feo de la envidia no es querer lo que el otro tiene, sino no querer que lo tenga. Esa frase me la guardo siempre".
La eliminación de Natalia fue un momento televisivo que muchos salteños aún recuerdan. Fue una gala con pico de rating y un desenlace que desató indignación en su provincia.
"Cuando dijeron que ganaba la otra chica, en la Plaza 9 de Julio la gente gritó 'injusticia'. Fue una locura. Todo Salta miraba Telefe esa noche. Pero yo no sabía nada: estaba encerrada, sin contacto con el afuera", cuenta.
"Me mostraron imágenes de la plaza, la Catedral, toda la gente reunida, y lloré. Fue muy fuerte ver cuánto me apoyaban. Algunos decían que me habían discriminado por ser salteña o por mis rasgos, pero yo solo puedo decir que llegué ahí por mis dotes vocales. Estuve y estaré siempre orgullosa de representar a Salta".
Después de su salida, varios programas de TV la buscaron. "Me llamaron de Intrusos, Rial, Canosa, todos querían que hablara. Pero mi familia decidió no atender a nadie hasta que se calmara todo".
El norte machista y el cupo femenino
Natalia fue la única mujer salteña en pasar por Operación Triunfo, y reconoce que el camino fue cuesta arriba. "Es muy difícil para las mujeres. El norte sigue siendo machista, y si hay machistas es porque hay mamás machistas que los crían así. Yo tengo hijos y les enseño que sus hermanas no son sus sirvientas".
También reflexiona sobre las barreras culturales: "En Córdoba te valoran por lo que hacés, seas hombre o mujer. Acá todavía cuesta. Se habla de cupo femenino en festivales, y está bien que exista, pero duele que tengamos que entrar por una ley y no por nuestro talento".
Después del programa, Ramos se mudó a Córdoba, donde formó un trío musical y continuó su carrera. "En 2018 nos fuimos a vivir allá. Participamos en concursos de peñas, ganamos en Villa María, y uno de los premios fue cantar en el escenario mayor, la noche de Alejandro Sanz. Fue una experiencia increíble, transmitida por Cadena 3".
Aquella etapa, asegura, la ayudó a recuperar confianza y presencia escénica. "Entrar a los festivales es lo más difícil, pero Córdoba te abre puertas si demostrás lo que valés".
Aunque su eliminación fue polémica, no reniega de haber participado. "Lo pensé muchas veces, porque dejé un grupo en pleno crecimiento, pero si me eligieron fue por algo. No creo que el tren pase una sola vez: las oportunidades vuelven si estás preparada".
Natalia destaca que su hermano fue clave en esa historia. "El sueño era de él, quería entrar y no pudo por la edad. Yo quedé y sentí que estaba cumpliendo su sueño también. Lo mío fue un poco por él y por todas las mujeres que la pelean".
Hoy, además de madre de cuatro hijos, Ramos da clases de canto en Salta a jóvenes y adultos. "Me encanta enseñar. Muchos creen que cantar es solo talento, pero hay técnica, respiración, interpretación. Quiero transmitir eso, que se puede mejorar con trabajo".