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A mediados de 2018 un productor hortícola de Colonia Santa Rosa llegó a la Agencia de Extensión Rural del INTA en Orán con dos problemas. Por un lado, no sabía qué hacer con los rastrojos de caña de azúcar. La maloja y otros residuos que quedaban de la cosecha se secaban en la superficie del suelo, incrementaban el riesgo de incendios y dificultaban el desarrollo de los nuevos cañaverales en esos lotes. A su vez, en otros sectores de su finca, los cultivos de tomate presentaban problemas de amarillamiento.
Ana Zelarayán, docente e investigadora de la UNSa y el INTA, especializada en valoración de servicios ecosistémicos, acababa de regresar de Japón, donde como becaria de la Agencia de Cooperación Internacional de ese país (Jica) había recorrido distinto tipos de compostajes de la mano del creador del método Takakura, o composemilla, como también se lo conoce en todo el mundo.
Con la experiencia sumada en la nación que encabeza la avanzada de la economía circular por el rechazo cultural a los desperdicios y leyes que promueven la sustentabilidad, Zelarayán y el equipo del INTA Orán propusieron al productor compostar el residuo de la cosecha de caña con el sobrante de la empaquetadora del establecimiento y guano. De esa forma se obtuvo una equilibrada relación de carbono y nitrógeno. "Empezamos probando con una pila de compost de siete metros de largo, 60 centímetros de ancho y 50 de alto, a la que regábamos, tapábamos y removíamos en forma periódica para airearla y asegurar las condiciones necesarias para el proceso aeróbico. Una vez que tuvimos el compost, ellos lo dispusieron como cama de los cultivos de tomate. Por un lado, desapareció el amarillamiento de la hortaliza y por otro quedó solucionado el problema que tenían en los lotes de caña", recordó la ingeniera en recursos naturales y medioambiente.
Zelarayán, quien tiene un maestría en gestión y auditorias ambientales y cursa un doctorado en ciencias sociales, destacó que con el tiempo aquellos pocos metros de sustrato de prueba se convirtieron en kilómetros de pilas de compost.
Hoy, en La Selvita, se está conformando el incipiente nodo agroecológico de Salta y allí Orán tiene un caso testigo de buenas prácticas de producción en sistemas naturales. Y no es el único.
La especialista, que integró equipos internacionales y trabajó en proyectos de ordenamiento territorial, gestión ambiental, desarrollo local, manejo de sistemas de información geográfica, gestión de efluentes y subproductos del sector agropecuario, compostaje e indicadores de sustentabilidad para la empresa agropecuaria, remarcó que establecimientos rurales de Salta están adoptando con mayor asiduidad criterios de la economía circular que acercan a sus producciones a la sustentabilidad.
El AgroEcoIndex
Desde la Gerencia de Proyectos de la Estación Experimental Agropecuaria Salta del INTA, Zelarayán promovió en áreas agrícolas y ganaderas de la provincia el uso del protocolo AgroEcoIndex. El modelo, ideado hace más de 20 años, contiene hoy 18 indicadores de sustentabilidad que están agrupados de acuerdo a los principales impactos que puede generar la agricultura sobre el flujo de energía de los agroecosistemas, los ciclos de los nutrientes, la calidad del aire, el suelo, el agua, el ciclo hidrológico, la biodiversidad y su hábitat.
El INTA lo presentó en su momento ante la Sociedad Rural Salteña, productores de Anta y el Grupo Crea Las Maravillas. Un integrante de este último consorcio, que nuclea a empresas agrícolas y ganaderas del norte salteño, lo puso a prueba en un campo de La Varas (Orán). "Tenía peladares con problemas de salinidad. Hoy tiene sus suelos cubiertos todo el año con cultivos que no presentan problemas de estrés hídrico", remarcó la especialista que el próximo jueves, en una nueva edición del ciclo "Hablemos de lo que viene", expondrá sobre experiencias concretas de la adopción de enfoques de la economía circular en el sector agropecuario.
¿A qué se debió el gran cambio observado en ese campo de Las Varas?, le preguntó El Tribuno. Zelarayán remarcó que, en base a los indicadores que el AgroEcoIndex propone calificar con los colores de un semáforo, el productor pudo obtener "un registro fehaciente, ordenado y lógico de lo que hacía en cada uno de los lotes de su finca. Empezó a evaluar el uso que estaba haciendo del suelo, la aplicación de agroquímicos, las rotaciones y otros parámetros que contemplan desde el balance de carbono y la emisión de gases de efecto invernadero hasta lo que se hace con los descartables de los agroquímicos. En base a esos indicadores el productor fue haciendo pequeñas correcciones que solucionaron sus problemas", acotó Zelarayán. El protocolo, por su simpleza, bajo costo de implementación y buenos resultados, tiene un creciente uso en Salta, la región y el país.
Los resultados obtenidos en Las Varas alentaron a otros integrantes del Grupo Crea Las Maravillas a utilizar el protocolo AgroEcoIndex. "El gran cambio ahí fue el replanteo de un paradigma con el que se empezó a producir en un sistema natural. Es esencial comprender que el suelo no es solo un sustrato para la producción agrícola, sino un sistema vivo en el que se interviene", enfatizó la experta.
"Es un cambio rotundo de enfoque", añadió Zelarayán, tras destacar que "hoy esa finca es modelo del sistema Crea al que pertenece y de otros establecimientos que están replicando la experiencia, cada uno con ajustes acordes a su sistema productivo, pero con la misma idea".
Un indicador de sustentabilidad agropecuaria
Ana Zelarayán integró entre 2012 y 2015 un equipo que diseñó y desarrolló el cálculo de un índice de evaluación de la sustentabilidad agropecuaria en Anta. El ISAP -tal su sigla- se estimó en siete establecimientos de ese departamento en base al concepto de "sistema socioecológico"
La investigadora de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNSa remarcó que ese indicador se construyó con una activa participación de productores anteños, no para reemplazar a otras metodologías de evaluación sino como una herramienta de análisis complementaria que permita a establecimientos agropecuarios de la región diagnosticar y optimizar su nivel de sustentabilidad.
"Así como en algún momento se comprendió que no era un negocio rastrear el suelo y se pasó a la siembra directa, hoy está claro que los suelos no nos rinden como hace 20 años y que tenemos que modificar la forma de relacionarnos con los sistemas naturales para poder alcanzar la sustentabilidad", recalcó Zelarayán, al explicar el uso cada vez más difundido de herramientas con el ISAP y el AgroEcoIndex.