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La insoportable levedad del peso de una pirámide

Sabado, 15 de julio de 2023 03:21
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Hay operadores jurídicos que interpretan el derecho sin mucho apego a la ley; no debemos menospreciarlos: en definitiva, son músicos, son poetas. No lo hacen con la armonía de un Garcia Lorca o un Vivaldi, sino con las estridencias y cacofonías de un Igor Stravinsky o las incoherencias de un Vladimir Mayakovsky. Lamentablemente el arte, la creatividad y la espontaneidad no se llevan bien con el derecho, que prefiere manejarse en andariveles claramente delineados. El sociólogo Émile Durkheim en La división del trabajo en la sociedad (1893) define la anomia como: "Un estado sin normas que hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración". En particular la anomia que transitamos los argentinos fue conceptuada brillantemente por el gran jurista Carlos Nino, en su obra "Un país al margen de la ley" denominándola "anomia boba". Aunque etimológicamente anomia indica una ausencia de normas, ella también alcanza a las situaciones en las que quienes deben aplicarla lo hacen sin respetar la jerarquía normativa. Prácticamente la base de nuestro derecho fue condensada por el más notable jurista del siglo pasado: Hans Kelsen al elaborar su famosa "pirámide jurídica". Esta pirámide kelseniana, simplemente categoriza las diferentes clases de normas ubicándolas en una forma fácil de distinguir cual predomina sobre las demás, ej. Constitución, ley, decreto ley, resolución, ordenanza etc. Es algo elemental, que lo entienden los alumnos de primer año de derecho y prácticamente cualquier ciudadano. Salvo que ese ciudadano sea nuestra actual Ministra K: Kelly Kismer de Kolmos (la última K es un exceso de mi parte), que ocupa la cartera de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. El viernes pasado, mediante Resolución 887/23, que lleva su firma, esta buena señora conmovida por el paro de transporte del día 7 de julio, resolvió que los trabajadores afectados en su movilidad a los fines de la concurrencia a sus puestos de trabajo, conservarán el derecho al goce íntegro de sus ingresos habituales. En los considerandos de la resolución, entre otros varios dislates, se alude a los principios de la justicia social. ¡Es hermoso hacer justicia social con el dinero de otros! En este caso los empleadores que deberán pagar por un trabajo no realizado. Por supuesto que es mucho más simpático y progre decir que es una plena aplicación de la pregonada justicia social. También en los considerandos de la resolución se hacen desordenadas alusiones a la "fuerza mayor", a la "equidad" y a la "buena fe" que nada tienen que ver con la cuestión. Cabe aclarar que el gobierno nacional es el principal responsable de ese "paro" de transporte. Se trata de una huelga muy peculiar ya que es incentivada por los propios empresarios del transporte que buscan presionar para aumentar los ya exorbitantes subsidios con que el Estado los beneficia.

Si un trabajador no puede llegar a su trabajo, o lo hace con demora, por causa de un paro de transporte está claro que se trata de una ausencia justificada. Pero que una ausencia sea justificada no implica que la jornada perdida deba ser abonada. En este caso la medida tiene efecto sólo en el ámbito de la Capital Federal y sus alrededores (AMBA) y quizá por ello no ha tenido ninguna repercusión en los medios, pero podría replicarse en situaciones similares en cualquier punto del país. En el último siglo a ningún Ministro de Trabajo se le ocurrió obligar a los empleadores a pagar salarios por trabajo no prestado. A modo de disculpa para la señora de Olmos reconocemos que no tiene por qué entender de derecho (es economista), ni tampoco de cuestiones laborales (nunca estuvo vinculada a esa problemática, más que tangencialmente). Pero sus asesores legales (la Resolución no dice que se les haya dado vista) debieron advertirle que se estaba llevando por delante una sólida pirámide (no la de mayo, si no la de Kelsen). Esta cuestión ni siquiera podría haber sido encarada ni por una ley, ni por un decreto. Menos por una humilde resolución. No se puede hacer justicia si se comienza por vulnerar el derecho.

El recientemente fallecido pensador checo Milan Kundera escribió en su novela "La insoportable levedad del ser": "Allí donde habla el corazón es de mala educación que la razón lo contradiga". Me disculpo por cometer ese acto de mala educación, pero creo que la señora Ministra fue guiada por el corazón, ya que claramente su resolución no estuvo orientada por la razón.

 

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