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En un contexto económico complejo, marcado por la caída del poder adquisitivo, el descanso en estas vacaciones de invierno se volvió un lujo inalcanzable para la mayoría. Así lo revela una encuesta online de El Tribuno, de la que participaron 4.803 personas, donde el 59,53% aseguró que este año no puede hacer nada en vacaciones de invierno por falta de dinero.
La cifra expone una realidad preocupante: más de la mitad de los encuestados no tiene posibilidades ni siquiera de realizar actividades locales o de bajo costo. Lejos de pensar en viajes o escapadas, muchos salteños enfrentan las vacaciones con la necesidad de ajustar aún más su presupuesto.
Solo un 20,38% afirmó haber hecho planes y poder viajar durante el receso, mientras que un 15,51% dijo que apenas puede costear alguna salida local, como ir al cine, a comer afuera o visitar en el día alguna localidad cercana. En tanto, un 4,81% admitió haberse endeudado para poder disfrutar al menos un poco.
Estos datos reflejan cómo la recreación, que históricamente funcionó como un derecho vinculado al bienestar y la salud mental, se transforma en una aspiración cada vez más lejana para las mayorías. La posibilidad de tomarse unos días para descansar, especialmente en un país con largas jornadas laborales y altos niveles de estrés, se limita hoy al bolsillo de unos pocos.
Golpe a las economías regionales
El fenómeno también impacta en las economías regionales que tradicionalmente dependen del turismo interno para sostener su actividad comercial durante el invierno. Ciudades como Salta, Bariloche, Mendoza o Córdoba, que en años anteriores recibían un aluvión de visitantes, observan esta temporada una merma en las reservas y el consumo.
La encuesta también deja entrever otro dato para tener en cuenta: el endeudamiento como única vía de acceso al esparcimiento. Aunque minoritario, el 4,81% que reconoció haber recurrido al crédito para salir de vacaciones es un síntoma más del deterioro económico: incluso el disfrute se paga en cuotas.
Las vacaciones de invierno, tradicionalmente pensadas para reconectar en familia y frenar el ritmo agitado del año, hoy se redefinen bajo la sombra del ajuste. Mientras tanto, el descanso se vuelve un bien escaso, y el derecho al ocio, una batalla más en medio de una economía que no da tregua, al menos por el momento.