¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
28°
13 de Septiembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Conductores imprudentes: paciencia, es tiempo de Milagro

En cada septiembre Salta se transforma. Miles de peregrinos recorren rutas y avenidas para llegar al encuentro con el Señor y la Virgen del Milagro. Pero, en medio de la devoción, algunos olvidan la prudencia y ponen en riesgo la esencia de esta celebración.
Sabado, 13 de septiembre de 2025 06:49

En Salta ya se respira Milagro. Es esa época del año en que la ciudad y los caminos se llenan de fe, promesas y agradecimientos. Desde hace días las calles, rutas y senderos muestran una postal inconfundible, protagonizada por peregrinos cargando imágenes, familias enteras caminando con banderas, vecinos organizando puestos de agua y comida, y el tránsito vehicular buscando la manera de avanzar en medio de cortes programados.

Sin embargo, junto a la emoción y el fervor popular, aparece un fenómeno que nos interpela: la impaciencia.

En la mañana de hoy, desde muy temprano, se pudo ver a vehículos circulando a gran velocidad por caminos alternativos, tratando de esquivar los cortes en los accesos principales a la capital. Esa escena, repetida en cada Milagro, contrasta con el sentido profundo de la festividad.

El Milagro no es solo una procesión ni un evento turístico. Es un tiempo de reflexión, de pedir por la salud, el trabajo y la paz entre los salteños. Por eso, resulta paradójico que mientras miles de personas caminan kilómetros descalzas o con ampollas para cumplir su promesa, haya quienes no soportan unos minutos de demora en el tránsito. La paciencia, como la fe, también se practica.

En estos días, circular con precaución es mucho más que una norma de tránsito, es un acto de respeto hacia el prójimo y hacia una de las fechas más sentidas por los salteños. Significa entender que la ciudad está viviendo algo extraordinario y que la convivencia se construye con gestos cotidianos, como frenar antes de un cruce peatonal o ceder el paso a una columna de peregrinos.

Todos sabemos que los cortes de ruta y desvíos pueden incomodar. Que hay horarios que cumplir, trabajos que atender y obligaciones que no se detienen. Pero también sabemos que cada septiembre el Milagro vuelve, y con él la oportunidad de reencontrarnos con valores simples pero esenciales: empatía, cuidado mutuo y solidaridad.

Este año, más que nunca, hace falta recordar que el tránsito seguro es parte de esa devoción colectiva. Así como las familias organizan para dar comida, o los voluntarios reparten agua a los caminantes, los conductores pueden aportar su granito de arena manejando despacio, respetando las indicaciones y teniendo presente que cada demora es mínima frente al sacrificio de quienes peregrinan.

El Milagro es un espejo en el que Salta se mira. Nos muestra lo mejor de nosotros mismos y también nuestras contradicciones. Que esta vez no sea la impaciencia la que marque el ritmo, sino la fe y el respeto. Porque, al final, la esencia del Milagro no solo se vive en la Catedral, sino que también se vive en la ruta, en cada cruce y en cada gesto de cuidado hacia el otro.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD