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¿Hacia el Palacio de la Sabiduría o al Pantano de la Desolación?

En cinco semanas de presidencia, Javier Milei ha impreso un ritmo vertiginoso al diseño de un proyecto de país, que responde a las expectativas provisorias de mucha gente pero aún debe superar los obstáculos que impone la realidad social.
Domingo, 14 de enero de 2024 01:19
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Argentina nunca dio respiro. Ahora, además, impone vértigo. No habían transcurrido ni diez días de mandato del nuevo gobierno cuando, en un mismo día, debutó el protocolo anti-piquetes; se publicó un mega-decreto de necesidad y urgencia (en muchos aspectos ni necesario ni urgente); surgieron inesperados cacerolazos por la noche que violaron el protocolo que había debutado ese día y recibimos el primer insulto presidencial cuando nos trataron de enamorados del comunismo y de padecer de síndrome de Estocolmo. Todo en menos de veinticuatro horas.

Unos días más tarde, el protocolo anti-piquete ratificó su correcto desempeño ante una manifestación convocada por la CGT. Una CGT que se despertó de la larga y profunda siesta que durmió durante los últimos cuatro años y que ahora, en menos de un mes de gestión, ya contabiliza una movilización al Congreso y una convocatoria a paro general con movilización. Una CGT que rompe su propio récord llamando a una medida de fuerza apenas a 18 días de asumido un nuevo gobierno y que muestra su doble moral y su clara filiación partidaria antes que su vocación por la defensa de los derechos de los trabajadores; no hay justificación alguna para la conducta indolente de antes tanto como no la hay para la conducta irresponsable de ahora. La misma CGT que logra que la justicia deje de dormir su siesta durante la sacrosanta feria judicial y que frene, de hecho, la reforma laboral planteada en el DNU, o que el fuero contencioso administrativo desarme la acción colectiva, astillando el decreto en incontables juzgados de todo el país.

Días más tarde el Poder Ejecutivo envió al Congreso el "Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos". Una Ley Ómnibus de 351 páginas y 664 artículos que representa el cambio más profundo y radical de la vida política argentina en décadas.

Todo esto en menos de un mes. Como dije, Argentina, hoy impone vértigo. Nos vamos a tener que acostumbrar a que, con Milei, todo va a ser siempre desmesurado. Excesivo quizás. William Blake dijo: "la Senda del Exceso lleva al Palacio de la Sabiduría". Cada acto y cada gesto de Milei parece abonar esta idea. W.H.Auden, otro hermoso poeta inglés, lo refutaría afirmando: "La Vía del Exceso conduce, las más de las veces, al Cenagal del Desconsuelo".

Un Congreso desnudo

El presidente armó un DNU como un brulote lleno de material explosivo a tope en su santabárbara; ciñó las velas y lo puso a navegar con rumbo de colisión hacia el Congreso de la Nación. Pocos días después hizo lo mismo con la Ley Ómnibus, otro brulote de un tamaño mucho mayor y con mayor carga explosiva en su santabárbara.

El DNU como la Ley Ómnibus abordan tantos temas que cuesta elegir por dónde comenzar. Comencemos por los títulos: "Bases para la reconstrucción de la economía argentina" uno, y "Proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos", la otra. Suenan copernicanas y fundacionales. Si fueran aprobados podríamos amanecer en otro país.

Ambos textos introducen reformas que deberán pasar la prueba de necesidad y urgencia uno y la prueba de la constitucionalidad ambos pero, la diversidad de temas que abordan; la falta de priorización y de diferenciación entre lo imprescindible y lo secundario; la disimilitud de encuadre reglamentario para el tratamiento legislativo de muchas de las iniciativas y, peor, la falta de información, conocimiento y cohesión de los propios bloques oficialistas y opositores, configuran un panorama muy complejo para que la reforma avance fácil en el Parlamento.

Un Congreso que, en el primer semestre del 2023 sólo sancionó 20 leyes y donde menos del 1% de los proyectos presentados se convirtieron en ley; ninguna de las cuales tuvo nada que ver con la inflación, la inseguridad, o la pobreza, las angustias que signaron la agenda social en 2023.

Congreso que especula con que el tiempo juegue a su favor mientras amaina el fervor revolucionario y la dura realidad económica impacta en la población. Juego peligroso. ¿De quién será la culpa si las reformas no prosperan? ¿De un Poder Ejecutivo apurado, mareado e inflexible o de un Congreso que es "parte de la famosa casta obstruccionista que sólo busca mantener el estatus-quo y defender sus prebendas"? Difícil de responder. Mientras tanto, Manuel Adorni insiste en hacernos creer que el cielo caerá sobre nosotros si nos atrevemos a cambiar una coma a cualquiera de ellos.

El famoso DNU

Con respecto al DNU, y sin cuestionar el contenido, me pregunto qué puede tener de necesario o de urgente la modificación de la Ley de Tierras o la Ley del Fuego; la modificación de la ley de sociedades para que los clubes de fútbol puedan convertirse en sociedades anónimas; el que se permita operar a StarLink; o los cambios para trámites en los registros automotores. No cuestiono las medidas; me pregunto si ameritan ser parte de un DNU.

La derogación de la Ley de alquileres; ¿tiene el mismo grado de necesidad y urgencia que todos los decretos referidos al sistema de salud, de prepagas y de Obras Sociales, o los cambios que impactan a empresas farmacéuticas, medicamentos, o la receta electrónica? ¿Todos los capítulos referidos al cambio de encuadre jurídico de las empresas estatales; deben estar junto a las modificaciones del Código Civil y Comercial? Me hace pensar en esa potente imagen de la Biblia y el calefón de "Cambalache".

Tampoco puedo dejar de pregúntame si es correcto enviar algo tan grande, abarcativo, disímil en sus temas, y con tantos alcances e impactos aún hoy difíciles de medir en un único DNU. Si es una falta de conocimiento, de tacto político o una trampa legal y técnica. No lo sé; no puedo contestar.

También debo hacer otra pregunta: ¿es correcto que un presidente modifique cuerpos legislativos enteros por medio de un DNU? ¿No sienta esto un precedente peligroso y permite que algún próximo presidente pueda cambiar 800 leyes por un DNU, y no las más de 300 que busca cambiar hoy Milei? ¿Ayuda esto a la seguridad jurídica tan necesaria? ¿Ayuda a la institucionalidad? Creo que no. Creo que abre la puerta a una mayor deriva antidemocrática.

De ahí que me preocupe la forma. El presidente se empeña en afirmar que sólo los estúpidos discuten la forma. Perdón señor presidente pero entonces, y acorde a su criterio, soy un flor de estúpido; no puedo evitarlo. Me parece tan importante la forma como el fondo de la cuestión si no queremos que a fuerza de ignorar las formas nos llevemos por delante la democracia, la república y la Constitución.

La suma del poder público

Vivimos en un estado de excepción. Al anómalo y naturalizado estado de excepción que existía por las crisis económicas de décadas, se le sumó un estado de excepción derivado de un manejo de la pandemia rayano en la criminalidad. Cual castillo de naipes se construyó un nuevo estado de excepción por sobre el anterior. Estado de excepción que necesita de la anormalidad para sobrevivir. Ahora se necesita "otro estado de excepción" para "sentar las bases de la reconstrucción de la economía argentina". Me provocan escalofríos las potenciales consecuencias.

Se equivocan quienes piensen que una dictadura es sólo aquella que se impone con las armas, con el ejército y con tanques en las calles. Sin debate no hay democracia. Sin Congreso no hay democracia. Con una justicia acomodaticia no hay democracia. Sin gobernadores no hay federalismo y sin federalismo no hay República. Una República poco representativa y una democracia llena de instituciones vacías -con una miseria económica e intelectual avasallante de marco de fondo-, es la sopa de cultivo ideal para gobiernos de "excepción" y para los "restauradores del orden". Para los infalibles narcisistas megalómanos autoproclamados salvadores de la Nación hechos a la medida de una sociedad infantilizada que busca -ávida- un "padre", un "mesías"; un "salvador".

Por último, creo que se corre el riesgo de confundir el caudal electoral con el que se ganó un balotaje con un apoyo irrestricto e incondicional a ideas que no tienen un consenso amplio y general y sobre las cuales se pretende imponer el criterio de la no discusión.

Podríamos correr el riesgo de que la realidad le dé al presidente un cachetazo tan doloroso como el que recibió Gabriel Boric en Chile. Paradojas de esta modernidad líquida e inaprensible. No podría haber dos signos ideológicos más opuestos ni dos modelos más distintos y, sin embargo, ambos podrían terminar compartiendo un mismo ciclo de apoyo, desencanto, frustración, rechazo, y denostación propia de todo fenómeno de combustión espontánea fugaz. Los binarismos suelen terminar así.

George Orwell dijo: "ver lo que está delante de nuestros ojos requiere de un esfuerzo constante". Yo agregaría "y monumental". Debemos preguntarnos si este camino atestado de excesos nos llevará al Palacio de la Sabiduría o si, por el contrario, nos guiará al Pantano de la Desolación. El tiempo, infalible, nos dará la respuesta.

 

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