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En febrero de este año, en una columna titulada "Trump ya está dando forma a la geopolítica global" mostré cómo, sólo con haber sido nominado -todavía pendiente de una resolución de la justicia sobre si podía ser candidato o no dadas las cuatro causas judiciales por incitar el ataque al Capitolio o intentar revertir su derrota ante Joe Biden-, aun así, Trump ya estaba reconfigurando el mundo.
Todo es percepciones y expectativas. Tanto en economía como en geopolítica.
Su retorno; la previsible exacerbación de la guerra comercial y económica con China; su postura frente a Ucrania y Taiwán; su slogan MAGA ("Make America Great Again"); su promesa de deportar a millones de inmigrantes indocumentados; la de una suba generalizada de aranceles para productos importados chinos en un 60% y para el resto de un 10%; y todo el sin fin de dichos que nunca se sabe si son amenazas creíbles o promesas de campaña; paralizaron las grandes decisiones mundiales hasta el desenlace reciente.
Como bien dijo el doctor Iván Rodríguez en este espacio: "Aunque las encuestas mostraban un empate en el voto popular, Donald Trump logró una victoria arrasadora y será el próximo presidente de los Estados Unidos. Donald Trump obtuvo 292 delegados en el Colegio Electoral, se impuso en 29 estados; logró una victoria contundente tanto en el Colegio Electoral como en el voto popular; y obtuvo la mayoría en el Senado". Los demócratas perdieron 15 millones de votos. En efecto; una victoria arrasadora.
Cisnes negros y rinocerontes grises
Durante la pandemia se puso de moda la expresión "Cisne Negro": un evento no previsto de muy alto impacto social y económico. Más allá de que la pandemia no era un "cisne negro" desde ningún punto de vista sino un claro ejemplo de nuestra espantosa gestión de riesgos (el evento venía siendo predicho, año tras año, desde el año 2000); a partir de allí se pusieron de moda otros términos para disfrazar esta consistente falta de criterio generalizada en la gestión de los riesgos globales.
Así, Donald Trump, se transformó en un "rinoceronte gris": una disrupción previsible y anticipada pero que resulta impactante cuando ocurre. Tras el triunfo, el debate gira ahora en torno a las preguntas sobre cómo gobernará y cuán dramático será el cambio de rol de Estados Unidos en el mundo.
Dada la imprevisibilidad de Trump, su estilo errático y su pensamiento poco coherente; las preguntas seguirán abiertas.
Sólo que ahora se tiene algo más de información luego de su primera presidencia y de sus campañas. Con esos datos, es posible hacer algunas reflexiones sobre lo que Trump podría intentar hacer en su segundo mandato. Tratar de imaginar cómo sería este Trump 2.0.
Dos cosas parecen claras. Primero, la gente de la que se rodee dará forma a la política interna y externa y que varias facciones competirán por esta influencia; algunas con ideas radicales, otras con visiones más convencionales. Sin embargo, esta vez las facciones más extremas tendrán la ventaja y presionarán para purgar a los moderados; pudiendo vaciar las filas de los profesionales civiles y militares a quienes consideran "el Estado profundo".
Segundo, el enfoque transaccionalista extremo de Trump de seguro permanecerá inalterado. Pero, el contexto en el que intentará llevar a cabo su peculiar forma de hacer acuerdos ha cambiado de manera drástica: el mundo hoy es un lugar mucho -mucho- más peligroso e inestable que durante su primer mandato. La campaña de Trump pintó el mundo en términos apocalípticos, presentándose a sí mismo y a su equipo como realistas duros que entendían el peligro. Lo que mostraron, en cambio, fue una serie de fanfarronadas histriónicas y de superficialidades ingenuas que reflejaron una carencia total de comprensión de las amenazas que enfrenta el mundo.
Gansos violetas
Durante su primer mandato, los funcionarios políticos de Trump podían dividirse en tres categorías. La primera - quizás la más grande -, consistía en personas con experiencia burocrática real que podrían haber obtenido posiciones en una administración republicana normal; aunque un par de niveles por debajo de los que ocuparon con Trump.
Un grupo más pequeño, pero con más influencia, compuesto por altos funcionarios veteranos que tenían ideas firmes sobre hacia dónde debía ir la política y creían que podían dirigir esos resultados a pesar del transaccionalismo de Trump; enfatizando cómo la posición alternativa propuesta señalaba debilidad.
La tercera categoría es un pequeño grupo -todavía más influyente- de verdaderos "Ingenieros del Caos" y fundamentalistas de MAGA que buscan impulsar las políticas de Trump sin ninguna consideración por sus consecuencias. Esta vez, este grupo podría ser más numeroso y poderoso que la vez anterior. Por ejemplo, esta nueva administración de Trump debe tomar una decisión sobre Ucrania. Hay gente en este último grupo que cree que la mejor estrategia es abandonarla y dejarla librada a la voracidad de Putin; todo mientras endurecen la posición
contra China; un enfoque que podría tener consecuencias globales inmediatas.
Además, gracias a las visiones de la "Heritage Foundation" y del "America First Institute", habrá muchos "Ingenieros del Caos" para quienes destruir el sistema existente de formulación de políticas -que ha preservado los intereses estadounidenses durante 80 años-; debe ser el sello distintivo y característico de este segundo mandato.
Otro riesgo es que Trump politice los altos rangos militares y los servicios de inteligencia promoviendo sólo a individuos que él crea que "juegan en equipo"; removiendo al resto. Trump puede obtener esta cooperación o la capitulación que busca en esos cuadros, sólo insinuando la amenaza de una gran purga. Es probable que despida a algunas figuras de alto nivel en un eco del consejo de Voltaire de eliminar a algunos generales franceses para infundir miedo en los corazones de los demás.
De allí en más, todo es "terra ignota". Los funcionarios de carrera podrían seguir según su profesionalismo y dar sus mejores consejos, incluso cuando esos consejos no sean los deseados; cumpliendo con su deber de servidor público. Si no lo hacen, no importa si son purgados o no ya que no serán útiles de ninguna manera.
Una geopolítica alterada
La maquinaria de gobierno se adaptará a Trump de una forma u otra. Pero ¿qué pasará con el resto del mundo?
La mayoría de los aliados de Estados Unidos ven con temor la victoria de Trump, pensando que será el fin del liderazgo global de Estados Unidos y su rol de garante del orden mundial tras imponer la «Pax Americana» al fin de la Segunda Guerra Mundial.
De seguro habrá consecuencias para la OTAN y su columna vertebral: el compromiso de Estados Unidos de acudir en defensa de cualquier estado aliado que sea atacado. A decir verdad, Trump no es el único líder estadounidense que se pregunta por qué la comunidad europea -que tiene tres veces la población de Rusia y un PBI nueve veces mayor que el ruso-, sigue dependiendo de Washington para defenderse. El propio Barack Obama había criticado a los europeos (y a otros) por ser "viajeros gratuitos".
Se sabe que Trump irá más lejos. Trump promete "reevaluar el propósito y la misión de la OTAN". Más allá de los sentimientos de los miembros históricos de la OTAN, ¿cómo podrían sentirse países pequeños y de incorporación reciente como Letonia, Lituania o Estonia; sobre todo considerando que estos países no están en condiciones de defenderse por sí mismos en el corto ni en el mediano plazo?
Los pasos que parece querer tomar la nueva administración de Trump en Asia también parecen peligrosos. Por ejemplo, si Trump puede implementar los enormes aranceles que ha propuesto imponer a los productos chinos la economía de China sufrirá; pero el dolor para los consumidores estadounidenses será mucho mayor e inmediato.
Trump también ha impuesto condiciones para defender a Taiwán exigiendo que Taipéi cuadruplique su gasto en defensa para recibir un apoyo estadounidense más decidido. Esta postura es contradictoria y, sus resultados, imprevisibles.
Cambios abruptos
El mundo está cambiando. Sea por el aumento de conflictos armados; por la multipolaridad geopolítica que contrasta con el binarismo del último siglo o con la unipolaridad de las dos últimas décadas; sea por el cambio climático y la reconfiguración del mapa de recursos que eso significa; sea por el avance en la inteligencia artificial, la biotecnología, la ingeniería genética y la exponencialidad de la tecnología; lo cierto es que todo cambia a una velocidad apabullante. Los cambios ocurren en meses; a veces en semanas.
Con conflictos desde Ucrania hasta casi todo el Medio Oriente; el futuro del orden mundial que depende del liderazgo americano está en juego. Vivimos un momento de extrema fragilidad y todo conspira a favor de una mayor inestabilidad. Los próximos años prometen ser clave para la paz mundial mientras los países del mundo entero observan la política estadounidense con una combinación de incredulidad, fascinación, horror y esperanza.
Siempre digo que debemos aprender que las decisiones que tomamos hoy siembran las crisis que estallarán mañana. Me preocupa ver quiénes son los laboriosos sembradores de las tormentas del mañana.