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Amenaza cósmica de los asteroides

Lunes, 05 de febrero de 2024 00:00

El sistema solar está lleno de escombros que quedaron de su formación original. Esos materiales rocosos y metálicos, o de hielo en el caso de los cometas, vagan y dan vueltas orbitando a los planetas o en grandes cinturones como el que se encuentra entre Marte y Júpiter. Algunos incluso vienen desde afuera del sistema solar.

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El sistema solar está lleno de escombros que quedaron de su formación original. Esos materiales rocosos y metálicos, o de hielo en el caso de los cometas, vagan y dan vueltas orbitando a los planetas o en grandes cinturones como el que se encuentra entre Marte y Júpiter. Algunos incluso vienen desde afuera del sistema solar.

Desde hace tiempo se sigue con atención el recorrido de los que se encuentran más cercanos a la Tierra. Los que potencialmente podrían impactar sobre nuestro planeta. Como se sabe, a lo largo de la historia geológica, los meteoritos, cometas y asteroides han causado verdaderos desastres y representan un peligro cósmico. Ello ocurre en forma natural cuando se acercan demasiado e impactan no solo a la Tierra, sino también a Marte o a la Luna que están a un paso. O a Júpiter como ocurrió con el cometa Shoemaker-Levy en la década de 1990.

En el pasado geológico la Tierra fue objeto de mega impactos de asteroides como aconteció en el periodo Cretácico, hace 66 millones de años, que produjo la extinción masiva de los dinosaurios, de los cefalópodos amonites marinos, y de otros grupos de reptiles marinos y voladores. Más del 60 por ciento de la vida del planeta se extinguió en ese holocausto cósmico cuya huella quedó registrada en Chicxulub en la península de Yucatán (México).

Desde hace tiempo la NASA y otras agencias espaciales trabajan en la idea de buscar una protección contra la eventual llegada de un asteroide a la Tierra. Incluso un asteroide que impactara en la Luna podría producir un daño inmenso a nuestro planeta. Se piensa que las tectitas, unos vidrios que aparecen en algunas regiones de Europa, Asia y Australia, no serían otra cosa que material fundido de la superficie de la Luna que cayó a tierra luego del impacto de un asteroide en nuestro satélite natural.

Las cicatrices de la Luna

La propia craterización de la Luna da una clara idea del bombardeo meteorítico que sufrió a lo largo de su vida selénica. Sin ir más lejos, no debe olvidarse que en 1178 los monjes de Canterbury en Inglaterra vieron a simple vista un impacto en la Luna. La falta de atmósfera, agua y actividad dinámica de la corteza lunar hace que todas las cicatrices de impactos se preserven intactas. Incluso la huella de Armstrong, el primer ser humano que pisó la Luna, está allí intacta. Eso no ocurre en la Tierra donde la dinámica exógena del planeta va borrando lentamente, sin prisa pero sin pausa, las cicatrices que generan los fenómenos cósmicos o geológicos.

Reconstruir los cráteres o los restos de impactos meteoríticos en nuestro planeta es una tarea para los detectives de la geología planetaria. Y por cierto se conocen evidencias de impactos desde hace miles de millones de años. Incluso algunos límites entre tiempos geológicos, donde aparecen extinciones masivas de vida, se cree que fueron causados por impactos de grandes asteroides. Tal como ocurre con el límite Pérmico-Triásico, que marca el fin del Paleozoico para dar inicio al Mesozoico, donde se produjo la más grande extinción de vida en el planeta y que requiere de una causa mayor a las conocidas en la propia Tierra. Esa extinción ocurrió hace 252 millones de años y borró más del 80 por ciento de la vida continental y marina del Paleozoico.

Una gran estructura afín a un cráter de impacto asteroidal hallada en las Islas Malvinas se encuentra en el rango de esa edad.

El punto es que la Tierra se encuentra como blanco de colisión de numerosos asteroides cuyas órbitas se acercan peligrosa y periódicamente hasta unas pocas unidades astronómicas. Algunos de ellos ya han sido visitados por las sondas espaciales de los países que están a la avanzada en esos tipos de investigaciones. Incluso se han posado en ellos y han extraído muestras para diferentes estudios las que retornaron exitosamente a la Tierra. Entre los objetivos mayores se encuentra el estudiar compuestos orgánicos que puedan ayudar a revelar los orígenes de la vida en el planeta Tierra. Y también apunta a la futura minería espacial ya que algunos asteroides contienen decenas de billones de dólares en metales.

Amenaza cósmica

Dado la peligrosidad cósmica de algunos asteroides ya se han llevado a cabo misiones exitosas para moverlos de órbita. La Misión DART de la NASA tuvo ese objetivo con el asteroide Dimorphos de 160 m de ancho orbitando a 11 millones de kilómetros de distancia nuestra. El impacto de la nave espacial DART (Double Asteroid Redirection Test) ocurrió el 26 de septiembre de 2022 y logró cambiar la órbita lo cual es todo un éxito en la defensa planetaria contra estos vagabundos cósmicos.

El punto central es qué pasaría si en lugar de desviar el asteroide hacia una órbita benigna, se lo desviara hacia una órbita que entrara en colisión con nuestro planeta.

El famoso astrónomo norteamericano Carl Sagan ya había advertido sobre este imprevisible billar cósmico en un artículo que publicó en la revista Nature en 1994. Decía Sagan que había unos mil asteroides que cruzan la Tierra cada uno de ellos con diámetros mayores a 1.5 km y que su colisión con nuestro planeta liberaría una energía equivalente a 100 millones de toneladas de dinamita lo cual perturbaría la ecósfera, acabaría con la agricultura y mataría a una parte importante de la población humana mundial. Sagan hacía un llamado a las potencias mundiales a comenzar a prepararse ante la posible colisión de unos de estos objetos cercanos a la Tierra, llamados NEO (Near Earth Objects) por su sigla en inglés. Sagan fundó The Planetary Society y uno de sus miembros argentinos, el astrogeólogo Max Rocca, planteó una idea novedosa sobre el tema. Se preguntó qué pasaría si un líder mesiánico o demente, una secta religiosa apocalíptica del fin del mundo o un grupo terrorista espacial le indujeran cambios en la órbita a un NEO para estrellarlo contra la Tierra. Él tomó como ejemplo a Toutatis, un asteroide alargado de unos 4 km de largo y potencialmente peligroso. Este asteroide ya fue visitado por la sonda lunar china Chang'e 2 que pasó a solo 3 km del asteroide a unos 40.000 km por hora. Tomó varias fotografías del asteroide, revelando que era una roca de un color rojo naranja. Según Rocca el astro-terrorismo podría ser la forma más letal de atacar al planeta al inducir el cambio de órbita de algunos asteroides. Mucho más peligroso que el terrorismo nuclear (armas nucleares) o el terrorismo biológico (armas virales y bacterianas). De hecho, esta podría ser la forma de terrorismo más mortífera que jamás haya existido. Rocca señala la relación que existe entre el tamaño del impacto con respecto al daño que provocaría en el lugar impactado.

El potencial destructivo

Un asteroide de 50 m destruiría totalmente una ciudad y sería equivalente al evento de Tunguska que ocurrió en Siberia en 1908. Un asteroide de 1 km destruiría una gran ciudad generando un cráter de 20 km de diámetro. Un asteroide de 5 km produciría destrucción continental y grave daño en la biosfera con la formación de un cráter de 100 km de diámetro. Toutatis es un asteroide de esas características y ya está identificado y es monitoreado de cerca por las agencias espaciales. En caso de un impacto accidental o dirigido morirían decenas de millones de seres humanos casi instantáneamente y se destruiría gran parte de la cadena trófica o de alimentación en los ecosistemas terrestres y marinos.

Un asteroide de 10 km produciría un daño global a la biósfera con la formación de un cráter de impacto de 200 km de diámetro similar a lo ocurrido hace 66 millones de años con la extinción de los dinosaurios y otras formas de vida. Un asteroide de 50 km forma parte ya de los "asesinos globales" y generaría la evaporación total de los océanos con la formación de un cráter de impacto de 1.000 km de diámetro.

Tamaños más grandes de asteroides resultan inimaginables en cuanto a la destrucción total que generarían en el planeta Tierra en cuanto a su biósfera, hidrósfera y atmósfera. Un impacto de esas características evaporaría la hidrósfera y la atmósfera y aniquilaría la biósfera y ecósfera.

El impacto de un asteroide mayor a 150 km de diámetro puede incluso esterilizar todo el planeta para siempre. En sus artículos Rocca llama a la reflexión acerca de que debemos aprender a prevenir el terrorismo de asteroides y el mal uso de los impactos de asteroides como potencial arma de autodestrucción a nivel mundial. También debemos aprender a protegernos de los impactos de meteoritos de gran tamaño que puedan ser provocados por el hombre en sus manipulaciones cósmicas.

Actualmente se están utilizando telescopios panorámicos ópticos de gran tamaño y también radares planetarios para detectar, seguir, caracterizar y clasificar objetos cercanos a la Tierra. Las poderosas antenas de radar planetario Goldstone de la NASA en California y otras como Arecibo en Puerto Rico, Evpatoria en Crimea y Kashima en Japón, se han utilizado ampliamente durante décadas para estudiar asteroides y cometas. Es por ahora la única manera de prevenir el hipotético uso maligno futuro de los asteroides cercanos a la Tierra en el marco del astro-terrorismo.

 

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