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Después de medio año, el gobierno está a punto de pasar su primera ley por el Congreso (falta la revisión de la Ley Bases en Diputados). Esto demandó al Poder Ejecutivo encontrar una nueva sintonía y admitir el diálogo y la negociación con los gobernadores y las oposiciones legislativas y hacer concesiones que permitieron incluso, como señaló Guillermo Francos, "mejorar los proyectos". "Hubiera sido mejor avanzar con leyes más pequeñas y diferenciadas", reconoció el flamante jefe de Gabinete.
En una palabra: hizo falta comprender que gobernar requiere apuntalar el hiperpresidencialismo, principal motor de la marcha del gobierno, con el aporte y participación de otros actores.
Esta inflexión es, en gran medida fruto del éxito del gobierno en su definición de prioridades (derrotar la inflación y el déficit fiscal) y en haber mostrado su capacidad para alcanzar esos objetivos. El fracaso que obligó a corregir la sintonía consistió en la presentación y el proceso de aprobación de la ley, que ha puesto de manifiesto la dificultad del gobierno para gobernar, para pasar leyes. Por lo tanto, para ofrecer garantías efectivas y de mayor solidez jurídica a los inversores que se necesitan para detener la recesión y crecer enérgicamente.
El rumbo general fijado por Milei es respaldado aprobado y aplaudido en el exterior, pero la principal asignatura pendiente es mostrar capacidad de gobierno. El presidente cuenta con un apreciable crédito de la opinión pública doméstica, con cifras que sostienen lo obtenido en el balotaje y también cuenta con el aplauso de los inversores potenciales. Pero le falta el manejo eficiente de instrumentos de poder interno, tanto la gestión como la capacidad de hacer sancionar leyes por el Congreso. Los mercados lo advierten y reaccionan.
La renuncia y desplazamiento de Nicolás Posse abrió la puerta de la jefatura de gabinete a Francos, el ministro político que viene de la política, que se dispone a impulsar en el gabinete una mayor descentralización para que la gestión de gobierno no pierda agilidad.
La baja velocidad en materia de gestión ha perjudicado la situación de un gobierno en el que al presidente lo aburren tanto la discusión política como los procedimientos administrativo - burocráticos que supone el manejo del Estado, porque prefiere concentrarse en la economía y en la "batalla cultural".
El Estado, mientras el anarquismo no lo disuelva, reclama atención y trabajo. El ojo del amo engorda el ganado.
Francos hereda una jefatura adelgazada, sin las funciones de negocios, que se derivarán al ministerio aún innominado que ocupará Federico Sturzenegger, y sin el manejo de la Inteligencia, que pasa a depender de Presidencia.
El ministro político y nuevo jefe de Gabinete entiende que entre sus funciones está mantener el vínculo con los que pueden contribuir a contener los síntomas de dispersión o disgregación que muestra la Argentina.
El gobierno ocupa también el centro por el desconcierto de sus diferentes competidores.
El peronismo está agitado por grandes fuerzas centrífugas, disperso entre la actitud de bloqueo absoluto al gobierno que predica el "kirchnerismo" y un "dialoguismo" que se expresa tanto dentro como fuera de Unión por la Patria. Inclusive dentro del "kirchnerismo", por los tironeos internos que tienen como protagonistas a Kicillof y el camporismo de Máximo K. El Frente Renovador de Sergio Massa hace esfuerzos por mantenerse fuera de esa atmósfera y moverse con independencia, pero las responsabilidades que emergen de sus enclaves legislativos y territoriales lo mantienen sujeto a esa dialéctica. En la CGT va decantando un sector predispuesto a discutir la situación laboral para actualizar normas preservando derechos conquistados.
Modernizar
El peronismo, principal pero no exclusivamente el del interior, reclama lo que expresó con precisión el gobernador de Catamarca: "Tenemos que modernizar nuestra agenda. la agenda nuestra tiene que ser de acuerdo con esta nueva era de la humanidad".
Son los rasgos de la nueva época a los que alude Jalil los que determinan el crepúsculo del viejo sistema político que abrió el paso a la irrupción de Milei.
Por su lado, el PRO, con la restaurada presidencia de Mauricio Macri, profundiza su división, encarnada en las divergencias con el ala que lidera Patricia Bullrich ya incorporada, en los hechos y por gestión propia, al elenco libertario. Horacio Rodríguez Larreta espera un momento adecuado para volver a la superficie. Por debajo del radar, mantiene sus contactos con sectores del centro político, incluyendo actores del peronismo.
En cuanto a los radicales, experimentan la fuerza gravitatoria de Milei, que ha introducido fisuras en su armonía interna El mayor pegamento que los mantiene unidos es la conciencia generalizada de que la clásica estructura partidaria debe ser preservada. Es, por el momento, una estructura sin política.
En ese paisaje se mueve el hiperpresidencialismo de Milei, que necesita apuntalarse y ambiciona redefinir por largo tiempo el sistema político. El proceso de cambio está lejos de haber concluido. El actual es apenas un punto de inflexión. No el último.