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10 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
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El plan de Manuel Belgrano

Jueves, 20 de junio de 2024 01:54
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Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació el 3 de junio de 1770 en Buenos Aires. Fue abogado, economista, periodista, político, diplomático, educador y militar durante su intensa vida en la que abnegadamente se destacara en Paraguay, Argentina y el Alto Perú, durante las primeras décadas del siglo XIX. Sus padres, Domenico Belgrano Peri y María Josefa González Caseros, una familia acomodada que proporcionó una exquisita educación a ese notable vástago. Concluida la primera etapa educativa en tierras del Plata, pasó al Viejo Continente.

Belgrano residió en España poco más de ocho años estudiando lenguas (inglés, italiano, francés), derecho, y economía política. En aquel territorio frecuenta los salones importantes y las tertulias de interés donde extiende sus amistades hacia las llamadas Sociedades Económicas, instituciones de reciente surgimiento. Estableció contacto con destacados personajes de la élite ilustrada hispánica, el conde de Campomanes y Gaspar Melchor de Jovellanos, y se vio imbuido del ideario filosófico-político de los representantes del movimiento intelectual napolitano: Gaetano Filangieri, y de los abates Antonio Genovesi y Fernando Galiani.

Así también leyó con interés y espíritu crítico a Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Turgot, Quesnay y Adam Smith. Ese particular entusiasmo en su formación intelectual, Belgrano lo atribuyó a la suerte de encontrar "hombres amantes al bien público" que le manifestaron sus útiles ideas y manifestó que: "Se apoderó de mí el deseo de propender como pudiese al provecho general, y adquirir renombre con mis trabajos hacia tan importante objeto, dirigiéndolos particularmente a favor de la Patria".

El propio prócer en su "Autobiografía", explicó: "Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de la Francia hiciese también la variación de ideas (...) se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido".

La oportunidad se le presentó cuando el Rey de España lo designó Abogado de los Reales Consejos y Secretario Perpetuo del Consulado de Buenos Aires.

El Real Consulado

La Corona por decreto, dado en Aranjuez el 30 de enero de 1794, dispuso la erección del Real Consulado de Buenos Aires, a la medida de sus intereses y según el modelo que usó para todos los que se erigieron por aquellos años. Una de las funciones de la Junta del Consulado era la Administración de Justicia en los pleitos mercantiles y la otra, a diferencia de los Consulados antiguos, la estableció el artículo XXII de la Real Cédula: "La protección y el fomento del comercio, el adelantamiento de la agricultura, la mejora en el cultivo y beneficio de los frutos, la introducción de las máquinas y herramientas más ventajosas, la facilidad en la circulación interior, y en suma cuanto parezca conducente al mayor aumento de todos los ramos de cultivo y tráfico: para lo cual cuidará de averiguar a menudo el estado de dichos ramos proponiendo las providencias que dicte el celo en beneficio de la agricultura, industria y comercio del país".

Siguiendo pautas preestablecidas para el nombramiento de un funcionario del Estado hispano-colonial, este recibía unas instrucciones para su desempeño siendo frecuente que se le solicitara al designado, un plan que manifestara al Gobierno metropolitano sus propósitos para el ejercicio del cargo. De este modo, Manuel Belgrano redactó en España un primigenio escrito económico titulado "Plan para conocer la provincia".

Este escrito reviste radical importancia e interés, y prueba que su autor no era ningún improvisado y que sus ideas eran acordes a la tónica ilustrada y reformista de su tiempo.

"Para conocer la Provincia"

En este documento organizador de su futuro cargo, en primer lugar, propone Belgrano que para observar y estudiar el estado de la agricultura en las Provincias que componen la jurisdicción del Consulado y proponer su fomento, se habrían de hacer mapas o planos con la mayor exactitud posible. Observa que se ha mirado a la tierra solamente en la capacidad de dar oro y plata, y no como una tierra apta para suministrar todas las materias primas que se conocen y por las que tanto afanan a los extranjeros.

La confección de esos mapas, permitiría decidir las posibilidades de cultivo que se puedan hacer en las respectivas Provincias, en tanto que el Consulado acudiría con los auxilios necesarios, y si fuera preciso entregaría a los labradores las semillas que necesiten con un corto interés, no siendo el lucro el objetivo del Consulado, sino el fomento de la agricultura.

Explicita en el Plan que la palabra cultivo no solo atañe a la del campo, sino también a los prados y bosques cuidando con celo su explotación, pues su utilidad para la vida humana como para los animales "es bien notoria", manifiesta Belgrano. Subyace en el texto el respeto por la naturaleza y el medio ambiente, en tiempos en que no se pensaba en términos de conservación del hábitat.

En segundo lugar, su análisis se dirige a la industria, siendo necesario un relevamiento para conocer en qué estado se encuentra, y otorgando prioridad a la producción de materias primas.

El comercio -tercer objetivo a tener presente desde el Consulado- necesitaba del estudio de los medios que lo facilitaban u obstaculizaban, ya fueran canales, ríos, caminos, etcétera. Presta particular atención a los gastos de transporte y acarreo de las mercancías para que según expresa el texto: "Sean lo menos que se pueda, porque así tendrá más ganancia el labrador, y el comprador un precio cómodo que le dará lugar a hacer sus empresas de comercio, bien con las Provincias vecinas, bien con la Metrópoli, facilitando así a todos, los frutos de primera necesidad, los de segunda y aún los de mero lujo".

Belgrano comprende que, para cumplir con los deseos de Su Majestad, y para formarse una idea exacta del estado de la Provincia, debía hacer un viaje para comprobar en persona la realidad sobre la que habría de actuar. En otras palabras propone un diagnóstico de la situación imperante en el Río de la Plata.

Luego, el prócer indaga sobre los siguientes aspectos los que los intitula "Política económica": propone un relevamiento sobre las materias primas de fomento, calidades del terreno, extensión del territorio cultivado y cantidad de terrenos sin cultivos y razón de su abandono. Reflexiona: "La política económica inteligente no admite ya en su diccionario la voz de terreno estéril o ingrato, pero si en la Provincia los hubiera, ¿qué especie de cultura (agricultura) se les pudiera aplicar?".

Así también cuestiona acerca del estado de actualización en materia de las materias primas, de los instrumentos para la labranza del campo. Cabe considerar que Belgrano transita un tiempo en que la revolución industrial ya era un hecho presente en el Viejo Continente y de allí su preocupación por indagar el estado de la tecnología en estas tierras.

Se pregunta: "¿En qué estado se halla la cría del ganado vacuno, base principal de una economía arreglada por principios sanos? ¿De qué calidad son las semillas que se emplean y cómo se pueden mejorar? ¿Cuáles son los productos mineralógicos y botánicos de la Provincia y qué partido se puede sacar de ellos?". Luego cuestiona sobre si el labrador ha de trabajar solamente por el peso de la autoridad, o por el contrario se ha de poner en movimiento el resorte todopoderoso del hombre que se llama interés.

Bajo el subtítulo "Política fabricante y manufacturista" avizora que la materia primera no sirve para el comercio si no pasa por mano del fabricante o manufacturista, es decir, anticipa la idea de valor agregado. Se cuestiona, porque las materias primas se abandonan al extranjero, cuál es el estado de las fábricas y manufacturas, cuáles sus problemáticas y la manera de fomentar la industria. También reflexiona sobre los tipos de fábricas que habría que fomentar de acuerdo a las materias primas, la ubicación y la relación con estados vecinos.

"Política de educación"

En otro apartado: "Política de educación", indaga en qué manos se halla la enseñanza pública, considerando que es "uno de los objetos más importantes del Gobierno", concluyendo después de reflexionar sobre el estado de la educación en naciones europeas que "por este medio se logran en la gran masa de una Nación, costumbres sanas".

En el ítem "Política de la populación", observa la proporción que hay de vasallos del rey respecto de la extensión territorial y la capacidad productiva de sus tierras. Se pregunta como se podría duplicar o triplicar la población ante una escasez de habitantes. Concluye que es necesario contar con listas (censos poblacionales) y observa que: "Son un objeto importantísimo del Gobierno y sin ellos, se trabaja en balde". Se plantea cómo facilitar los matrimonios y los estorbos que podrían haberse introducido por costumbre, observanzas, leyes, etcétera. Así, se anticipa a la idea alberdiana de "gobernar es poblar".

En el rubro "Política de hacienda", explica que los cambios a implementar pueden resultar engorrosos y difíciles, así y todo es menester establecer el mejor modo para percibir las rentas y apresura este pensamiento: "¿Cómo se pudiera simplificar?". Esta pregunta, formulada hace doscientos treinta años, cobra notable actualidad. ¿Cuándo el Congreso de la Nación Argentina propiciará las leyes que simplifiquen el régimen impositivo y dinamicen la economía?, una pregunta que viene desde los tiempos de los virreyes. Un sistema que, a todas luces, se complejizó en la bicentenaria historia argentina en su etapa independiente.

Pero también se detiene en este punto de su "Plan" para aventurar un juicio sobre quienes intervendrían en tal Consulado, y que también cobra inusitada actualidad: "Es preciso haga presente a los Señores de la Junta todos los medios que propendan a la utilidad pública; a unos señores que acaso cumplirán el término de su empleo, con los mismos conocimientos que entraron, a unos hombres faltos de ideas, por lo común, y aún si las tienen, del deseo de adquirirlas nuevas, pues envejecidos en las que heredaron y acostumbrados a seguir la rutina que encontraron, les sería muy difícil desprenderse de ellas". (Instituto Nacional Belgraniano. Manuel Belgrano y la Economía Política. Compilación Documental. Edición Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2016)

El Plan de Belgrano, es un esbozo de lo que más tarde, ya en el ejercicio del cargo de Secretario Perpetuo, habría de desarrollar y expresado a través de sus Memorias expuestas ante el Real Consulado. Una vasta obra de un sólido intelectual que interpretó las necesidades de la Patria a la que sirvió acabadamente, y cuyo pensamiento sigue vigente iluminando cual faro a las penumbras que muchas veces han oscurecido nuestra historia y cercenado el crecimiento material y espiritual de los ciudadanos de bien, subordinados a políticas delirantes y erráticas.

 

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