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Los CEOS de la pobreza

Jueves, 27 de junio de 2024 01:40
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Desde "pobreza cero", aquella promesa de Mauricio Macri en 2017, hasta la realidad actual con un nivel que supera el 40% de pobres, pasó mucha agua bajo el puente. Lo más triste es que los argentinos nos hemos acostumbrados a convivir con niveles muy altos de pobreza, indigencia y exclusión. Bastaría con decir que en el último medio siglo, a raíz de la aplicación de malas políticas, el país se convirtió en una máquina de acumular pobres.

Mauricio Macri al asumir en 2015 recibió niveles de pobreza de 26,1%, dejándola al terminar su mandato en 2019 en valores de 37,6%. En la gestión de Alberto Fernández volvió a subir y ya no hubo manera de controlar el flagelo que hoy afecta a millones de argentinos.

De acuerdo con la última actualización del INDEC para el segundo semestre de 2023, el 41,7% de las personas se encuentran bajo la línea de la pobreza y el 11,9% por debajo de la línea de indigencia. La nueva cifra de pobreza marca una suba de 2,5 puntos porcentuales con respecto a los datos de igual período de 2022 (39,2%), destacando que el organismo efectúa el relevamiento cada seis meses.

A la luz de los resultados está visto que la receta de brindar asistencia a largo plazo ponderando las estructuras sociales fracasó una y otra vez. Un breve repaso exhibe un catálogo con dirigentes millonarios y, por el contrario, aquellos quienes reciben el asistencialismo aparecen cada vez más cautivos de políticas de hambre y miseria.

De acuerdo a distintos casos de corrupción descubiertos en los últimos meses en organizaciones sociales, se observa un abanico de métodos ilegales llevando como bandera la justicia social. Aprietes, extorsiones, aparición de empresas fantasmas, facturas truchas y otras acciones ilegales sorprenden día a día por la metodología. Lo insólito, y que hoy están bajo la mira de la Justicia, son los dirigentes sociales que supuestamente deberían administrar el reparto de mercadería y los planes para aliviar la situación económica de los que menos tienen. Millonarias cajas pagadas por el Estado aparecieron manejadas por personajes inescrupulosos.

Hace varios años que lo llaman "gerentes de la pobreza", pero considerando que diseñaron una matriz delictiva que les brinda jugosos dividendos ya dejaron de ser simples gerentes para convertirse en despiadados "CEO de la pobreza". Cabe destacar que la palabra traducida al español hace referencia a la persona que ocupa el puesto directivo más alto en la jerarquía de una organización.

Hoy, cerca de una treintena de dirigentes de las organizaciones izquierdistas Polo Obrero, Movimientos Barrios de Pie y Frente de Organizaciones en Lucha fueron imputados y deben desfilar por Comodoro Py. Se los acusa de haber exigido "coactivamente" a los beneficiarios de planes sociales su participación en marchas y manifestaciones públicas, bajo la advertencia expresa en algunos casos de dar de baja el plan.

Haciendo un repaso, las organizaciones señaladas surgieron al calor de la crisis económica de 2001, que causó 20% de desempleo y empujó a 50% de los argentinos a la pobreza. Actualmente, los dirigentes más representativos y que están en la mira de la Justicia son los líderes piqueteros Dina Sánchez (Movimiento Evita), Juan Grabois (Movimiento de Trabajadores Excluidos), Juan Carlos Alderete (Corriente Clasista y Combativa) y Eduardo Belliboni (Polo Obrero). No debe excluirse de ese selecto panel a Emilio Pérsico, que operaba de los dos lados del mostrador. Distintas causas, y carátulas de las más diversas, ponen en aprietos a los dirigentes que, aprovechándose de la situación, manejaron sin ningún tipo de control millones de pesos en una economía que tocó fondo.

Tras analizar todo esto la pregunta central es por qué creció tanto el número de pobres. Y la respuesta, más allá de los desmanejos y hechos de corrupción, mucho tienen que ver las crisis económicas que alternaron en el país en los últimos años. Si consideramos los últimos cincuenta años han existido nada menos que ocho colapsos económicos y una pandemia que afectó al mundo; es decir una crisis cada seis años y un poco más. Este dato ubica a la Argentina como el país más propenso a sufrir crisis económicas, a lo largo de la historia.

De hecho, el último tramo prácticamente duplicó el promedio histórico argentino: desde la organización nacional en la década de 1860 al final del mandato de Macri, en estos 160 años, el promedio era vivir una crisis cada 10 años. Ahora hemos acelerado la velocidad de los colapsos, repitiéndolos en casi la mitad del promedio histórico.

Es que las crisis económicas son, por sobre todas las cosas, mecanismos de transferencia de ingresos, donde algunos sectores pierden riqueza y otros se la apropian. Así cada crisis dejó un mayor número de excluidos, pero niveles de concentración económica mayores: pobres cada vez más pobres, pero ricos cada vez más ricos.

 

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