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El Papa Pio V creó la primera diócesis católica en, lo que es hoy, nuestro territorio nacional de Argentina. La Bula Papal se llamó "Super specula militantis ecclesiae" (Sobre el espejo la Iglesia Militante) del año 1570, a menos de 100 años de la llegada de Colón a América, para afianzar la labor evangelizadora de la región.
La evangelización en el norte argentino se inició con la llegada de los españoles, junto a las Órdenes religiosas, jesuitas, franciscanos y mercedarios, que recorrieron a pie todo el territorio del antiguo virreinato del Alto Perú. En la iglesia, sobre todo los jesuitas, fueron custodios de las comunidades originarias, predicando el Evangelio, leyendo en su cultura sus creencias y tratando de mostrar a Cristo, sin dañar lo que se podía salvar. Argentina, como Patria libre, se gestó desde el norte, y el primer grito de libertad, en 1809 estalló en Charcas, Chuquisaca o Ciudad de la Paz, como se llamaba a Sucre; y en 1810 se replicó en el Cabildo de Buenos Aires. La base fundamental de la doctrina de la Independencia fue la enseñanza del pensamiento del jesuita Francisco Suarez. Es un pueblo que ha forjado su libertad entre la Cruz y la Espada, un pueblo fuerte, de temple heroico. La fe se irradió en nuestro suelo desde el norte. El Papa Francisco acaba de canonizar a Antonia de Paz y Figueroa, como Santa Mama Antula, una continuadora de la obra de los jesuitas, tras la expulsión de estos en 1767, por una bula del Papa Clemente XIV, bajo la presión de los monarcas absolutistas de Europa. Sin embargo, su labor continuó, y los ejercicios espirituales ignacianos con la valentía y el coraje de las mujeres beatas, entre ellas Mama Antula, forjaron las virtudes sociales en la urbe porteña y en las ciudades, por donde pasó la Santa peregrina de los Esteros y el apoyo incondicional de un clero sólido en formación y de gran templanza.
Una decisión del Papa Pio XI, en el año 1936, reconoció a la Arquidiócesis de Buenos Aires como Sede Primada y sede Cardenalicia, para nuestro país. Pero hoy, en nuestro tiempo, el Papa Francisco, conocedor de nuestra historia, nuestra tierra y su idiosincrasia, realizó un acto de reparación histórica con la ciudad de Santiago del Estero, conocida como Madre de Ciudades, pues de ella salieron las primeras expediciones, desde su fundación en 1530, realizada por Francisco de Aguirre, para crear nuevas ciudades. El Papa Francisco tomo una histórica decisión, y ordenó el traslado de la Sede Primada de la Argentina a la Ciudad de Santiago del Estero, elevando a Arquidiócesis la antigua diócesis de ésta ciudad, y a su obispo, Monseñor Vicente Bokalic Iglic, religioso vicentino, como Primado de la Argentina. Si bien, fue sorpresivo, la iglesia argentina está acostumbrada a las decisiones del Santo Padre. No fue un capricho, sino un profundo estudio de la historia y también, un modo de mostrar una iglesia federal, una Iglesia abierta a los pobres del país. La sede será en la ciudad que fue también, "Madre de Diócesis" o iglesias locales.
Al mismo tiempo, con ésta decisión, nos muestra un camino seguro de evangelización, en tiempos confusos, dentro y fuera de la Iglesia. El camino de quienes realizaron las primeras tareas de sembrar el evangelio, sin transportes, sin sofisticados medios de comunicación ni redes de internet; camino que fue truncado por cuestiones temporales, camino que fue forjando una fuerte religiosidad popular, que no busca imitaciones mundanas en sus técnicas y recursos pastorales, sino que se atreve a bucear en su acervo cultural, histórico, religioso y que puede utilizar modernos recursos comunicacionales, con la riqueza del pasado para edificar el presente y el futuro. Camino con grandes modelos, hombres y mujeres de la Patria, que gracias a un Padre como Francisco, estamos descubriendo los argentinos, santas y santos que a lo largo del país edificaron a la Iglesia en silencio, con perfil bajo, no dejando amedrentarse por los poderes de turno, sino que obraron con libertad de espíritu, muy lejos del poder político y de los vicios de la mundanidad espiritual. Ambos obispos, tanto Monseñor García Cuerva de Buenos Aires, como Monseñor Vicente Bokalic de Santiago del Estero emitieron un comunicado conjunto, iluminando esta contundente decisión pontifica, mostrando una iglesia en unidad y fraternidad.