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Triste, solitario y final

Sabado, 10 de agosto de 2024 02:12
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El título de la primera novela de Osvaldo Soriano, escrita en 1973, subraya el imaginario ético que atravesaba en esos momentos la novela negra norteamericana y que encontró especial énfasis en la obra de Raymond Chandler: la celebración del fracaso entendido como una ética frente a una sociedad corrompida que a su vez encuentra en el éxito su único fin.

Si hubiera una reedición de la obra del escritor, el título le viene como anillo al dedo -como diría mi abuela- a la historia de golpes y amenazas que tiene al expresidente Alberto Fernández como principal protagonista. La falsa imagen que intentó mostrar durante su gestión, además de un tono compasivo y reflexivo, se desmoronó como un castillo construido en la arena debido a que en ese falso reino la mentira era el común denominador. La denuncia judicial de Fabiola Yáñez contra el ex presidente es demoledora: la ex primera dama lo acusa de haberla golpeado en varias ocasiones mientras convivían en la quinta presidencial, incluso cuando estaba embarazada, y de someterla a "terrorismo psicológico" y acoso telefónico en la actualidad, tras una violenta ruptura. Yáñez vive hoy en Madrid con el hijo de la pareja, de dos años; Fernández, en Buenos Aires.

El caso es la derivación inesperada de una denuncia que viene sumando capítulos a la historia de corrupción como sistema dentro del Estado. Expone así una mezcla que coloca al expresidente, abandonado en soledad dentro del espacio peronista/kirchnerista. Al margen de las primeras reacciones políticas, el ganador político es Javier Milei por el impacto social que genera e instalaría un rechazo de la sociedad ante los reiterados abusos que provienen del mal ejercicio del poder.

La causa que conmovió al país comenzó con una serie de mensajes encontrados en el celular de María Cantero, ex secretaria de Alberto Fernández, en el marco de la investigación por los seguros. En una de esas conversaciones, Yáñez le relató a Cantero varios actos de violencia. Alberto Fernández recién se enteró de esos chats hace unos días. "Es el final de mi carrera", le dijo a un interlocutor ese mismo día.

Tras la revelación periodística, los protagonistas volvieron a comunicarse, según se conoció. En la audiencia con el juez Ercolini, Yañez dio a entender que el expresidente la había amenazado para que no hiciera la denuncia. Por ese motivo, el juez le ordenó a Fernández que no se comunicara más por teléfono ni por redes sociales.

Después de escuchar a Yañez, Ercolini tomó varias medidas y confirmó que en los chats de Cantero y la ex primera dama "surgieron conversaciones e imagenes que indicarian la posible comisión del delito de lesiones leves en un contexto de violencia de género". Esos mensajes serían de dos fechas distintas. Eso indicaría que hubo más de una agresión.

En dos párrafos, Fernández negó la acusación de su ex esposa. "Jamás ocurrió lo que ahora me imputa", dijo, y prometió presentar pruebas a su favor ante la Justicia. El punto es que su problema tiene que ver con el deterioro profundo de su credibilidad, agravado precisamente por la causa de los seguros, que se destapó a fines del verano. En esa oportunidad se conoció que el exmandatario obligaba a todas las dependencias públicas a contratar los servicios de Nación Seguros, cuyo titular es su íntimo amigo Alberto Pagliano.

El "seguro Gate" como se conoció fue un negocio con particulares en el que el Estado perdió unos $20.000 millones en direccionar pólizas a Nación Seguros y luego a través de esta empresa se tercerizó los mismos con otros bróker y compañías aseguradoras. Una de ellas a nombre de Héctor Martínez Sosa, esposo de María Cantero, secretaria privada de Alberto Fernández.

Un monto similar es lo que pagó de más la ANSES para asegurar los créditos que el organismo les otorgaba a jubilados y pensionados a los que se les dieron créditos que en muchos casos no pagaron.

Alberto Fernández salió a decir entonces que dudaba de que eso hubiera ocurrido, que no podía garantizar la inexistencia de algo que, de mínima, era tráfico de influencias, y que, en el peor de los casos, podría ser una extralimitación de su secretaria Cantero. Hoy la Justicia sigue profundizando la causa y cada día descubre nuevas pruebas que comprometen cada vez más al expresidente. Volvemos al título del querido, talentoso y poco recordado Osvaldo Soriano: Triste, solitario y final.

Triste porque sacó a la luz un pasado lleno de justificativos de Alberto Fernández. Se recuerda cuando culpó a su "Querida" Fabiola, que ahora resultó ser una mujer golpeada. Aquella vez, en plena pandemia, con aislamiento total compartió una fiesta de cumpleaños con un grupo de amigos de su pareja.

Solitario, porque a la luz de las acusaciones hasta los otrora aliados que se beneficiaron con su mala gestión como presidente ya le minaron el puente de la amistad. Cada día que pasa se está quedando más solo. Y final, porque la última página de su historia todavía no fue escrita. Falta saber qué ocurrirá con el "seguro gate" del Banco Nación y los brokers de seguro.

 

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