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18 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Violencia y maltrato

Martes, 20 de agosto de 2024 02:06
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Hoy es noticia reiterada hasta el cansancio en todos los medios de comunicación de las tropelías, abusos, maltrato y violencias de todo tipo llevadas a cabo por personalidades de relevancia en el plano político o en pobres ciudadanos del país profundo. "El hombre es lobo para el hombre", decía Thomas Hobbes

Esta frase calumnia por demás al lobo. El lobo y el hombre poseen el instinto de matar, pero el lobo mata para saciar el hambre y no para satisfacer sus ansias de dominio o sus impulsos agresivos. Además, el lobo no se degrada hasta el punto de formular una cínica teoría para justificar sus crímenes.

En Argentina, cada vez más con extrema violencia castigan a las víctimas de toda edad y condición. Se debe aconsejar a toda la sociedad que estén alertas para prevenir este tipo de hechos. Hace tiempo que los medios muestran en forma descarnada las vicisitudes, el desamparo y la indefensión de nuestros compatriotas cuya realidad tiene poco o ningún eco en las instituciones y sus funcionarios responsables para solucionar sus problemas o protegerlos de alguna manera.

Ver sufrir produce bienestar; hacer sufrir, más bienestar aún. Es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, demasiado humano. Todas las formas de violencia y malos tratos llevan implícita una vulneración de los derechos de las personas.

Gran parte del imaginario popular y la sociedad misma se maneja habitualmente con estereotipos negativos.

La indefensión de las personas y las consecuencias a las que se ven sometidos por la violencia ejercida a manos de delincuentes o de encumbrados ciudadanos desprovistos de escrúpulos y cargados de inusitada brutalidad en los actos que cometen, esto produce una generalizada sensación de temor y de angustia.

Estos actos de barbarie, cada vez más frecuentes, imponen la apreciación de que se trate de una clara evidencia de la extrema degradación en que están cayendo algunos sectores o grupos de nuestra sociedad y hasta personas jerarquizadas.

La impresión causada por esas agresiones delictivas se vuelve especialmente terrible por el sencillo hecho de que sus víctimas son personas desprevenidas, indefensas, sometidas y engañadas; se ensañan brutalmente con ellas con el fin de que ni siquiera se resistan y no revelen o denuncien sus padecimientos.

Esta cobarde ferocidad de los atacantes parece no tener límites, pues incluye torturas o severos castigos físicos, amenazas de todo tipo y, en muchos casos, llega al asesinato.

Puñetazos, golpes con objetos contundentes, impiadosas torturas y alevosas cuchilladas, además de la tensión nerviosa propia del asalto, tiene como consecuencia la muerte de las víctimas, agredidas por quienes se amparan en la superioridad física y el número.

Sólo es denunciado el 30% de los delitos cometidos, la sensación es que la inseguridad está afincada en casi todo nuestro territorio nacional. Hoy se percibe un particular ensañamiento como fruto previsible del perverso quehacer de mentalidades embotadas por torcidas ambiciones y por el uso indebido de drogas. Es imprescindible que las fuerzas de seguridad y policiales, la Justicia y la sociedad toda intervengan en forma más eficiente y con toda convicción para revertir esta preocupante realidad.

Es un tema nebuloso, del que se habla poco y que pareciera que no.

existe; es una realidad que no se denuncia y también se piensa que denunciar no es adecuado. Los abusos se producen en el seno de la propia familia sino también en las residencias, en las instituciones y en la sociedad misma.

Hay una tendencia a idealizar a la familia y considerarla pieza clave en la toma de dirección o sentido de la propia existencia y, entre otras cosas, se niega y oculta la existencia de la violencia intrafamiliar. La violencia y el maltrato (físicos, psicológicos, financieros, violación de derechos básicos y abandono) deben denunciarse siempre.

 

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