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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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¿Dividir con el discurso o unir tras un proyecto?

Milei parece inclinado a afianzarse como figura internacional a través de la jungla de las redes, y así dejar de lado el rol de jefe de Estado, que se dirige a todos para la construcción del futuro.
Viernes, 31 de enero de 2025 01:54
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El presidente Javier Milei retorna al país después de una gira por Estados Unidos para la asunción del presidente Donald Trump y por Suiza para la reunión de Davos, dejando titulares de batalla cultural y sin ningún resultado concreto para la Argentina.

La visita histórica a Estados Unidos refleja la afinidad política entre Milei y Trump, pero más allá de un par de selfies con miembros de su próximo gabinete, no se conoce ningún avance en particular. No hubo tweet sobre la exportación de limones. Del mismo modo, el viaje a la reunión anual del World Economic Forum en Davos tuvo más que ver con volver a pararse en una plataforma mundial para hablar de supuestos valores de una sociedad occidental, que lanzar un llamado inteligente y estratégico para atraer inversiones a la Argentina. La eterna distracción como estrategia.

El presidente juega a ser dueño de lo correcto al mismo tiempo que critica la corrección política. El discurso simple, banal y táctico de temas de batalla cultural fueron diseñados para alentar al algoritmo de su amigo Elon Musk, más que a realmente hablar sobre la Argentina: un país plural, amplio en opiniones y con una exquisita historia de pensamiento social y político.

Discurso desde la grieta

Una vez más, el discurso del presidente gira en torno de temas que separan, buscando la confrontación y discursos de odio y de miedo. A este mandatario dueño del mundo occidental le cuesta proponer ideas que unifiquen y demuestren cómo su gobierno después de un año de una gestión muy difícil pudo tener resultados en medio del caos económico. A los analistas e inversores que observan a la Argentina les importa saber qué piensa el presidente sobre la transición energética pendiente y no les interesa su parecer sobre la crítica hacia la supuesta cultura woke.

El discurso político que se opone a las ideas de consensos, de unidad, de mesura y también a la investidura presidencial, terminan siendo capitalizados en discursos de odio y división que puede terminar en violencia política.

No olvidemos que casi asesinan a la expresidenta en vivo por televisión y que el gobierno desreguló la tenencia de armas en diciembre de 2024. Los discursos de odio atraen violencia, y la violencia atenta contra la convivencia democrática. En un contexto de fragilidad económica y social, alentar a la violencia política y a la falta de civismo para ganar unos cuantos likes en redes sociales no solamente es absurdo sino también inmoral.

La convivencia democrática en la Argentina tiene una historia muy importante que ha pasado por momentos muy difíciles y por otros muy fructíferos, como por ejemplo la reforma de nuestra Constitución en 1994. Pero hoy vemos que el presidente, y otros partidos de ultraderecha en el mundo, prefieren sobreactuar un supuesto liderazgo moral adueñándose de razones que solo sobreviven en redes sociales que confrontar desde la política pública y el debate parlamentario.

Construcción del personaje

El presidente, en su discurso en Davos, no solamente abundó en datos que no son ni verdad, ni se apoyan en la realidad, ni tampoco tienen sustento científico, sino que también dejó una imagen de un personaje que está más dispuesto a ser tendencia que a honrar la investidura que le dio el pueblo en diciembre 2023. Parecería que Milei y su entorno olvidaron los votos constitucionales que los depositaron en el poder. La misma crítica aplica cuando gobiernos anteriores tenían de rehén a los disensos.

Ahora bien, el discurso en Davos, tan penoso como lo fue, no dejó ninguna propuesta en particular, ni tampoco hubo un llamamiento a invertir en la Argentina a aquellos que lo escuchaban. La única veta útil fue una entrevista donde al hablar del cepo, Milei se autodefinió como libertario, y no "libertarado". De alguna manera esa declaración demuestra un lado pragmático dentro de los dogmas políticos y económicos que exhibe su mandato.

Pero, más importante aún, demuestra que prefiere sucumbir ante la crítica ultra que sacrificar un largo plazo más favorable. La afirmación nace de una pregunta puramente económica, sobre el cepo, pero se debería trasladar a otros temas que también requieren de flexibilidad ideológica, aún cuando lo dejan en ridículo.

Por ejemplo: Javier Milei cree que hay que bajar impuestos solamente cuando hay superávit fiscal para poder generar una economía sustentable, pero la baja de impuestos al campo tiene más que ver con una necesidad de atesorar dólares de ese sector que a ayudar al sector. El presidente cree que la tasa monetaria es parte culposa de la inflación, pero al mismo tiempo los datos revelan que esa misma tasa monetaria se duplicó desde el año pasado para mantener la bicicleta financiera, que hoy parece ser el único programa económico de este gobierno. Javier Milei, el presidente libertario, cree que Trump es un genio económico, pero al mismo tiempo no le critica su política comercial de tarifas. Javier Milei dijo en su primer discurso presidencial que "el que las hace las paga", pero no critica a Trump cuando perdona a más de 1000 personas que invadieron el Capitolio en el 2020. Al mismo tiempo, Milei considera su posición como un honor, pero utiliza la investidura presidencial para insultar, para dividir y para demonizar al que se atreva a pensar diferente.

El presidente no está exento del Código Penal Argentino. En particular el Artículo 213 bis se refiere a las organizaciones o asociaciones que tengan como propósito principal o accesorio imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza o el temor, tipificando y penalizando dichas conductas. Supuestamente la ideología libertaria está a favor de la legalidad como necesidad para ordenar a la sociedad y, claro, para proteger la libertad individual y de la propiedad. El presidente entonces, ¿es libertario o libertarado?

Las inconsistencias, a la larga, terminan destruyendo. El oficialismo no cuenta con una mayoría parlamentaria, apenas apoyos efímeros de líderes políticos, una economía en recesión, niveles altos de incertidumbre social y solamente la invisibilidad de la estabilidad online.

Haría bien en remarcar su discurso en Davos como un error para centrarse en los resultados que se esperan de cualquier presidente: liderar, unir, debatir y proteger a la convivencia democrática. Depender exclusivamente del rating de redes sociales y la TV para marcar agenda no nos van a llevar muy lejos cuando lo que es necesario es lo opuesto. Milei remarca su ideología rígida, piensa que puede dictar la totalidad de los valores en una sociedad plural mientras se olvida que sus promesas de cambio todavía están pendientes.

¿Como se explica el discurso falso de euforia cuando el RIGI tiene un solo proyecto aprobado y es de YPF, la empresa nacional que intentaron vender en la primera versión de la ley ómnibus? Quizás prefiera a un presidente "libertarado" con capacidad de consenso y moderación que un "liberal libertario" del siglo XIX.

* El autor es Co-Director Droit Consultores

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