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8 de Octubre,  Salta, Centro, Argentina
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Un recital en un país decepcionado

Miércoles, 08 de octubre de 2025 01:42
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El lunes, en el Movistar Arena, Javier Milei mostró una euforia que pareció triunfalista, pero fue la reacción de un presidente desbordado por traspiés que lo tomaron por sorpresa.

Milei debería saber que las infidencias de Diego Spagnuolo y el vínculo directo de José Luis Espert con un narcotraficante son, en primer lugar, el resultado de elegir funcionarios y legisladores en base al concepto de "lealtad y amistad". Es cierto que la oposición kirchnerista pegó carpetazos oportunos, pero esa es una práctica política sabida, instalada desde hace mucho en el país. La "casta" tiene esa destreza, pero Espert y Spagnuolo le dieron servida la oportunidad.

Será muy difícil levantar el aplazo en las elecciones de este mes, pero para seguir gobernando, Milei debe analizar por qué se erosionó una parte sustancial de su caudal electoral. Tiene que empezar a pensarse como primer magistrado de la Nación y no como un rockero punk. La banda presidencial es la celeste y blanca, no una murga pop integrada por Lilia Lemoine en coros, Bertie Benegas Lynch en batería, Joaquín Benegas Lynch en guitarra y otros funcionarios que mantienen su alineamiento.

Enfundado en sacos de cuero negro, desaforado, desde el escenario, Milei adaptaba obras clásicas de Charly García, Gilda y Sandro, para convertirlas en arenga libertaria dentro de un show; o proyectando un video estilo Star Wars, donde Cristina y Kicillof son los malos y él, el héroe, solo parece negar la realidad y buscar el mundo sensacionalista de las redes sociales y la espectacularidad de los paneles de televisión que, hace dos años, le permitieron llegar al poder pisando como, si fueran piedras en un río, a los adversarios que evocaban y representaban las políticas fracasadas ante un país decepcionado.

Lo que no percibió ahora es que eso es tiempo pasado. El escándalo protagonizado por Espert destrozó el mito de "la casta" como responsable único de los males de la Argentina. Y las dificultades del equipo económico para sostener el plan de saneamiento fiscal, el equilibrio cambiario, el descenso del riesgo país y, sobre todo, para resolver el problema del empleo, el salario y la economía doméstica abatieron la ilusión libertaria.

Incluso, presentar ayer un libro que intenta explicar un milagro que la gente no percibe, es el colmo de la fragilidad.

El espectáculo rockero mostró a un Milei que se refugia en su primera fortaleza: el núcleo duro que apuntaló el 30% inicial de sus votos en las PASO de 2023. Con eso, no le alcanza para gobernar. Ni para ganar. El vacío de liderazgos que le permitieron llegar sigue intacto. No hay alternativa para Milei, porque nadie quiere volver al pasado. Pero él no muestra perspectivas de futuro. La encrucijada es para la Nación entera.

Si Javier Milei se decide a abrir los ojos y reconstruir alianzas con aquellos que creen en la democracia, especialmente, con quienes apoyaron la gobernabilidad a lo largo del año pasado, incluidos los gobernadores y la vicepresidenta Victoria Villarruel, el horizonte los próximos 24 meses empezaría a despejarse para el país.

 

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