inicia sesión o regístrate.
Este artículo intenta contar una historia poco conocida e incluso en muchos aspectos desconocida sobre los inicios del plan atómico argentino.
Hay que situarse en los años posteriores a la segunda conflagración mundial, la llegada de Perón al gobierno, la carrera de las naciones por apropiarse de la fuerza del átomo, la posibilidad de abastecerse de materias primas nucleares en el territorio, la mano de obra científica altamente calificada y desocupada en los países devastados por la guerra europea, el crecimiento económico exponencial de la Argentina del trigo y de las vacas, entre otros múltiples asuntos.
Plan quinquenal técnico
Perón empoderó al Dr. Agustín E. Riggi (1904-1979) como director general del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" y lo dotó de un presupuesto muy generoso y acorde a las nuevas necesidades del organismo. Riggi crea allí un "Instituto Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales" que tenía precisamente las funciones de investigar sobre los recursos mineros del país y sus aplicaciones industriales y tecnológicas. La filosofía desarrollista del gobierno marcaba que era crítico "…saber qué tenemos, donde se halla y como aprovecharlo".
Con ese norte, luz y guía se encaró el Plan Quinquenal Técnico Integral de Obras Públicas (1947-1951). De esa fuerza conjunta participó también la Dirección General de Fabricaciones Militares, la Dirección Nacional de Minería y el Banco de Crédito Industrial. Uno de los objetivos era encarar el tema nuclear.
Uranio en Salta y Patagonia
La historia del científico austríaco Ronald Richter que embaucó a Perón con el dominio del átomo a través de la fusión nuclear controlada como fuente de energía casi ilimitada, la isla Huemul y Bariloche es ampliamente conocida. Pero hay otra historia desconocida y la vamos a abordar aquí. Por un lado, había que buscar minerales radiactivos. Una manera rápida de hacerlo era recorrer las colecciones y las vitrinas de los museos mineralógicos y con un contador tipo Geiger detectar las radiaciones. Al parecer eso se hizo y posiblemente en el caso de Salta se detectaron muestras de óxido de uranio de alta pureza (uraninita) que provenían de las pegmatitas de los Nevados de Cachi-Palermo.
Tal vez esta fue la razón de que tres geólogos del "Bernardino Rivadavia", el ruso Gregorio Gagarin (1912-1950) y los argentinos Eduardo Oscar Harispe (1920-1950) y Roberto Félix Camps (1922-1950) vinieran a Cachi en 1950 donde se accidentaron y ofrendaron sus vidas en aras de la ciencia.
También observando muestras de colecciones de la Patagonia descubiertas por el sabio alemán Anselmo Windhausen, la Dra. María Teresa Carri de Riggi (1906-1989), esposa del ya mentado Agustín Riggi, dio con minerales radiactivos en lo que más tarde se convertiría en la zona uranífera más rica del país.
Dicho hallazgo dio pie al "Expediente Secreto" N° 277/52 de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), tema histórico ampliamente desarrollado por el académico Víctor A. Ramos. Al presente en esa región de Cerro Solo en Chubut hay cubicadas 8.000 toneladas de uranio entre recursos medidos e inferidos. Lamentablemente hoy la Argentina no explota ni un gramo de todo el uranio que tiene en su territorio e importa el combustible nuclear para sus centrales atómicas.
Un sabio del Báltico
Dentro de esta historia de los inicios de la energía atómica en nuestro país hay un personaje de alto calibre del cual se tiene muy poca información y que pasó bajo el radar de los historiadores de la ciencia. Se trata del Dr. Helmuth Freimuth (1898-1960), también escrito como Hellmuth Freymuth. Este científico llegó al país en 1947 para trabajar en el Museo "Bernardino Rivadavia" junto a Agustín Riggi, Jorge Cuomo, Gregorio Gagarin y otros que formaban el Instituto de Investigaciones de las Ciencias Naturales.
Freimuth nació el 12 de octubre de 1898 en Tallin, la capital de Estonia sobre el mar Báltico y falleció en Buenos Aires el 9 de septiembre de 1960, a los 61 años. Fueron sus padres Johannes Reinhold Freimuth y Amalie Freimuth, casó con Alide Freimuth y tuvo una hija llamada Laine Rittler Freimuth (1924-2015), fallecida en Buenos Aires a los 90 años. Luego de completar sus estudios en Estonia pasó a Petrogrado (San Petersburgo) donde estudió ingeniería electrónica. Luego estudió en Francia en la Universidad de Nancy donde obtuvo nuevos títulos en ingeniería eléctrica (1922) y finalmente se doctoró en Física en la Universidad de Toulouse (1924). Ya doctorado regresó a Estonia donde por el lapso de dos décadas cumplió numerosos roles en organismos del estado civiles y militares, empresas privadas, profesor universitario en la Universidad Tecnológica de Tallin, entre otras funciones. Entre 1944 y 1945 pasó a la Universidad de Rostock (Alemania) para trabajar en el campo de la ingeniería atómica.
Téngase presente que eran los últimos años de la guerra y Alemania había logrado grandes avances en el campo atómico y contaba con centenares de científicos de alto nivel trabajando en el tema. Sin embargo, el dato que más llama la atención es que desde 1945 a 1947, terminada la guerra, Freimuth fue a trabajar al Instituto de Física de la Universidad de Copenhague, en el laboratorio de investigación del núcleo atómico, nada menos que junto a Niels Bohr (1885-1962).
Este gran físico teórico danés fue el autor del modelo del átomo y jugó un papel fundamental en la comprensión de la fisión nuclear y en la construcción de la primera reacción en cadena controlada, que es la base de la energía nuclear. Había sido galardonado con el Premio Nobel en 1922 y era una celebridad en el mundo de la física cuántica.
Con esos pergaminos bajo el brazo llegó Freimuth a Buenos Aires en 1947. Esto es ingeniero y doctor en Física formado en Estonia, Rusia, Francia, Alemania y Dinamarca. Llegado a la Argentina se incorporó al "Instituto Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales" del Museo "Bernardino Rivadavia".
Prolíficas publicaciones
Allí arranca a trabajar junto a su director A. E. Riggi, J. R. Cuomo y el ruso G. Gagarin, entre otros. Inicia una intensa actividad de publicaciones científicas en revistas técnicas y por otro lado de divulgación en el campo de la física atómica. A ello deben sumarse libros de textos y material didáctico sobre los complejos temas de la energía nuclear. Curiosamente era un creyente fervoroso y miembro activo de la iglesia luterana. Sus publicaciones científicas en Argentina, hasta donde sabemos, arrancan en 1949. Uno de sus primeros artículos fue "Contribución a la perspectiva de utilización de la energía atómica en la Argentina" en la Revista del Museo "Bernardino Rivadavia" (Ed. Coni, 64 p., 1949).
Ese mismo año y junto a A. E. Riggi y G. Gagarin publicó "Hipótesis sobre la heteromorfia del magnesio". Con los mismos coautores publicó en 1951 un trabajo titulado "Hipótesis acerca del origen termonuclear de los elementos y vinculación geoquímica entre algunos elementos" (Ed. Coni, 120 p.)
En 1954 da a conocer su trabajo "Los isótopos estables y radioactivos en la investigación científica" (Ed. Coni, 87 p.) y en 1959 un estudio sobre "Acondicionamiento para la formación termonuclear de los elementos poco frecuentes". Se aprecia también su interés en el estudio de la mineralogía y al menos se conocen dos contribuciones importantes en ese sentido.
En 1955 publicó como único autor el estudio espectrográfico del mineral de uranio "gummita" como hallazgo argentino. En realidad, luego se demostró que se trataba de minerales de alteración que se forman alrededor de la uraninita.
En 1959 Freimuth publicó junto a Miguel Butschkowskyj y Aldo Mario Orlando un trabajo sobre un mineral de wolframio titulado: "Nuevas existencias de hubnerita en la Argentina (al noroeste de Somuncura, Río Negro)", también en la revista del "Bernardino Rivadavia".
"Mundo Atómico"
Ahora bien, Freimuth fue un gran divulgador de sus saberes en múltiples campos del conocimiento y publicó más de 25 contribuciones en la revista argentina de divulgación científica "Mundo Atómico" que salió en Buenos Aires entre 1950 y 1955. Clara Ruocco escribió un interesante libro sobre esta revista (Ed. Tren en Movimiento, 128 p., Bs. As., 2021). Se encuentran allí los trabajos de Freimuth sobre los procesos atómicos de fusión, fisión y reacción en cadena; una descripción del daño causado por las bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima en 1945; consideraciones sobre el agua común y el agua pesada; la evolución del método de medición de la radiactividad a través del uso de placas fotográficas; las reacciones termonucleares en las estrellas; la hipótesis sobre el origen termonuclear de los isótopos de los elementos livianos que entran en la composición de las rocas magmáticas; el tamaño y la masa de Plutón; el uso médico de los isótopos de cobalto-60 y oro-198; la seguridad y protección de las personas ante isótopos radiactivos; la construcción de reactores nucleares; los actínidos y la tabla periódica de los elementos químicos, entre muchos temas más de los campos de la física, química, nucleónica, medicina y astronomía.