PUBLICIDAD

¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
13°
17 de Diciembre,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

El bochorno que encarna la crisis nacional

Miércoles, 17 de diciembre de 2025 01:37
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Durante la sesión preparatoria en la que juraron los nuevos diputados, algunos lo hicieron por "Cristina libre", "no venda la patria", "íPor Guillermo Moreno!" … , enmarcado en el canto de los diputados de la LLA a favor del presidente Milei. Todos presenciamos un espectáculo bochornoso en una ceremonia que merecería un acto solemne, porque el rol legislativo es esencial para la democracia y la república.

En la primera semana de diciembre asumieron legisladores nacionales, provinciales y concejales. En todo el país juraron quienes obtuvieron una banca en las elecciones realizadas en octubre. Desde los filósofos griegos y hasta nuestros días, el juramento es un acto solemne de compromiso: por ejemplo, la lealtad militar a la bandera y las armas que son los símbolos de la guerra; el compromiso por amor "hasta que la muerte nos separe" o por la república y las leyes, para cumplir la ley y la constitución. De ese modo, se constituyen en actos sometidos a la indagación pública porque los hombres, a decir de los antiguos "no eran fieles ni creíbles", luego, debían recurrir al juramento.

Las fórmulas

La Constitución Nacional en su artículo 67 manda a "senadores y diputados el juramento de desempeñar debidamente el cargo, y de obrar en todo de conformidad a las mismas"

Para llevarlo a cabo, se establecen, en el Reglamento de la Honorable Cámara de Diputados, cuatro fórmulas, de un texto acordado, de las cuales se puede elegir una: 1º, juramento de desempeñar fielmente el cargo (simple); 2º, por Dios, la Patria y los Santos Evangelios; 3º por Dios y la Patria; y 4º, por la Patria.

Cada representante elegido tiene la obligación de jurar. La toma del juramento por el presidente de la asamblea legislativa con la entrega de un diploma es el acto que consuma su pertenencia al cuerpo y el juramento con la mano sobre la Biblia o la Constitución son el compromiso con la palabra empeñada con quienes votaron.

El discurso agregado

El 29 de noviembre de 1989, además de la fórmula, un diputado declaró que también juraba por la clase obrera y su lucha por constituir una sociedad socialista, es decir, agregaba un discurso posterior al de las frases reglamentarias.

Aunque el presidente de la asamblea impugnó la acción aclarando que su juramento ya había concluido con las frases previstas en el reglamento, la secuencia continuó en los años posteriores y presenciábamos las juras: por "Néstor y Cristina", por los treinta mil desaparecidos" o por "las fuerzas del cielo". El 3 de diciembre, en el Congreso 

de la Nación, las legislaturas provinciales y los consejos deliberantes, durante el acto de juramento, se escucharon las frases agregadas: "Cristina libre", "no venda la patria" y el canto de los diputados de la LLA a favor del presidente Milei. Convirtiendo un acto de compromiso cívico en un espectáculo bochornoso.

Los símbolos

El Palacio del Congreso de la Nación, fue pensado desde el Siglo XX como el símbolo de la Democracia, que vinculado por la avenida de mayo con la Casa Rosada , representan el poder democrático que gobierna Argentina.

En el hemiciclo, el salón principal en forma de semicírculo donde se realizan las sesiones plenarias del parlamento, se efectúa la ceremonia en la que cada dos años, en un acto personalísimo donde cada legislador electo que camina sobre las alfombras de color púrpura – una tradición que hacen honor a los legisladores romanos – se le toma juramento en la monumentalidad del palacio que exhibe una escala muy superior a la humana, simbolizando el poder del estado.

Como decíamos, en este lugar que representa la República y donde se sancionan las leyes se combinaban – durante la ceremonia de juramento – la vestimenta estridente, las frases ofensivas, los gestos descalificantes que enmascaraban a quienes con la a credencial de "no ser político" o "ser un militante político" atentaban contra los símbolos del poder democrático.

Los símbolos en el acto de juramento contienen una promesa política de la cual son receptores los nuevos legisladores, ya que juran "por Dios y por la Patria" y ella conlleva un programa de acción con propuestas que instaurarán nuevas realidades y representa y crea expectativas. Es palabra y acción de lo que deseamos para que nuestros representantes lo hagan realidad.

La promesa es eminentemente política porque la fe en la palabra dada estructura la relación con el elector, ante el cual se responsabiliza y debe responder por su cumplimiento, por eso dice "que Dios y la Patria me lo demanden".

También es comprometerse, es decir, ligarse social y políticamente a otros para aventar el azar y la incertidumbre. Así, el presidente Javier Milei, en su reciente visita a Córdoba, dijo "vengo a renovar el compromiso con los cordobeses" explicando que había mandado una ley a las sesiones extraordinarias del congreso para "combatir a los comunistas que quieren torpedear al equilibrio fiscal y su programa económico" prometiendo cárcel para ellos, es decir, recordó e hizo público el compromiso de los legisladores de la LLA con sus votantes (diputados, algunos de los cuales que suelen brindar espectáculos libertarios también reñidos con la ley y la tolerancia).

En las promesas anida la espera y la confianza, como una fe laica amalgama ideas y personas que prefiguran la esperanza en la construcción de un camino, un rumbo, un horizonte o por el contrario la desazón por el incumplimiento a la traición de la palabra empeñada.

Entonces, la principal potencia de una promesa para la política y para la dinámica democrática se basa en el respeto de los símbolos, el compromiso férreo con la palabra en un juramento, y la promesa de un horizonte mejor para todos.

En suma, si todos los que creemos en la República seguimos votando (muchas veces, por falta de opciones) a quienes no conocen, no se interesan, y no respetan los símbolos de la democracia en el recinto donde el pueblo debate y dialoga a través de los que deberían ser sus representantes, el templo republicano donde se hacen las leyes que signan nuestro futuro individual y colectivo, y si admitimos que nos obliguen a presenciar un espectáculo bochornoso en lugar de un acto solemne que reivindica el orden, la tolerancia, la convivencia y la cooperación que nos exige la Nación, con su Constitución y sus leyes, con desazón, en dos años, lo volveremos a presenciar.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD