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En el profundo cañón rojo de la Quebrada de Las Conchas, en la ruta a Cafayate, a orillas del camino y unos pocos cientos de metros antes de "Puente Morales" aparecen las capas amarillas y hojaldradas formadas en el fondo de un antiguo lago que se remonta a unos 75 millones de años atrás.
Es el piso de un lago en una región volcánica entonces activa y allí se descubrieron cientos de esqueletos de ranas fósiles, fina y delicadamente impresos en arcillas. Esas ranas son un tesoro paleontológico; vivieron y compartieron su mundo con los dinosaurios y es uno de los descubrimientos fósiles más llamativos de los realizados en la provincia de Salta.
Las ranitas fósiles fueron descubiertas en 1958 por geólogos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y resultaron ser muy importantes para la ciencia paleontológica por sobrados motivos, entre otros, el hecho de su antigüedad, ya que vivieron al mismo tiempo que los dinosaurios. Veamos cuál fue la crónica y las consecuencias del casual y feliz hallazgo.
Una laja con sorpresas
Hacia fines de la década de 1950 los geólogos argentinos estaban enfrascados en la búsqueda del mineral que había cambiado la historia del siglo XX: el uranio. Una comisión, encabezada por Miguel A. Ibáñez y su ayudante de campo Mario A. Raskovsky, se encontraban prospectando en el camino a Cafayate, siguiendo el curso del río de las Conchas. Eran las últimas horas de la tarde cuando decidieron medir la radiactividad en unas rocas amarillentas intercaladas con coladas de lavas basálticas que se distinguen perfectamente de las rocas rojas que abundan en esa región.
Esas rocas yacen a orillas de la ruta nacional N° 68, a unos 19 km al sur de Alemanía, en el lugar conocido como Puente Morales.
En eso estaban, cuando Raskovsky rompió una laja en la que apareció un impecable esqueleto de anuro, cuyos huesos de color negro resaltaban perfectamente sobre un fondo pardo grisáceo. Entusiasmados con el casual descubrimiento, se pusieron a buscar frenéticamente encontrando unos pocos ejemplares más, hasta que la noche les cayó encima.
Al llegar a Salta dieron cuenta del hallazgo a la CNEA por un lado y también a la Facultad de Ciencias Naturales de Salta que en ese momento dependía de la Universidad Nacional de Tucumán. Había en ese entonces una orden interna de la CNEA de que cualquier fósil que encontrasen las comisiones exploradoras de la institución debían reportarse a Buenos Aires donde mandaba con autoridad indiscutible el Dr. Pedro Nicolás Stipanicic, a quien respetuosamente apodaban "El Zar". Un yacimiento de uranio en el Valle del Tonco en Salta lleva precisamente el nombre de "Pedro Nicolás" en su honor.
La noticia del hallazgo de las ranas fósiles corrió como reguero de pólvora y numerosas comisiones partieron al lugar en los días siguientes. La Facultad de Ciencias Naturales de Salta designó una comisión de geólogos y paleontólogos integrada por Rodolfo Parodi Bustos, Marcelo Figueroa Caprini, Jorge Lucas Kraglievich, Guillermo del Corro, Ramón Rosa de la Vega, Jorge Pedro Daud y Félix Venancio Lorenzo. Desde junio a septiembre de 1959 estuvieron viajando al lugar y prospectando fósiles y el 13 de octubre de ese año brindaron una conferencia pública en el Museo de Ciencias Naturales del Parque San Martín.
Como resultado de las observaciones a partir de unos 30 ejemplares de ranitas fósiles surgió un importante trabajo geológico y paleontológico, que fue publicado en Salta en 1960, en el que bautizaron a dichas ranitas como Eoxenopoides saltensis, y donde se las comparaba con ranas fósiles afines que se habían encontrado en África (Eoxenopoides reuningi, Haughton, 1931).
¿Con primas africanas?
Por su parte la CNEA, cumpliendo órdenes superiores, envió los ejemplares a Tucumán y se los confió para su estudio al biólogo y paleontólogo Osvaldo A. Reig, quién muchos años después, exiliado del país, alcanzó prestigio internacional.
Reig vino a explorar el lugar en 1958 y obtuvo numerosos ejemplares nuevos. Reig, por su parte, no compartió que fueran el mismo género africano y bautizó a las ranitas como una nueva especie para la ciencia, llamándola Saltenia ibanezi (por la provincia de Salta y por uno de sus descubridores, Miguel Ibañez), publicando sus resultados en 1959 en la revista de la Asociación Paleontológica Argentina (Primeros datos descriptivos sobre los anuros del Eocretáceo de la provincia de Salta. "Ameghiniana" T. I, Nro. 4, pp. 3-8). Ibañez, por su parte mandó a publicar un estudio geológico en la revista del Instituto Miguel Lillo: Acta Geológica Lilloana (T. III, 1960). La "guerra de las ranitas" siguió con estudios que iban y venían al punto que el trabajo de Reig fue enseguida rebatido por Parodi Bustos y Kraglievich en la Revista del Museo de Ciencias Naturales de Salta (T. I, N° 2, 1960).
Polémica de alto nivel
El 12 de agosto de 1962, Parodi Bustos volvió a referirse al tema en una nota periodística en el diario El Tribuno de Salta. Y de nuevo en 1962, como único autor, Parodi publicó un trabajo donde comparaba las ranas salteñas con otras de Patagonia descubiertas por Rodolfo Casamiquela y bautizadas como Shelania pascuali. La gran discusión entonces era saber qué pasaba con las ranitas en esa época.
Si realmente era la misma especie en África y América del Sur entonces no quedaban dudas que los continentes habían estado unidos hasta entonces en el marco de Gondwana. La otra es que ya los continentes se habían separado y las ranitas para estar a ambos lados deberían haber saltado miles de kilómetros desde Cafayate hasta el sur de África lo cual era imposible desde todo punto de vista. Eran tiempos de cambios de paradigmas entre el fijismo y el movilismo de los continentes, con una naciente tectónica de placas, y estos temas realmente importaban.
De allí el éxito explosivo que tuvo la noticia de esa revolución de las ranitas fósiles. Francisco Anguita Virella, gran geólogo español y autor de decenas de libros universitarios, luego de su visita a Salta comentó el tema en una de sus obras principales. Y la ilustró con una foto de una de las ranitas salteñas que se descubrió en el lugar.
Volcanes letales
En 1981, el tema fue abordado y saldado por la prestigiosa paleontóloga Ana María Báez, quién sobre la base de 297 ranitas fósiles publicó un extenso estudio, también en la revista Ameghiniana, llegando a la conclusión de que se trataba de anuros pípidos, que tienen todavía representantes en las regiones tropicales. Lo que hoy se sabe es que unos 75 millones de años atrás, esa región del camino a Cafayate tenía un paisaje muy distinto con volcanes activos, grandes ríos, planicies fluviales y lagos. Al parecer las cámaras magmáticas llegaban cerca de la superficie, interferirían con el agua freática, reaccionaban violentamente y generaban explosiones volcánicas formando cráteres que se llenaban de agua para dar lagos.
Luego los lagos se colonizaban con plantas, peces, insectos, ranas y otros animales que formaban ecosistemas y cadenas de alimentación. Al parecer, en repetidas oportunidades los volcanes calentaron, o bien, envenenaron, las aguas de los lagos en que vivían las ranas, generando una mortandad masiva.
Las ranas muertas cayeron al fondo, donde fueron tapadas por limos y arcillas, y luego sus esqueletos se fosilizaron reemplazados con el fosfato colofana.
La calidad de preservación de los esqueletos de las ranas convierte al lugar en un "lagerstatten", calificación para lugares que muestran preservación excepcional de restos fósiles.
Las fuerzas tectónicas que levantaron los Andes y la acción erosiva de los ríos modernos dejaron a la vista las capas del antiguo lago.
Tesoros aún escondidos
Las investigaciones realizadas en los últimos años indican que esas ranas eran carnívoras y junto a ellas se han encontrado también insectos fósiles y numerosos restos de plantas acuáticas.
En 2003 tuve el honor y la oportunidad de prospectar ranas fósiles en ese lugar con las prestigiosas paleontólogas de la Universidad de Buenos Aires, las doctoras Ana María Báez y Claudia Marsicano. Por su parte Fernando Novas reportó el hallazgo de la pata de un ave Enantiornites (Intiornis) y un hueso suelto de un dinosaurio terópodo aún no clasificado.
Es interesante destacar que las rocas que contienen a las ranitas fósiles son un miembro de la Formación Las Curtiembres, del Subgrupo Pirgua (Grupo Salta) de la terminología estratigráfica del noroeste argentino, las cuales están plegadas en la forma de un sinclinal. Hoy, el llamado "Sinclinal de las Ranas" es famoso en la literatura paleontológica argentina y mundial y forma parte del área de reserva de la Quebrada de Cafayate, con valor de patrimonio natural. Constituye lo que se conoce como un Sitio de Interés Geológico (SIG), esto es una Geoforma con valor de Geositio en el marco del Geoturismo.
El sitio fue rescatado además por haberse filmado allí uno de los episodios de la película argentina "Relatos Salvajes" con Ricardo Darín.
Las capas del lago fósil pueden deparar aún muchas sorpresas dentro de la cadena trófica o de alimentación en que se encuentran las ranas, donde estas comían y a su vez eran comidas por reptiles y aves cuyos restos pueden estar aún escondidos esperando ser descubiertos por los paleontólogos. Las ranas fósiles de Puente Morales son un tesoro de la naturaleza y uno de los atractivos científicos valiosos de la provincia de Salta.