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La ajetreada gestación de la cátedra de Economía Política en la Argentina

Martes, 09 de diciembre de 2025 01:44
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El 12 de agosto de 1821, Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia firmaban el Edicto de creación de la Universidad de Buenos Aires, un proyecto iniciado en el siglo XVIII con el Virrey Vértiz, las respuestas de los Cabildos secular y eclesiástico, la Real Cédula de 1779; empero; hilos sutiles retrasaron el expediente durante veinte años, hasta que el Mensaje de Pueyrredón, el decreto del Congreso de 1819, los trabajos de Antonio Sáenz, el concordato con el Gobernador del Obispado y el apoyo del gobierno de 1821, dan origen al nacimiento de la Universidad.

La resolución gubernativa del 13 de junio de 1821 y el decreto de 8 de febrero de 1822, establecen el Plan sobre el que se edificaba la Universidad. ¿Qué significaba la inclusión de la cátedra de Economía Política en el plan de estudios de la nueva Universidad? ¿Qué importancia le daba el Gobierno a la nueva materia? ¿Qué era la Economía Política en esa época? ¿No era acaso la Economía Política algo consustancial con la Revolución y la Libertad?

La creación de la Economía Política como ciencia, en la segunda mitad del siglo XVIII, en sus dos grandes escuelas, la de Adam Smith y la de los Fisiócratas, fueron una coincidente doctrina de libertad contra los monopolios, las restricciones y el mercantilismo. Enseñar, pues, Economía Política era enseñar libertad de comercio, libertad de trabajo, libertad de tránsito para los hombres y sus cosas.

Manuel Belgrano que fue a España a estudiar Derecho se entusiasmó con la Economía Política, ideas que cundían por España con furor. De regreso a su patria, publica los "Principios de la Ciencia Económico- Política", y enseña esta ciencia a través de las Memorias del Consulado y más tarde en el "Correo de Comercio". Todo el "Semanario del Agricultura" está impregnado de la nueva ciencia.

Y, ¿Qué es la "Representación de los Hacendados" sino un documento de alta doctrina de los principios de la Economía clásica? Moreno cita a Adam Smith, de quien afirma que es sin disputa, al decir de Jovellanos, el Apóstol de la Economía Política. En los tiempos de Rivadavia, nos encontramos con la "Tertulia de Luca" y su grupo de economistas, que con tan vivos colores ha descripto Vicente Fidel López en su "Historia de la República Argentina". Y allí desfilan Vicente López y Planes, encargado del Registro Estadístico y luego de la cátedra en la Universidad, Juan Bernabé y Madero, formado en la escuela española de Campomanes y en las tradiciones fisiocráticas de Campillo; Juan Manuel de Luca, que contaba con su experiencia de Contador General del Estado y Santiago Wilde, pariente y discípulo de James Mill. También en la "Sociedad Literaria", en el "Argos" y en "La Abeja", estos ciudadanos y otros se ocupan con afán de los problemas económicos.

No era nueva la preocupación en el país por la Economía Política, lo nuevo era la enseñanza de la materia, que por otra parte era rara en el mundo. Atemorizaba la palabra "política" aplicada a una disciplina científica. No la miró con buenos ojos el Imperio de Francia, ni tampoco la Restauración, ni los Gobiernos de la Santa Alianza. La materia llevaba en sí misma la doctrina de la libertad.

La situación en Europa

En Inglaterra la primera cátedra se creó en homenaje a Ricardo por sus amigos a la muerte de éste en 1823. Adam Smith solo enseñó Lógica y Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow. Ricardo se dedicaba a los negocios, escribía libros y panfletos y actuaba en el Parlamento. Sólo Malthus desempeñó desde 1804, junto con su misión evangélica en Aislesbury, cerca de Londres, una vaga cátedra de Historia y Economía Política en el Colegio de la Compañía de las Indias Orientales.

En Francia, Juan Bautista Say había dictado con gran éxito en 1815 un curso privado en el Ateneo; pero en la enseñanza pública era grande la resistencia. El curso de la Escuela de Derecho había sido creado pero no se dictaba; y en el Conservatorio de Artes y Oficios tuvo que modificarse el título de la materia en 1820, para que Say enseñara "Economía Industrial". En el Colegio de Francia, recién se creó propiamente la primera cátedra de "Economía Política" en el año 1831 y la desempeñaron con brillo durante un cuarto de siglo Juan Bautista Say, Pellegrino Rossi y Michel Chevalier.

En Alemania había cátedra en alguna que otra Universidad, pero eran cursos donde no podían tratarse cuestiones vitales o debían acomodarse a la política militante.

En Italia se había creado en Nápoles en 1754 una cátedra de comercio y mecánica, que Antonio Genovesi transformó en "Economía Civil", y en Milán se creó otra para el Marqués de Beccaria: ambas habían dejado de funcionar.

En Brasil, al trasladar el Príncipe Regente la Corte de Portugal, creó para su Consejero José da Silva Lisboa, después Vizconde de Cayrú, en Río de Janeiro, la primera cátedra americana. Rivadavia recibió apoyo a sus ideas para la nueva cátedra desde algunos personajes de Francia. De tal suerte, Antoine Louis Claude Destutt, marqués de Tracy, quien en 1801 acuñó el término "ideología" en su obra "Elements D´Idéologie" (Elementos de Ideología) en cuatro tomos y entendiendo el concepto como ciencia de las ideas, le escribía en 18 de noviembre de 1822: "A la verdad, es una bella institución la de una cátedra de Economía y otra de Ideología".

Otra misiva provino de Sebastien Louis Saulnier, auditor del Consejo de Estado y director de la "Revue Britanique", en 15 de febrero de 1822 le expresa: "Veo Señor que, gracias a vuestro celo, la juventud recibirá en vuestra patria una instrucción muy diferente y verdaderamente útil. Nada puede serlo más que el estudio de la Economía Política. Cuando sean verdaderamente comprendidos sus preceptos, espero que todas las sociedades sean felices y tranquilas y renunciarán a despedazarse entre sí para arrebatarse mutuamente el producto de sus trabajos".

No obstante el entusiasmo imperante, la cátedra nacía bajo malos auspicios por los obstáculos que le oponían "el estado del país y el de la ciencia misma". Esta dificultad se reducía a la dificultad de encontrar profesores y que escaseaban los libros de enseñanza.

La nueva cátedra no se concebía solamente como simple enseñanza de principios teóricos, sino en función del estudio de hechos sociales argentinos. Es conveniente recordar los considerandos del Decreto de 28 de febrero de 1823 que señalan la orientación: "Crece la urgencia con que la situación de estos pueblos reclama la adquisición de tan importantes nociones y aún lo que importa más el crearse la aplicación de la teoría de esta ciencia a la práctica correspondiente a países tan nuevos, y lo que por tanto difieren en gran parte los principios que rigen y que son adoptables a naciones en que la población ha subido al grado de embarazarse, en que la acumulación de capitales disminuye la entidad de sus productos, en donde las necesidades, la moral y los hábitos formados por tantos siglos y tantos sucesos, tienden al aumento del trabajo y en donde la industria y las luces proporcionan una concurrencia que viene a ser más fecundas que ellas mismas".

Para los gestores de esta cátedra, quedaba claro que la Economía Política era la ciencia que estudiaba las leyes que rigen la producción, la circulación, la distribución y el consumo de la riqueza. También comprendía en ella el estudio de los gastos del Estado y de los recursos necesarios para proveer a ellos. En la parte dispositiva del Decreto se establece que la duración del curso será de dos años. Correspondía al primero la teoría de la ciencia, utilizando el texto "Elementos de Economía Política" de James Mill (del cual había traducción en Buenos Aires). En el segundo año se dictaba la aplicación a la Economía Doméstica y Comercial y a la Estadística y Administración de la Hacienda Pública.

Los profesores

Vicente López, creador del Himno Nacional, fue el primer profesor designado. Empero, como se le comisionó a crear el Registro Estadístico de la Provincia no pudo hacerse cargo. Para cubrir la cátedra fue designado el Dr. Pedro José Agrelo, egresado de la Universidad de Chuquisaca, tuvo una actuación pública de destacados relieves en los tres primeros lustros de la Revolución. Ejerció el cargo en el año 1824. Fue Dalmacio Vélez, entonces un joven abogado cordobés de 26 años, el reemplazante en el dictado de la materia. Rivadavia inició y alentó a Vélez en los estudios económicos y financieros, de allí su incorporación a la Comisión de Hacienda del Congreso y su nombramiento en la cátedra, la que ejerció desde 1826 hasta 1828. Completa la nómina de profesores el Dr. Juan Manuel Fernández de Agüero, designado en 1829 por el Gobernador delegado, Almirante Brown.

Una materia proscripta

La Economía Política en cuya enseñanza los espíritus libres fundaran tantas esperanzas, desaparece por un cuarto de siglo de la Universidad de Buenos Aires: "la barbarización principia, dice Groussac, con suprimir por "inútiles" algunas cátedras universitarias, hasta que, en abril de 1838, se procura la extinción de la Universidad misma. Y es natural que se comience por la Economía Política, la materia más rivadaviana, la más unitaria.

En el "Manual de la Universidad" que en 1833 redactan por encargo oficial Valentín Gómez, Vicente López y Diego Zavaleta, figura la materia reducida a un curso y el texto de Mill como obligatorio, pero no se dicta la clase y no se enseñará hasta después de Caseros. El polvo se posó lentamente sobre ella. Es en la proscripción, en Montevideo y en Chile, en los estudios de Echeverría, de Varela, de Alberdi y de Fragueiro, que se continúa una tradición argentina que tenía antecesores ilustres de nuestra Revolución. La educación como tal, no debería estar al servicio de un determinado tiempo político, sino al beneficio del sujeto, de su libertad y de la comunidad.

 

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