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Tres notas publicadas el domingo 9 de febrero en este diario inspiran el presente artículo. Ellas reflejan cierto estado de cosas en Salta, que inciden en nuestra proyección nacional, regional-nacional (NOA-Norte Grande) y regional-internacional (Centro oeste suramericano y Suramérica). Esa predisposición será siempre resultante de una lúcida, responsable y paciente construcción colectiva. Además, inacabable.
Sin embargo, no terminamos de asumir la significancia geoestratégica de tal perspectiva tridimensional, para actuar en consecuencia. Toda política de estado debe responder a un proyecto superior, asumido por los gobiernos que se sucedan, cuya impronta se plasmará en la selección de objetivos y prioridades.
Brevísimo resumen y comentarios
* En "Avanza otro proyecto energético en la Puna", el cronista informó una reunión en el Ministerio de Infraestructura, en la cual una importante empresa ofreció invertir u$ 400 millones para abastecer de electricidad los yacimientos mineros ubicados en la puna salteña.
* Roberto Dib Ashur, en "Un nuevo rumbo para la Argentina", propuso una agenda de desarrollo a 30 años vista, la cual requiere nueva coparticipación federal, infraestructura para la integración productiva, apuesta a sectores estratégicos con mayor potencial de crecimiento (minería sustentable, energía limpia, nuevos alimentos, economía del conocimiento, turismo) y desarrollo del capital humano.
* Pablo Ferrer destacó -en "Corredor bioceánico: oportunidad estratégica para la minería salteña"- el viejo anhelo de unir puertos del sur brasileño con la oferta portuaria del norte chileno a través de una línea logística multimodal de integración comercial, el eje de Capricornio, destacando la ubicación estratégica de Salta.
Imposible no coincidir con el planteo general de esas publicaciones; pero -desde mi óptica- hay factores para señalar en función de una geoestrategia provincial insinuada pero no implementada en todos sus aspectos.
- Las propuestas insinuadas están de un modo u otro referenciadas en el Plan de Desarrollo Estratégico Salta 2030 (PDES 2030). Por ende, para estos y los aportes que sobrevengan es un marco referencial ineludible. Más aún, la sociedad salteña representada en el Consejo Económico Social tiene la manda legal de actualizarlo y ampliarlo; para eso se implementó la Comisión de Seguimiento en la ley de creación del CES (art. 2.4), y así no poner en riesgo la continuidad o, peor, el abandono del Plan 2030. Entiéndase: el Consejo existe porque le precedió el Plan.
- En cuanto a las medidas de Dib Ashur, pongamos énfasis en las cadenas de valor de toda materia prima industrializable salteña, en paralelo -sin dudar- con una conectividad provincial completa más la formación de capital humano para la economía del conocimiento en serio déficit. Se trata, pues, de acomodar esa visión con los contenidos del PDES 2020.
- Por su parte, el abastecimiento energético para nuestra puna va más allá de la minería. Luz eléctrica necesitan nuestros vacíos, desarticulados y desguarnecidos parajes andinos (… y chaqueños y vallistos); por tanto, no es solo tema de infraestructura sino de una planificación energética integral. ¿Qué ha previsto la Provincia al respecto? ¿El capital privado colaborará?
- Aunque valoro la importancia del corredor bioceánico que penetrará por territorio salteño, no se me escapa que los principales beneficiarios serán las industrias brasileñas y los servicios portuarios chilenos. Nuestro riesgo es el de simplemente ver pasar mercaderías de una punta a la otra, cargando combustible o parchando cubiertas. De allí que más importante que el nodo logístico multimodal de Gral. Güemes sean los parques industriales existentes en Salta, ninguno de los cuales funciona en plenitud por ausencia de proyectos económicamente articuladores.
- Por último, y a propósito de los intereses geoestratégicos de Salta, nunca desatendamos nuestras relaciones históricas con Santa Cruz de la Sierra y Tarija, que precisan tanto el ramal C 14 como del aprovechamiento integral de los ríos Bermejo y Pilcomayo.
Contexto internacional
En un contexto mundial de tanta incertidumbre como el que transitamos, es decisivo analizar a fondo -y desde las tres dimensiones arriba expuestas- las tendencias actuales de la política internacional. Mas por razones de espacio me limitaré a lo siguiente.
En un mundo que transita una era multipolar, la agenda de Milei nos reubicó en Occidente; otra cosa será adherir a libro cerrado a las impertinencias de D. Trump. Sí parece obvio que, si se destraban los conflictos en Ucrania y Palestina, sobre todo, avanzaremos a un nuevo equilibrio de poderes, en cuyo marco la sobregirada confrontación sino-norteamericana será una incidencia más. Ello no significa desconocer que la geoeconomía ya marca el ritmo en tiempos en que la globalización se regionalizó.
Por eso, en estas instancias, es oportuno recordar aquella lúcida observación de Isidro Ódena a inicios de la Guerra Fría: el mundo no se adapta a cada doctrina de los Estados, sino que las políticas se adecuan a los hechos.
Contexto nacional
Ahora bien, ¿cómo compaginar atávicas necesidades de Salta, el NOA y la RNGA con el confuso orden liberal-libertario, que nos lleva diariamente de la contradicción al pasmo?
Varias veces planteamos en estas páginas que, pese a los mandatos geográficos que definen la Argentina bicontinental y oceánica, aún no "formalizamos" una visión geopolítica sostén de políticas de estado consensuadas. En el marco de esta falencia de larga data, debe insertarse nuestra geoestrategia provincial y regional, al servicio -en primerísimo lugar- de la integración nacional, desde la cual corresponde articular las otras.
Pero ¿por qué y para qué? En un plano superior, la geoestrategia regional contribuirá a integrar la Argentina, horizontal y verticalmente: Norte Grande y Patagonia, en conjunto, equilibrarán un país vacío y desarticulado en dichos espacios. Hoy resulta un imperativo histórico.
Esa concepción estratégica parece fuera del radar de un oficialismo confuso y de su oposición desconcertada, producto de la sumatoria de desaguisados ancestrales e incorregibles. Desde 1983 a la fecha, ningún gobierno convocó al pueblo argentino para elaborar un proyecto nacional con perspectiva geopolítica.
Persiste la agenda centenaria del etnocentrismo portuario, y en el "interior profundo" hemos internalizado imprudentemente la lógica con que en esas áreas se encaran los asuntos públicos "nacionales". Eso ocurre desde que se impuso el modelo de país agroexportador, a contrapelo de los intereses y necesidades de cada provincia. Nuestra "capitis deminutio" es también mental y autoimpuesta: no pensamos, nos piensan.
A modo de conclusión
La geografía obliga a elaborar la geoestrategia salteña y la tarea principal consiste en articular de nuestro amplio y variado territorio provincial, mediante su regionalización económica y política.
Refiriendo arriba al "estado de cosas" en Salta, aludía precisamente a una agenda ya instalada, pese a frenos y retrocesos. Así, a los grandes lineamientos del Plan Salta 2030 se le pueden -y deben- agregar, por cierto, cuantas iniciativas provengan de los distintos estamentos de la comunidad con criterio federalista provincial, y en tanto respondan a aquellas definiciones para actualizarlas y ampliarlas.
Tenemos perlas y tenemos un hilo, el PDES 2030. Las sumemos al collar existente; no hagamos otros y caminemos en una sola y misma dirección.