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En momentos que todos rezamos por la salud del Papa Francisco, recordé varios hechos de mi vida y de la realidad actual que me hicieron reflexionar. Recuerdo cuando fue proclamado. Aquel día fue muy especial para todos los argentinos. Estábamos aferrados a las pantallas cuando salió el cardenal al balcón y dijo "Bergoglio". Fue un impacto, una alegría y una lágrima.
Lo primero que se me ocurrió, estando sola en mi casa, fue vestirme e ir caminando hasta la Catedral, todavía cerrada, por ser temprano por la tarde. Y allí ya estaban varias personas, rezando frente a la Catedral. Me sumé. Al poco rato, como cada vez eran más personas, abrieron las puertas. Yo recé por él, por la Argentina, por todos nosotros
Una emoción rara, un sentimiento, nunca antes experimentado, luego retorné a mi casa, hablé con amigos. Todos compartíamos ese sentimiento. Una alegría inmensa. Esperábamos lo mejor de este Papa, que era argentino, que conocía la Argentina, con sus avances y retrocesos.
Los ciudadanos de a píe, con una gran esperanza. Sin embargo, la política oficial del momento no reaccionó de la misma manera; le costó reaccionar, y aceptarlo. Ya habían tenido enfrentamientos con Bergoglio cuando estaba al frente de la Iglesia en Argentina, pues sus posiciones claras, de defensa de los pobres era definida y no tenía problemas en señalar lo que creía era incorrecto en la gestión del gobierno.
Otro momento para mí impactante fue cuando promulgó la Encíclica Laudato Si, por el cuidado de la casa común. Esto coincidió con la salida del libro "Pobreza y Ambiente", publicado desde el IDEAS, de la Ucasal, que incorporaba una mirada muy cercana o lo planteado en dicha Encíclica.
Por este motivo, solicité al señor Obispo de Salta, monseñor Mario Cargnello que nos consiguiera una audiencia con el Pontífice para llevarle el libro. Fue una alegría enorme, una bendición, poder encontrarme con él. En esa oportunidad también llevé cartas de los autores de artículos incluidos en el texto, a las que Francisco respondió con gran emoción para ellos.
Esto también fue para mí una comprobación de que el Papa se ocupa de los temas espirituales y, también, de los terrenales; de la construcción de una cultura humanista, que garantice una vida digna a todos los habitantes de una Tierra no contaminada, no alterada, no depredada.
Luego, la publicación de la encíclica Fratelli Tutti afianzó aún más mi confianza y mi sentimiento.
Ambas encíclicas son llamados a pensar el buen vivir, a mejorar la calidad de vida de una humanidad que necesita como el agua pura de la fraternidad y la igualdad.
El Santo Padre tenía noticias ciertas de la realidad argentina, sabía de política, y su forma de pensar fue en ese sentido claro, sin tapujos.
Los argentinos, muchas veces lo acompañamos, y otras no. Es un Papa argentino, pero sabía que si venía a la Argentina se producirían especulaciones y usos políticos de su visita, y eso no le satisfacía; para gran pena de muchos católicos, decidió no venir.
Creo que es un Papa que entiende profundamente de política, muy cercano a los seres humanos, a sus alegrías y sus tristezas. Gran conciliador, con las otras religiones, y procurando siempre la Paz.
La Paz es su gran lucha para bien de la humanidad, y un llamado permanente por lograrla, en todos los ámbitos. Un llamado permanente por la justicia y la convivencia fraterna. Dios lo proteja. Recemos por él, y por todos los argentinos.