Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
21°
2 de Agosto,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Yemen: ¿hacia una inédita alianza árabe-israelí?

La hostilidad de los grupos armados hutíes, fundamentalistas y enemigos de Israel y EEUU., generan desconfianza en los gobiernos de la región.
Martes, 25 de marzo de 2025 21:38
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Yemen, un pequeño país de la península arábiga, lindante con Arabia Saudita y el emirato de Omán, acaparó por un momento la atención internacional por haberse convertido en el único lugar del mundo donde las Fuerzas Armadas estadounidenses están actualmente en operaciones, en acción de represalia contra los rebeldes islámicos hutíes, protegidos por Irán, que ocupan gran parte del territorio, y desde sus posiciones disparan esporádicamente cohetes contra Israel pero más recientemente atacaron buques norteamericanos estacionados en el Mar Rojo, incluido el portaviones "Harry Truman".

El conflicto yemení tiende a erigirse en el nuevo epicentro del escenario bélico de Medio Oriente, en la medida en que las tropas israelíes avanzan en el aniquilamiento del aparato militar de Hamas en la franja de Gaza y de los milicianos de Hezbollah en El Líbano y que el antiguo reducto de la Guardia Republicana iraní en Siria fue neutralizado por el derrocamiento del régimen de Bashar al Asad.

Un factor adicional que contribuye a ese desplazamiento de la atención regional es la amenaza al comercio internacional desatada por los hutíes con sus recurrentes ataques a la navegación en el Mar Rojo, por donde circula aproximadamente el 10% del intercambio mundial de bienes. Las empresas transportistas advierten sobre el incremento de costos ya experimentado en el precio de los seguros marítimos pero que sería mucho mayor por el alargamiento de las distancias que supondría la necesidad de eludir esa vía navegable, utilizada como acceso obligado al canal de Suez.

La historia de Yemen está impregnada de violencia. Su población de 40 millones de habitantes está fracturada, dividida por enfrentamientos religiosos y rivalidades tribales de antiguo origen. El 75% de la población profesa el credo sunita, mayoritario en el mundo islámico, pero el 25% está enrolado en el zaidismo, una rama del lslam próxima a los chiitas, con epicentro en Irán y mayoritarios en El Líbano e Irak.

En Yemen están presentes desde 2015 las tropas de Arabia Saudita, que participan en una prolongada guerra civil que desgarra al país desde hace una década, con alianzas a menudo cambiantes. Los hutíes ocuparon Saná, la ciudad capital, desalojando al gobierno provisional internacionalmente reconocido, encabezado por Rashad al-Alimi, y desde entonces resisten exitosamente los sucesivos intentos de ser desalojados de esa posición de privilegio.

Un pormenorizado informe de la revista "Esquire" consigna que los hutíes, que en un principio eran visualizados como un caso atípico, casi extravagante, son uno de los movimientos sociales y políticos más organizados de Yemen mientras que los partidos tradicionales, otrora poderosos, han caído en desgracia ante la opinión pública.

Una historia singular

Los hutíes surgieron en la década del 90. Su nombre oficial es Ansar Allah ("Partidarios de Dios") y su denominación periodística, acuñada por los medios de comunicación occidentales y utilizada por sus adversarios, obedece a que su origen fue la tribu hutí, perteneciente a la minoría religiosa zaidí. Su consigna de combate no deja ningún lugar a dudas sobre su identidad: "Dios es grande, muerte a Estados Unidos, muerte a Israel, maldición a los judíos y victoria del Islam".

Curiosamente, según Ahmed Addaghashi, un prestigioso académico de la Universidad de Saná, los hutíes comenzaron como un movimiento teológico moderado que predicaba la tolerancia religiosa y una visión contemporizadora con las diferentes etnias yemeníes. Su primera organización fue la "Juventud Creyente" (BY), fundada en 1992 en la provincia de Saada por Mohammed Houthi y su hermano Hussein al-Houthi, que estableció clubs escolares y campamentos de verano. Sin embargo, la temática religiosa ya incluía conferencias de Hasán Nasralá, secretario general de Hezbolá.

El giro hacia la beligerancia coincidió con la intervención estadounidense en Irak. En las mezquitas, los jóvenes de BY empezaron a cantar consignas antinorteamericanas y antijudías. El gobierno de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi inició una escalada represiva. Hussein al-Houthi convocó a un levantamiento popular, pero fue asesinado en 2004. La rebelión continuó hasta un alto el fuego en 2010 sin que los insurgentes abandonasen las armas.

Los hutíes participaron luego de la rebelión democrática de 2011, en coincidencia con la "primavera árabe". A raíz del vacío de poder generado en enero de 2015 por la caída del gobierno de Hadi lograron constituirse en un protagonista central de la política yemení. Para enfrentarlos, en marzo de 2015 una coalición liderada por Arabia Saudita, con el apoyo de Baréin, Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Jordania, Sudán y Marruecos y el respaldo logístico y de inteligencia de Estados Unidos, llevó a cabo ataques aéreos para detener su expansión. En 2021 el gobierno de Donald Trump catalogó oficialmente a los hutíes como "organización terrorista" pero esa postura se revirtió un mes después de la asunción de Joe Biden.

Vientos y tempestades

Bernard Haykel, un investigador que estudió el fenómeno de los hutíes, sostiene que Hussein al- Houthi, el fundador del movimiento, estaba influido por una variedad de tradiciones religiosas y políticas, lo que dificulta encasillarlo en las categorías preexistentes. Los hutíes suelen presentarse como expresión de la resistencia nacional yemení contra la penetración extranjera, campeones en la lucha contra la corrupción y el desorden y defensores de los derechos de los grupos tribales marginados.

Haykel considera que el movimiento hutí tiene dos principios centrales. El primero es el "Camino Coránico", que engloba la creencia de que el Corán no permite ninguna interpretación adicional porque sus enseñanzas contienen todo lo necesario para el mejoramiento de la sociedad. El segundo principio es la proclamación del derecho absoluto y divino de Ahl al-Bayt, un descendiente del profeta Mahoma a quien sus partidarios consideran su único legítimo heredero.

Además de su sólido asentamiento en Yemen, los huties tienen cierto predicamento en la vecina Arabia Saudita. Esa presencia preocupa muy especialmente al gobierno de Riad, que la caracteriza como un "caballo de Troya" del régimen chiita de Teherán. Y para frenar su avance, los sauditas respaldan trabajosamente con tropas y ayuda financiera a un gobierno provisional carente de poder efectivo en la mayor parte del territorio.

Paradójicamente, este complejo escenario se ha convertido en una oportunidad histórica: por primera vez desde la creación del estado de Israel en 1948 cabe la posibilidad de que el Estado judío y las monarquías petroleras árabes, lideradas por Arabia Saudita y agrupadas en el Consejo de Coordinación del Golfo, converjan en una acción conjunta para eliminar una amenaza común que estiman motorizada por Irán.

Conviene acotar que Trump fue un pionero de esa inédita confluencia. Durante su primer mandato presidencial la Casa Blanca promovió una distensión entre Israel y las monarquías árabes, patentizada en 2020 en el acuerdo entre Tel Aviv y los Emiratos Árabes Unidos, que inició una etapa de distensión que incluyó sucesivamente a Barhein, Kuwait y, aunque más discretamente, a Arabia Saudita, que comenzó con un intercambio de visitas reservadas de funcionarios de inteligencia de ambos países.

Este drástico reacomodamiento en el escenario regional obedeció a un profundo replanteo en las prioridades estratégicas de las monarquías petroleras. Por primera vez el "enemigo principal" pasó a ser la expansión regional del régimen iraní, que desplazó como foco de interés a la cuestión palestina. Tel Aviv recibió con los brazos abiertos esta novedad histórica y la diplomacia estadounidense se encargó de traducirla en hechos.

En este nuevo contexto, Trump pretende intensificar esa convergencia y busca transformarla en una alianza estratégica anti-iraní. Yemen puede erigirse en la primera manifestación oficial de este entendimiento. El debilitamiento de Irán torna virtualmente inverosímil una respuesta efectiva de Teherán a una acción multinacional contra los hutíes.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

 

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD