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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Un nuevo "Eje del Mal" en pleno siglo XXI

La democracia es un valor cultural y político que se encuentra en retroceso en el mundo. Al mismo tiempo, los regímenes autoritarios de China, Rusia, Irán y otros aliados presionan para prevalecer en un orden mundial en gestación y ven en Occidente a su enemigo.
Domingo, 29 de junio de 2025 01:55
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En 2024 votaron cerca de 1.650 millones de personas en más de 70 países. Si bien nunca hubo tantas elecciones en un año, los resultados arrojaron sorpresas enormes. Según el último "Índice democrático" publicado por la Unidad de Inteligencia (EIU) de la publicación "The Economist" en febrero pasado; "la democracia global está en peor estado que en cualquier otro momento en casi dos décadas de historia del índice".

En una serie histórica que arranca en 2006, la EIU ha calificado a 167 países y territorios en una escala de cero a diez basándose en cinco criterios: proceso electoral y pluralismo; funcionamiento del gobierno; participación política; cultura política; y libertades civiles.

En base a esta puntuación, los países son agrupados en cuatro categorías: democracias plenas; democracias defectuosas; regímenes híbridos; y regímenes autoritarios. Por decimosexto año consecutivo, Noruega fue nombrado el país más democrático del mundo (9.81 puntos) seguido por Nueva Zelanda y Suecia. En la otra punta, Afganistán ha sido el país con menor puntuación con apenas 0.25 puntos.

El promedio global cayó a un mínimo histórico de 5.17 puntos con indicadores demoledores: sólo el 6,6% de la población mundial vive en una democracia plena, y el 40% de la población global -dos de cada cinco personas- viven bajo regímenes autoritarios.

Así, a pesar de la promesa de un gran espectáculo electoral global para 2024, algunas elecciones fueron un fiasco.

En Pakistán, el día de votación estuvo empañado por la violencia e Imran Khan, el político más popular, que fue encarcelado poco antes de que se celebraran las elecciones.

En Rusia, un proceso electivo farsesco le otorgó a Vladimir Putin su quinto mandato como presidente. En otros países como Burkina Faso, Malí y Catar las elecciones fueron canceladas.

Incluso Europa -hogar de nueve de los diez países mejor clasificados en el índice- experimentó algunos descensos notables como Francia, que fue degradada de democracia plena a defectuosa luego de la elección anticipada del presidente Emmanuel Macron y de haber tenido cuatro primeros ministros diferentes en un año. En Asia, Corea del Sur salió de la categoría de democracia plena después de que el presidente Yoon Suk Yeol declaró la ley marcial y sumió al país en una crisis; aun cuando se viera obligado a revertir la medida casi enseguida.

Estados Unidos sigue siendo una democracia defectuosa. Sólo en el primer mes de su segundo mandato, Trump ha desafiado la independencia política del servicio civil; purgado estructuras profesionales que reemplazó por personajes serviles y obedientes; y emitió una fuerte oleada de órdenes ejecutivas de dudosa legalidad.

Además, la militarización de ciudades enteras para contener o evitar las protestas contra sus políticas migratorias podría acelerar el preocupante deterioro democrático existente.

Por último, existe una gran cantidad de países que -usando mecanismos democráticos-, reafirman y refuerzan autocracias cada vez más fuertes y violentas y que, -en una espiral descendente-, vacían aún más de contenido institucional a sus "democracias". Toda una paradoja del tiempo que nos toca vivir. Pero los desafíos no acaban aquí.

El «Nuevo Eje del Mal"

En este contexto, el mundo afronta el entorno internacional más volátil, frágil y desafiante imaginable desde la Guerra Fría y, tal vez, desde la Segunda Guerra Mundial.

Una de las características más inquietantes de este nuevo contexto es el sistema de cooperación entre China, Irán, Corea del Norte y Rusia; a los cuales, de una u otra forma -por intereses políticos, ideológicos o comerciales-, se van sumando explícita o implícitamente otros países de menor importancia y jerarquía en el plano internacional, aunque no de menor peligrosidad como, por ejemplo, Pakistán; país con capacidad nuclear.

Muchos analistas ven en esta cooperación los comienzos de un «Eje del siglo XXI", uno que, como el eje germano-italiano-japonés del siglo XX, podría sumir al mundo en una nueva guerra global. Tal vez no se declare una Tercera Guerra Mundial pero sí que existan una serie de conflictos de gran envergadura alrededor de todo el mundo. En ambos casos el resultado es un mundo en guerra. Y que, tras el ataque de Estados Unidos a Irán, pueda ser irreversible.

Hermanos anti-occidentales

La cooperación entre los miembros de este «Nuevo Eje del Mal" se centraba -hasta ahora-, en apoyo militar, industrial y económico a Rusia tras su invasión a Ucrania. Hasta muy poco antes del ataque israelí a Irán, China, Rusia y sus socios del Eje habían realizado operaciones militares conjuntas con fuerzas aéreas, navales y terrestres.

También habían firmado diversos acuerdos de cooperación mutua en ámbitos económico, energético, tecnológico y militar; así como habían incrementado su cooperación diplomática mutua utilizando el poder de veto de Pekín y Moscú en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para protegerse entre ellos o para evitarles a Teherán y Pyongyang resoluciones adversas.

Corea del Norte le proporciona proyectiles de artillería y municiones; personal militar y trabajadores industriales a Rusia; a cambio de petróleo y tecnología misilística y espacial. Irán le proporcionaba misiles y drones que producía en sus plantas militares, además de ayudar a construir réplicas de estas plantas en Rusia. A cambio, recibía ayuda para sus programas armamentístico y misilístico, y para el desarrollo de plantas energéticas nucleares "pacíficas", según declaraciones recientes de Vladimir Putin. Mientras tanto, Israel y Estados Unidos siguen buscando retrasar -o destruir- el avance de todo el programa nuclear iraní.

China había aumentado el comercio y las compras de petróleo, gas y otros recursos naturales (a Rusia e Irán), a cambio de tecnología que Rusia integra en sus sistemas de defensa aérea, de guerra electrónica, de drones y en sistemas de comunicaciones. China obtenía a cambio energía barata y, potencialmente, se deduce, una influencia como nunca sobre Rusia.

Quizás este «Eje del siglo XXI» no fuera una alianza formal, pero de todos modos representa una alineación de intereses cada vez más cercana, funcional y flexible y que avanza sobre los objetivos de sus miembros de socavar los intereses de Estados Unidos y de sus aliados en Europa, Oriente Medio y Asia. Incluso sin una afinidad ideológica real (se trata de cuatro países con ideologías, objetivos y fines muy distintos entre sí); los cuatro comparten un marcado y notorio anti-occidentalismo; una fuerte oposición a la democracia como sistema de gobierno; y una clara preferencia por los sistemas autoritarios.

En realidad, lo que une a este nuevo Eje no es la ideología, sino una oposición común al poder estadounidense y al sistema internacional y global que sostiene; alimentada por la creencia de que este poder es una amenaza a los intereses, aspiraciones e incluso la supervivencia de sus regímenes.

Un escenario desafiante

Cualquier esfuerzo por separar a Rusia del Eje de seguro fracasará ya que depende de ellos para sostener su cruzada contra Ucrania. Intentar separar a Corea del Norte o Irán requeriría concesiones que ninguna administración occidental está dispuesta a dar; a menos que el costo de no intentarlo resultase mucho mayor.

La actitud cada vez más beligerante de Corea del Norte hacia sus vecinos ha alterado las relaciones diplomáticas y económicas de China con Corea del Sur y con Japón; lo cual comienza a configurar un equilibrio altamente inestable. El clima de creciente hostilidad entre India y Pakistán tampoco es tranquilizador.

China podría ser algo diferente. A diferencia de sus otros socios, China si está integrada a la economía global y, la perspectiva de sanciones -hasta ahora limitadas- en caso de que China cruce "líneas rojas occidentales" (por ejemplo, si proporcionara armas a Rusia o, ahora, a Irán), podría ser una amenaza efectiva. Además, la inestabilidad no sólo socava el esfuerzo de China por erigirse en el nuevo líder global de cara a un nuevo orden internacional; sino que también daña la posición personal de Xi en el ámbito doméstico y en el extranjero.

Mientras tanto, la momentánea tregua entre Israel, Estados Unidos e Irán; si bien no asegura la paz en la región, al menos estabiliza por ahora el suministro de petróleo de Medio Oriente; y devuelve la calma a los mercados financieros y comerciales.

Pero esta conjunción polifacética de marcado "anti-occidentalismo"; la cantidad de países girando hacia la ultraderecha o hacia autocracias fuertes; el antisemitismo y la xenofobia crecientes; el auge del nacionalismo por un lado y el Resurgimiento Islámico en países donde este nacionalismo se hace cada vez más notorio y fuerte; las migraciones masivas; el auge de la tecnología y la inteligencia artificial con todas las disrupciones laborales que esta traerá; los desequilibrios financieros y económicos a la vista; sumado a este nuevo «Eje del Mal»; todo esto configura un escenario que representa un nivel de desafío global inédito.

Franz Kafka dijo: "generalmente suelo resolver los problemas dejándolos que me devoren". Esta situación podría devorarnos y seguir "dejando hacer", parece una invitación al desastre. Ojalá que el mundo reaccione a tiempo. Ojalá.

 

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