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En las últimas semanas hubo dos acontecimientos que marcaron sendos puntos de inflexión en el mundo y en la Argentina. Uno fue la "Guerra de los doce días", como la bautizó Donald Trump, con su gravitación en la reconfiguración del sistema de poder global. El segundo, la condena a prisión de Cristina Kirchner, con la importancia que adquiere su inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos, que acelera la crisis de acefalía política en el peronismo.
Estos dos hechos, que carecen por supuesto de ninguna relación causa-efecto, guardan empero cierta sintonía con la evolución histórica a nivel mundial y, por lo tanto, también en la Argentina. Como si hiciera falta algo más para acentuar ese paralelismo, ambos episodios coincidieron con la decisión del juez federal Daniel Rafecas de avanzar en el juicio en ausencia contra los acusados por el atentado perpetrado en 1994 en el edificio de la AMIA, entre quienes figuran ex altos funcionarios iraníes, inclusive el flamante jefe de la Guardia Revolucionaria, Ahmed Vahid. Para usar una expresión popularizada por la misma Cristina Kirchner, "todo tiene que ver con todo".
En el plano internacional, el conflicto con Irán representó un punto de inflexión en el proceso de configuración de un nuevo sistema de poder global, signado por la abrumadora supremacía militar estadounidense, y subrayó una característica singular en esa emergente nueva bipolaridad que tiene como contraparte a China.
En el terreno doméstico, el inequívoco alineamiento internacional de Javier Milei con la postura de Estados Unidos implicó el fortalecimiento de sus vínculos con Trump, lo que influye favorablemente en el curso de las negociaciones entre la Argentina y el FMI. Esta ventaja política facilitó la comprensión exhibida por el organismo ante el incumplimiento de la Argentina de las metas de acumulación de reservas monetarias del Banco Central para el segundo trimestre.
Argentina e Irán
Este viraje de Milei marca un contraste absoluto con la vecindad con el "eje bolivariano" establecida por el "kirchnerismo", en particular a partir de las negociaciones con Irán que culminaron con la suscripción del memorándum de entendimiento firmado en 2013 por el gobierno de Cristina Kirchner, una cuestión que sugestivamente es el objeto de otro de los procesos que se sustancian contra de la expresidenta. Importa aquí una distinción muy significativa. Néstor Kirchner, más allá de su oposición al ALCA y otros rasgos de su política exterior, mantuvo un acuerdo con Estados Unidos sobre los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA. Para comprender su trascendencia conviene recalcar que esos dos hechos tenían entonces, y aún hoy, una importancia especial para Washington porque son los únicos dos casos de atentados terroristas inspirados por el Estado iraní perpetrados en el hemisferio occidental que están judicialmente comprobados.
El propio fiscal Alberto Nisman señaló que fue Kirchner quien le presentó al jefe de contrainteligencia de la SIDE, Jaime Stiuso, para que colaborase en el desarrollo de la causa AMIA, cuyo punto de partida fue el "informe Toma", elaborado por el jefe de la SIDE, Miguel Ángel Toma, durante el gobierno de Duhalde. Sólo después de la muerte de Kirchner, ocurrida en octubre de 2010, y por iniciativa de Hugo Chávez, en febrero de 2011 se abrió el diálogo con Irán que culminó con la firma de un tratado que cruzó una "línea roja" trazada por Washington. La misma Cristina Kirchner, tan poco propensa a las autocríticas, en su libro "Sinceramente", reconoció el error de la firma de este acuerdo y admitió que en esa oportunidad ella no tuvo conciencia de la dimensión de sus "consecuencias geopolíticas".
Pero ni el memorándum con Irán firmado ni el realineamiento internacional impulsado por Milei son los únicos hechos que marcan el involucramiento de la Argentina en este conflicto. La circunstancia de que nuestro compatriota Rafael Grossi sea el presidente de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) no es una casualidad.
Tampoco es algo surgido de la nada que hayan sido drones fabricados por una empresa argentina, Satellogic, los que permitieron detectar los daños causados por los bombardeos estadounidenses sobre los refugios nucleares subterráneos iraníes que fundamentaron el informe técnico emitido por el propio Grossi para dictaminar sobre los resultados del ataque.
Nuestro plan nuclear
Estos hechos son el producto de una historia de más de setenta años, iniciada a fines de la década del 40, durante la primera presidencia de Perón con la instalación del laboratorio de la isla Huemul y, posteriormente, con la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA) y del Instituto Balseiro, que implicaron la puesta en marcha de una auténtica "política de Estado" que se mantuvo a flote través de los sucesivos gobiernos, con las adecuaciones derivadas de los cambios en las circunstancias. Como consecuencia, Argentina ostenta el liderazgo en el desarrollo de la energía nuclear en América Latina. Satellogic, una compañía nacional especializada en nanosatélites, surgió de un convenio entre la CONEA y el INVAP, una empresa pública que es propiedad de le Río Negro. Bariloche es un centro de desarrollo tecnológico y una incubadora de empresas de avanzada en esta materia.
Pero esa proyección internacional de Satellogic fue posibilitada por un acuerdo entre la Argentina y Estados Unidos, firmado en diciembre de 1991 por el gobierno de Carlos Menem. En reciprocidad por el desmantelamiento del misil Cóndor, un proyecto impulsado por la Fuerza Aérea después de la guerra de Malvinas, se abrió entonces el camino hacia un entendimiento que habilitó la participación argentina en los planes de desarrollo de la NASA.
Ese convenio que fue vehiculizado a través de la recién fundada Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). La actividad de la CONAE disparó la creación de una constelación de pequeñas empresas tecnológicas, entre las que Satellogic fue una expresión sobresaliente pero no única. De esta forma, la Argentina protagonizó una experiencia de reconversión con fines pacíficos de un programa de desarrollo nuclear.
Fue en el marco de esta negociación con Estados Unidos que el gobierno de Menem suspendió el programa de transferencia de tecnología nuclear con Irán suscripto durante por Raúl Alfonsín. El fin de esa cooperación fue el detonante de los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA. Un invisible hilo conductor hace que la "guerra de los doce días" y la condena a Cristina Kirchner no solamente no estén distantes en el tiempo sino tampoco en el espacio.
Más aún que la prisión, la condena impuesta a Cristina Kirchner tiene como mayor consecuencia su inhabilitación para ejercer cargos públicos. Ese he
cho signa un punto de inflexión en la historia de los últimos veinte años. En términos cualitativos las presencias en la multitudinaria movilización en Plaza de Mayo fueron tan significativas como las ausencias. Sobresalió el faltazo de la conducción de la CGT y, salvo Axel Kiciloff, de la totalidad de los gobernadores peronistas.
La consigna "¡Vamos a volver!" es muestra cabal una agonía política. La unidad alrededor del pasado es una unidad para la derrota. Refuerza el pronóstico acerca de la victoria del oficialismo en las elecciones en la provincia de Buenos Aires y revela la impotencia de Kiciloff en su intento de diferenciarse de Cristina Kirchner.
Cabe prever que el gobierno obtendrá en octubre un éxito electoral porque la Libertad Avanza será la fuerza con mayor número de votos a nivel nacional, pero sin lograr mayoría ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado. Esto redundará en una reducción de la incertidumbre sobre el porvenir de la Argentina, pero exigirá avanzar en los acuerdos con sectores de la oposición, para encarar las reformas estructurales pendientes, en especial la modernización laboral, la reforma del sistema previsional y la modificación del régimen impositivo.
Las elecciones legislativas no son el final de la historia, pero sí un hito que permitirá indagar sobre el ritmo y las características del proceso de reconfiguración política en marcha. Lo único indiscutible es que, así como no habrá en el mundo ningún retroceso posible a la etapa anterior a la inaugurada por Trump con su ataque a Irán, tampoco habrá una vuelta atrás a la Argentina anterior a Milei en ninguna de sus manifestaciones.
· Pascual Albanese es vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico y miembro del Centro de Reflexión Política Segundo Centenario.