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Zuviría, númen de la Constitución

Martes, 15 de julio de 2025 02:23
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La biografía de la colección de "Salteños Ilustres", que presentan hoy diario El Tribuno, la editorial "EUCASA", "EDESA" y el "Instituto de San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta", es la historia personal del Dr. Facundo de Zuviría, quien fue un prócer civil arquetípico por sus virtudes cristianas, por su generoso patriotismo y por su despojado servicio a la patria, como insigne político y como constitucionalista de gran fuste.

Jurista recibido con honores como doctor en ambos derechos (en "utroque juris") en la Universidad de Córdoba, relacionado por sus méritos personales con su rector el legendario Deán Gregorio Funes, hizo honor a esa prestigiosa casa de estudios que dio al país una pléyade de hombres ilustres por su saber y por su alta calidad humana. Egresados también venerados por las acrisoladas virtudes que los distinguieron.

Zuviría fue también un lúcido testigo de la gesta güemesiana que apoyó decididamente al inicio. Hacia 1820 asume la conducción de la "Patria Nueva", facción opositora al partido gobernante y a su líder político y militar que había nucleado a sus seguidores en "La Patria Vieja". Sin embargo, su rol no fue el de un enemigo irreductible sino el de un adversario razonable. En su actuación siempre actuó de manra sincera, hidalga, y jamás permitió que una bajeza o una actitud inapropiada manchara su límpida trayectoria ni su ética.

En efecto, no participó directamente de las maniobras golpistas o en los maquiavélicos movimientos destituyentes de 1819¹, 1820 o en la "Revolución del Comercio" de 1821.

Mientras tanto incluso aceptó misiones que le encomendó Güemes. Por ejemplo fue su emisario, ante Beranabe Araoz, gobernador del Tucumán, en una embajada que procuraba evitar una guerra fratricida.

"Zuviría fue el primer presidente del Congreso que aprobó la Constitución Argentina, pero también el primero en proponer postergar su sanción por la unidad nacional".

Tras la muerte de Güemes negoció con firmeza y redactó el armisticio con el general realista Olañeta, que efectivamente puso fin a las poderosas y sucesivas invasiones emprendidas por los ejércitos de Fernando VII sobre Salta, que era la puerta para reducir la empecinada resistencia de la capital del ex virreinato del Río de la Plata.

Este dramático conflicto se había extendido desde 1810, año que Güemes y sus centauros gauchos obtuvieron la gloriosa victoria de Suipacha, hasta julio de 1821, momento en que las fuerzas de Salta al mando del coronel Vidt presionan a Olañeta para que se retirara de la provincia.

Zuviría redactó la primera Constitución de Salta, aprobada el 9 de agosto de 1821, que brindó a la provincia una institucionalidad duradera. Bajo el amparo de esa norma se eligió el gobernador que sucedería "de jure" a Güemes, constituyéndose en un ejemplo para las demás provincias argentinas.

En la época de Rosas, don Facundo vivió los sinsabores del destierro en Bolivia. En ese país colaboró decididamente con las autoridades especialmente en el ámbito educativo.

Cuando retornó al país, volvió a ser una figura relevante de la Legislatura que presidió después de la batalla de Caseros, con gran brillo, hasta que fue nombrado convencional constituyente del Congreso de Santa Fe.

Zuviría presidente del Congreso General Constituyente de 1853

El 20 de noviembre de 1852 se inauguró solemnemente el Congreso General Constituyente, bajo la presidencia del Dr Facundo de Zuviría, elegido en ese cargo por unanimidad de sufragios.

Su actuación en el seno de esta magna asamblea fue notable. Hizo lo imposible por integrar a la provincia de Buenos Aires que se había segregado del resto de las Provincias Unidas del Sur. La irreductible élite política que gobernaba Buenos Aires, resistió a todas las propuestas de unidad propuestas por el congresal salteño, integrante de la comisión pacificadora, que negoció y firmo un acuerdo de unidad, rechazado por Urquiza por establecer beneficios extraordinarios para la provincia rebelde.

Antonio Alice pintó un gran cuadro que luce en el Congreso Nacional y que representa la escena del acto aprobación de nuestra Carta Magna, denominado "La sesión nocturna del 20 de abril de 1853 celebrada en Santa Fe", bajo le presidencia de Facundo de Zuviría.

Esta obra insumió un trabajo continuo de 12 años –el tiempo que llevó al gran Leonardo culminar su pintura mural "La última cena".

"En este cuadro" -explica Alice- "he puesto toda mi fe, todo mi amor, toda mi pasión sincera de argentino". Su asesor histórico fue don Joaquín V González quien dijo de esa pintura: Con la inmensa cantidad de información el artista consiguió apoderarse "del rasgo más definitorio, del lugar, el rol y la actitud del personaje", imprimiendo a su obra "un carácter incomparable de realidad serena y sugestiva".

Efectivamente, la perspectiva elegida por el artista para presentar el magno momento es altamente significativa. Facundo de Zuviría , Presidente del Congreso Constituyente, aparece retratado de sesgo, en un ángulo que muestra su perfil derecho desde atrás y de costado. Esta posición refleja su planteo dilatorio, que no fue aceptado por la asamblea.

La idea era de posponer sine die la aprobación de la Constitución, hasta que Buenos Aires se reintegrara a la nación. Este hecho recién ocurrió en 1860.

El resto de los congresales aparecen retratados de frente y aureolados con una luz interior que revela su ferviente patriotismo. Sin embargo, pese a su posición, Zuviría fue el primero que juró la nueva Constitución.

El legado político de Zuviría Ese legado está consignado en su libro: "El principio religioso como elemento político, social y doméstico", publicado en la imprenta de J Claye en 1860.

El verdadero alcance de la obra , puede deducirse de una extensa cita del historiador francés Guizót que luce en página 89 de su obra, texto que dice: "Si aspiramos en buena fe a nuestra regeneración social, al término de nuestras prolongadas desgracias, y a la adquisición de los inmensos bienes que nos ofrece el desarrollo del principio religioso cristiano, que en la sublime expresión de M. Guizot, más está en el porvenir que en pasado, ocupemosnos de vigorizarlo por cuantos medios estén en nuestro poder, respetémoslo siquiera en los que no lo han abandonado hasta hoy, a pesar del desprecio y ridículo con que se les ha oprimido y oprime a nombre de la filosofía y de la tolerancia".

¹ Así quedó demostrado en el juicio seguido contra los opositores de Güemes, tras el complot de 1819, que concluyó declarando a Zuviría libre de culpa y cargo.

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