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Un operativo realizado en plena zona de monte volvió a dejar al descubierto cómo se sigue utilizando el corredor norte de la provincia para el traslado de estupefacientes. Este jueves, efectivos de la Sección “28 de Julio”, dependiente del **Escuadrón 20 “Orán” de Gendarmería Nacional, detuvieron a dos personas que caminaban entre la maleza con una importante carga de droga a cuestas.
El procedimiento se concretó en inmediaciones de la Ruta Nacional N° 50, en un sector conocido como El Murallón, caracterizado por su densa vegetación y su cercanía con pasos informales, lo que lo convierte en una zona estratégica para este tipo de maniobras. Allí, durante una patrulla pedestre, los gendarmes detectaron a dos hombres trasladando grandes bultos sobre sus espaldas, lo que llamó la atención por la modalidad y el horario.
Ante la situación sospechosa, los uniformados dieron la voz de alto en nombre de la institución y lograron interceptarlos a pocos metros. En presencia de testigos, se procedió a la inspección de los bultos y se constató que se trataba de dos acolchados envueltos en frazadas. En su interior hallaron 44 paquetes rectangulares forrados con cinta adhesiva de color amarillo y gris, un método clásico de traslado utilizado en el narcotráfico.
Inmediatamente intervino personal de Criminalística y Estudios Forenses de Gendarmería, quienes realizaron la prueba de campo Narcotest sobre la sustancia, confirmando que se trataba de cocaína. El pesaje final arrojó un total de 46 kilos con 295 gramos, una cantidad significativa teniendo en cuenta el método de transporte artesanal y el terreno por el que se movían.
Según se informó oficialmente, tomó intervención la Sede Fiscal Descentralizada de Orán, que dispuso el secuestro de la droga y ordenó la detención de los dos involucrados, quienes quedaron a disposición de la Justicia Federal. Además, se iniciaron las actuaciones para determinar el origen y destino del cargamento, así como posibles conexiones con redes de mayor escala.
El caso vuelve a poner en foco la compleja realidad del norte salteño, donde la combinación de fronteras porosas, extensas zonas rurales y caminos alternativos siguen siendo aprovechados por organizaciones vinculadas al narcotráfico para intentar burlar los controles.