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Los tradicionales corsos rosarinos, con más de medio siglo de historia ininterrumpida, se preparan para vivir uno de los cambios más profundos desde su nacimiento. Por primera vez en casi cinco décadas, el desfile dejará la histórica Avenida Cecilio Rodríguez, el corredor que albergó generaciones de carnavaleros, para trasladarse a la calle Moldes, en el barrio San Martín.
La decisión fue tomada por la Comisión de Corsos, integrada por las agrupaciones y responde a necesidades que se volvieron impostergables: más espacio, mejores condiciones de seguridad y un entorno urbano que acompañe el crecimiento explosivo del evento. Sucede que esta tradición desbordó su lugar de origen.
Durante años, la Cecilio Rodríguez fue el corazón del carnaval rosarino. Cada verano, miles de vecinos se reunían en sus veredas para celebrar una tradición que pasa de generación en generación. Recuerdan los vecinos rosarinos que ese recorrido era como parte de su identidad: "El carnaval es familia, risas y legado".
Pero la ciudad creció. Rosario de Lerma ronda hoy los 40 mil habitantes, y el espacio que funcionó durante décadas, muestra sus límites. Las noches de corso convocan a más de 15 mil personas por jornada y reúne cerca de 30 agrupaciones de distintos rubros. El crecimiento comercial del centro y la falta de veredas amplias complicaron las zonas de escape, el acceso del público y, sobre todo, el cumplimiento de las medidas de seguridad.
"Cada año era más difícil garantizar salidas de emergencia en la Cecilio Rodríguez", reconocen desde la organización. El riesgo se volvió evidente.
¿Entonces por qué calle Moldes?
La respuesta es lógica: espacio, accesos y seguridad El nuevo escenario, sobre calle Moldes, ofrece calles más anchas, mejor infraestructura y un entorno más apto para grandes concentraciones. Además, se encuentra a pocas cuadras del predio del Buen Retiro, un punto estratégico para estacionamiento, montajes y logística, y tiene accesos directos a la ruta 23, lo que facilita la evacuación y el ingreso a la ciudad.
Las estimaciones iniciales proyectan que el nuevo recorrido podría albergar al menos 10 mil personas por noche, una cifra más manejable y segura. Aunque algunos integrantes de las comparsas temen el cambio, especialmente por la reducción en la longitud del circuito, otros aseguran que "ya era hora": el carnaval necesitaba un espacio a la altura de su crecimiento.
Una fiesta con raíces profundas
El carnaval en Rosario de Lerma no es sólo espectáculo: es identidad. Desde sus orígenes, estos festejos se mezclaron con otras tradiciones, dando lugar a los corsos tal como se conocen hoy.
Primero comienza el ritual del Desentierro del Carnaval, que marca cada año el inicio de la temporada, es una ceremonia que combina coplas, harina, albahaca y memoria colectiva. Es la antesala del gran Entierro Provincial del Carnaval, que coloca a Rosario de Lerma como uno de los epicentros culturales del Valle de Lerma.
Los organizadores trabajan desde hace meses para adecuar el nuevo circuito. Buscan no solo más comodidad, sino una experiencia segura, ordenada y capaz de recibir visitantes de toda la provincia. El inicio oficial está previsto para mediados de enero, cuando calle Moldes reciba por primera vez la explosión de ritmo, música y color que definió a Rosario de Lerma por más de 50 años. Un cambio profundo, sí. Pero, como dicen los rosarinos, el espíritu del carnaval sigue intacto.