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La gaucha del Destierro de Anta quedó sin consuelo. Esperó casi cinco años el juicio contra una banda de cuatreros que diezmó su rodeo mestizo, herencia de su padre Lucho Mercado -el último de una saga de anteños que durante más de un siglo custodiaron la frontera salvaje del chaco indomable- y finalmente sin siquiera poder asistir a las audiencias -por prohibición del juez- se enteró que todos los cuatreros fueron absueltos. Si poco fuera eso, por aquella sentencia tampoco será resarcida, deberá asumir los costos de su investigación privada. También deberá cuidarse de las amenazas e intimidaciones que recibió mientras el proceso penal avanzaba (que fueron denunciados) y tampoco esclarecidos.
"Me dejaron en la calle. Me hicieron investigar y aportar pruebas y cuando dejaba los pendrive desaparecían una y otra vez. En el juicio al que no me dejaron ingresar, esas pruebas no fueron valoradas".
"Nos hicieron el dos por uno. Nadie los quería condenar. Aún con testimonios, con fotografías del camión, de los animales, videos, audios, declaraciones de quienes los vendieron asegurando la calidad y el tipo de animales que la banda de cuatreros les entregó".
"Nada; me dejaron sin aliento. Mañana volveré al campo a empezar de nuevo, porque para una mujer no hay justicia. Si yo hubiera denunciado otro delito (género) harían cola para defenderme pero no, yo denuncié elípticamente a los que manejan todo en Anta: las tierras, el agua, el precio, y la mano de obra para educar a los rebeldes, a los que trabajan con dignidad cada día", expresó.
"Ni siquiera les pude ver la cara. Me pregunto, ¿si yo no entré al juicio, yo no robé, yo gasté lo mío buscando justicia, entonces por qué me condenaron a mí?"
"Fui a caballo y hallé las huellas de decenas de animales que fueron arriados hacia un campo vecino, de ahí salieron en camión".
"Porque no obtener justicia es condenar a la víctima. Cada día me voy a reprochar haber creído, haber gastado, haber esperado años un mendrugo de justicia", dijo apesadumbrada. "Quisiera revocar ese fallo en otra instancia, pero ya no tengo con qué y tampoco para qué".
Cien años
En las calurosas soledades de Anta, una mujer gaucha resiste sola los cambios del siglo XXI. Sostiene un puesto ganadero en El Destierro de Anta, a unos 100 km al sur de Joaquín Víctor González.
En ese lugar, rodeado de explotaciones intensivas, Teresa Mercado quedó como la última heredera de un puesto ganadero llamado "El Mocho". La historia de su anclaje en el lugar lo explica de manera gráfica y sencilla asegurando que al morir su padre Lucho Mercado, ella aún siendo mujer no le quedó otra cosa que mantener el legado de su familia, presente en ese lugar por cuatro generaciones. "Nuestra familia (Mercado) data en esta zona con registro desde 1920", indicó. "Y la saga sigue ahora con mujeres, porque tengo también una sola hija tras mis pasos".
"Soy mujer, y qué", dijoTeresa
"Conozco este lugar cuando todo era un mar de quebrachales, cuando los animales salvajes, pumas y tigres eran los enemigos de la hacienda. Conozco las inundaciones que nos hacían tomar agua de parados. Aquí llegabas y no podías salir por meses. No había caminos. Resulta que ahora los enemigos de los productores se llaman delincuentes y gozan de buena salud y protección. Por eso pido justicia, no es solo por mí sino por todos" dijo Teresa.
"Si me quisieron correr con esto, no lo lograron y si les parece inapropiado mi trabajo digo: 'soy mujer y qué'. Yo no me quedé con las vacas criollas. No, traje reproductores de Entre Ríos y mesticé mi hacienda a nivel de cualquier productor intensivo, incluso estuve haciendo un pequeño Feed lot, pero vino esa mano negra que me robó la herencia de mi padre, pero les aseguro no me venció" aseguró.
Los propios acusados reconocieron todo, incluso los compradores. "A los damnificados nos mandaron a llorar al campito".
"Por eso no quiero más verso, quiero un juicio de verdad, una reparación acorde al daño que me causaron. Y que la Justicia deje de versearme. No pido más que eso, justicia para la Teresa Mercado", sentenció.
Luego dijo: "Dejé hace tiempo Joaquín V. González para vivir aquí con la luz de paneles solares que instalé, manejando pozos profundos que hice perforar y mestizando la hacienda que recibí de mi padre para que no digan que me quedé allá lejos. Esto hace una mujer sola, que no tiene tiempo para andar mendigando justicia: la exige", finalizó.