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25 de Octubre,  Salta, Centro, Argentina
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Un gremialista conciliador en medio del enfrentamiento entre Alfonsín y la CGT

El líder gremial estuvo al frente del sindicato local de Luz y Fuerza, de donde se proyectó como figura clave en el Gobierno nacional, con la vuelta de la democracia, durante la gestión del expresidente radical.
Sabado, 25 de octubre de 2025 01:49
Carlos Elvio Alderete, como interventor del Pami, en el año 1994.
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Falleció ayer a los 86 años Carlos Elvio Alderete, recordado dirigente gremial de Luz y Fuerza con proyección nacional y participación activa en los gobiernos democráticos tras la última dictadura militar. Fue una figura importante del sindicalismo argentino de los años '80 y '90. Se formó en el seno de uno de los gremios más poderosos del país. Su liderazgo en el sindicato lo posicionó como un interlocutor relevante entre el movimiento obrero y el Estado en un período de alta conflictividad.

Su especialidad era la de electricista y sindicalista. Tras ocupar varios cargos en el sindicato de la energía eléctrica , el secretario general del mismo, Oscar Lescano, lo eligió para sucederlo.

Su formación política y su trayectoria transparente fueron los motivos que llevarían al presidente Raúl Alfonsín a convocarlo como ministro de Trabajo.

La tarea era delicada, por cuando el mandatario radical había encarado desde el principio de la gestión, pero sin éxito, una transformación total del sindicalismo argentino, tarea que encomendó a su primer ministro de Trabajo, Antonio Mucci, un sindicalista a la europea, dirigente de los gráficos. Mucci se oponía al peronismo y también al histórico líder del gremio, Raymundo Ongaro, del gremialismo combativo. La Ley Mucci naufragó en el Senado y su autor debió renunciar. Lo reemplazó el abogado Manuel Casella, pero el enfrentamiento entre la CGT y Alfonsín ya era inconciliable.

En marzo de 1987, Alfonsín lo convocó para ocupar el Ministerio de Trabajo, en un intento por recomponer el vínculo con la CGT. Su gestión breve (hasta septiembre del mismo año), logró un hito: evitar huelgas generales durante su mandato, algo notable en un gobierno que enfrentó 13 paros nacionales.

Alfonsín había cambiado su estrategia de confrontación y por eso acordó con Alderete, quien se encontraba en Roma organizando un viaje a la Argentina del papa Juan Pablo II. El objetivo de este acuerdo fue lograr una nueva Ley Sindical que fue aprobada en 1988 (ley 23.551), con el apoyo unánime tanto de sindicatos como de parlamentarios. En cambio, fue cuestionada ante la OIT por la Unión Industrial Argentina, la principal organización empresarial de Argentina.

El nombramiento de Alderete fue un esfuerzo supremo de acercamiento al sindicalismo tradicional, en medio de tensiones con sectores más combativos. Alderete representaba una línea negociadora, con capacidad de diálogo y conocimiento del mundo gremial.

Durante la presidencia de Carlos Menem, Carlos Alderete estuvo al frente del PAMI durante varios meses entre la renuncia de Matilde Menéndez y la llegada de Víctor Hugo Alderete. Otra vez, el gremialista debió navegar en aguas tormentosas.

Sus últimos años los pasó en Salta, alternando su vida en un departamento de la ciudad y una sencilla quinta de Campo Quijano.

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