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VIDEOS. Cientos de motos tomaron la Av. del Bicentenario como pista y pusieron en jaque la seguridad

Lo que pudo ser una expresión de camaradería y libertad terminó transformándose en un caos de ruido y descontrol. Circular sin respeto por los demás no es un derecho, es un acto egoísta que erosiona la convivencia
Sabado, 01 de noviembre de 2025 11:33

La escena se repite cada vez con más frecuencia en las calles de Salta, donde grupos de motociclistas que, amparados en la excusa de compartir una pasión, transforman espacios públicos en un terreno sin reglas. Anoche, en pleno Halloween, la avenida del Bicentenario fue testigo de una de esas demostraciones. Cientos de motos avanzaron en bloque rumbo al monumento a Güemes, desafiando toda norma de convivencia urbana.

 

Los escapes libres, el estruendo de los bocinazos, las maniobras temerarias y una actitud avasalladora generaron momentos de verdadero riesgo. No solo para quienes circulaban en automóvil, sino también para los peatones que intentaban atravesar una zona turística y emblemática de la ciudad. Como puede verse en las imágenes, en la intersección con el paseo Güemes, varios vehículos quedaron literalmente atrapados, obligados a frenar pese a tener el semáforo a su favor. Fue una postal del caos.

 

Lo que podría ser una reunión de amigos y de amantes de las motos, una celebración de la libertad sobre dos ruedas, se convirtió en un espectáculo de imprudencia y falta de empatía. El ruido reemplazó al diálogo, la velocidad a la prudencia, y el grupo a la responsabilidad individual. En esa ecuación, el resultado fue el de siempre: un peligro constante.

Ni siquiera la presencia de unos pocos patrulleros logró ordenar la situación. La escena desbordó cualquier intento de control, mientras la ciudadanía observaba, una vez más, cómo el espacio público se volvía rehén de la falta de límites.

La libertad, esa palabra tan invocada por los motociclistas, no puede ser sinónimo de impunidad. Circular sin respeto por los demás no es un derecho, es una falta grave, un acto egoísta que erosiona la convivencia. Salta, una ciudad que se enorgullece de su espíritu turístico y de su cultura de encuentro, no puede normalizar este tipo de conductas.

Porque la pasión por las motos no debería ser una excusa para poner en riesgo vidas ajenas. Debería ser, más bien, una oportunidad para demostrar que la verdadera libertad se ejerce con respeto.

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