inicia sesión o regístrate.
"Lola Mora fue una mujer extraordinariamente lúcida, una gran artista, pero sobre todo una mujer que no se dejó amilanar", afirma el historiador y escritor Patricio Colombo Murúa al hablar de la protagonista del nuevo libro de la Colección Salteños en la Historia, que a partir de hoy se puede adquirir opcionalmente con el diario El Tribuno.
En el noveno volumen, dedicado a Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, conocida universalmente como Lola Mora, Colombo Murúa propone un recorrido por su vida, su talento y los obstáculos que enfrentó como mujer artista en una época en la que el arte y la política estaban dominados por hombres.
"El descubrimiento de Lola Mora para mí fue cuando estudiaba escultura y pintura en el taller de un maravilloso maestro, La Cárcoba, quien la veneraba como una gran artista clásica, la mejor de todos los tiempos. Desde entonces me dediqué a seguir su obra", recuerda el autor, quien rescata a Lola Mora como una figura esencial del arte argentino y pionera en la reivindicación del papel femenino en la cultura. Entre sus esculturas, se destaca la Fuente de las Nereidas, su obra cumbre de Lola Mora, emplazada en la Costanera Sur de Buenos Aires.
Aunque hay biografías que la ubican como tucumana, Colombo Murúa sostiene con firmeza que Lola Mora nació en el sur de la provincia de Salta, en una finca familiar. "Es absolutamente salteña. Nació en la provincia de Salta, aunque estudió en Tucumán, que era la ciudad más cercana. Más tarde, tal vez por su vínculo con el presidente Roca, tucumano y su primer amor, a veces se decía tucumana, pero era salteña e hija de una familia salteña. De eso no cabe duda", enfatiza.
De esa joven nacida en el norte argentino surgiría una escultora de proyección internacional. Tras conseguir una beca del Gobierno Nacional, viajó a Italia, donde se formó con grandes maestros y alcanzó fama mundial. Sin embargo, su carrera sufrió un vuelco cuando la política se interpuso en el arte. "Tuvo una vida muy exitosa en su juventud. Pero después, por razones políticas, su fama se opacó", explica el autor. "Ella había realizado los monumentos y esculturas que estaban en el Congreso Nacional, y cuando triunfaron los radicales, decidieron retirarlas por prejuicios ideológicos y morales. Fue una ofensa al arte argentino".
En Salta, hoy se conserva en la Plaza San Martín la figura de Zuviría. "Es una obra espectacular, de tamaño grande. Los salteños tenemos allí una pieza original de Lola Mora", destaca Colombo Murúa.
El autor no duda en calificar a la escultora como una visionaria. "Le hicieron la vida imposible por ser mujer. En esa época, la escultura era un trabajo masculino, físico. No le daban lugar y la quisieron descalificar. Pero fue una mujer de una energía y determinación admirables. También incursionó en la minería, un ámbito aún más hostil, y persistió igual".
Colaboró en obras públicas de su provincia. "Cuando se hizo el monumento 20 de Febrero ella realizó dos frisos y se negó a cobrar un solo centavo", recuerda el investigador. El libro, de unas 150 páginas, ofrece una mirada accesible y a la vez rigurosa sobre la trayectoria de Lola Mora, su pensamiento estético y las tensiones entre arte, política y moral que marcaron su vida. "El objetivo es rescatar lo esencial del personaje: su tremenda voluntad, gran carácter y decisión de llevar el arte argentino a su máxima expresión", resume.