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El experimento de Zohner y el ejemplo de la minería

Domingo, 21 de diciembre de 2025 00:42
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Por María José de Castro Campos

En 1997, un niño de 14 años llamado Nathan Zohner presentó en su feria de ciencias un experimento que se volvió célebre por su simplicidad y, sobre todo, por lo que reveló sobre nuestra manera de pensar. Su proyecto consistía en pedir firmas para prohibir una sustancia química altamente peligrosa llamada dihidrógeno monóxido. Presentó datos reales: causa miles de muertes por inhalación accidental, participa en la formación de lluvia ácida, está presente en tumores, puede quemar en estado gaseoso y genera dependencia.

El 86 % de sus compañeros votó por prohibirla.

¿El truco? Dihidrógeno monóxido es simplemente agua.

Zohner no engañó a nadie con falsedades: solo mostró cómo la combinación de lenguaje técnico, sesgo emocional y falta de contexto Desde una mirada psicológica, el experimento es brillante precisamente porque expone un mecanismo básico del funcionamiento cerebral: cuando el lenguaje técnico se combina con emoción y falta de contexto, el cerebro deja de analizar y empieza a protegerse.

Como psicóloga y neuropsicóloga, y especialista en ciencias del comportamiento y medicina del estrés, esto no me sorprende. El cerebro humano no está diseñado para evaluar información compleja con neutralidad, sino para detectar amenazas con rapidez. Frente a lo desconocido, prioriza la seguridad emocional por sobre la precisión racional.

Lo verdaderamente inquietante y lo que nos debería llamar la atención, es cuánto de esto se parece a lo que ocurre en la realidad, lo que nos lleva a los muchos debates existentes.

La minería y percepción

En Minería Positiva se desarrolla un concepto fundamental, basado en la psicología cognitiva: no reaccionamos a la realidad, sino a la percepción que construimos sobre ella. Sabemos que el cerebro funciona como una máquina de predicción: ante información incompleta, rellena los vacíos con experiencias previas, creencias culturales y emociones dominantes.

Muchos de los conflictos sociales asociados a la minería al igual que la mayoría de los errores que ocurren, no surgen de los hechos técnicos, sino de cómo esos hechos impactan en un cerebro que esta entrenado para sobrevivir evolutivamente, no para interpretar informes ambientales.

"El cerebro es una magnífica máquina de explicación, capaz de dar sentido a casi todo" incluso cuando muchas veces ese sentido no es el correcto. Desde la neuropsicología, esto se explica por el predominio de los circuitos emocionales (amígdala) sobre los circuitos analíticos (corteza prefrontal) cuando percibimos amenaza.

El experimento de Zohner funciona porque:

* El lenguaje técnico genera distancia.

* Lo desconocido activa el instinto de peligro.

* La mente llena los vacíos con prejuicios previos.

El miedo se despliega más rápido que el pensamiento crítico.

Exactamente lo mismo sucede cuando se difunden frases como "la minería contamina", "se llevan nuestros recursos", "usan millones de litros por hora", sin contexto ni marco comparativo. Desde la psicología sabemos que agregar más datos sin trabajar la emoción del receptor suele reforzar el prejuicio, en lugar de desarmarlo Como explicamos en la sección No piense en un elefante rosa, ofrecer más datos sin comprender la lógica emocional del receptor frecuentemente refuerza el prejuicio en vez de desarmarlo.

Los "argumentos carcaza": cuando el dato es correcto pero la conclusión es falsa

En Minería Positiva describimos un fenómeno muy parecido al experimento de Zohner: los argumentos carcaza son racionalizaciones que utilizan datos reales para justificar una conclusión ya tomada emocionalmente

Ejemplos reales en la discusión minera:

* "La mina usa 25.000 litros por hora" sin explicar que ese volumen es insignificante comparado con la agricultura o con el ciclo hidrológico local.

* "Utilizan sustancias químicas" sin aclarar que prácticamente toda actividad humana utiliza sustancias químicas.

* "Habrá polvo en la ruta" sin considerar que ese mismo polvo existe con o sin minería, y que los vehículos mineros suelen ser los únicos que cumplen protocolos estrictos.

Como en el experimento de Zohner, no siempre hay mentira consciente. Hay algo más sutil y más humano: la presentación selectiva de información sabiendo que el cerebro hará el resto.

Conclusión: El desafío de explicar lo obvio

Zohner demostró algo netamente humano, que es muy fácil inducir miedo con datos verdaderos presentados sin un contexto coherente.

La minería en general enfrenta el mismo desafío cognitivo y cultural. No se trata solo de técnica ni de regulación, se trata de cómo pensamos, cómo sentimos y cómo decidimos, como se pueden generar prejuicios automáticos en diálogo informado, convertir ruidos emocionales en decisiones maduras y demostrar que, lejos de representar una amenaza, es una de las actividades más reguladas, más fiscalizadas y más necesarias para construir la Argentina que viene.

Así como prohibir el agua sería absurdo, condenar una industria sin comprenderla también lo es.

El desafío no es técnico: es cultural, cognitivo y humano.

Y es allí se propone un camino superador, en la que sumamos el área psicológica y neuropsicológica, la cual propone en comprender en como funciona la mente y nuestro cerebro, poder pensar en sistemas, crear valor y comunicar desde la comprensión profunda de cómo pensamos y como son las bases del comportamiento humano.

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