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Mujer Montaña tiene su origen en la primera expedición femenina al Nevado de Cachi en octubre de 2012, liderada por Griselda Moreno, comunicadora, fotógrafa y montañista experimentada. Desde entonces, esta organización no ha dejado de sorprender con sus ascensos y el abrazo a las más elevadas cumbres.
Esta vez el Himalaya, en Asia, fue el latido compartido de diecinueve mujeres a lo largo de doscientos kilómetros hacia los campamentos base del Kanchenjunga, la tercera montaña más alta de la Tierra. "Para muchas significó el sueño de conocer la cordillera madre; para todas, una invitación a atravesar nuestros propios relieves", resumió Griselda Moreno y relató así esta nueva osadía: "Lo bello es el comienzo de lo terrible", escribió Rilke, al intuir la existencia de una belleza que no consuela, que obliga a mirarnos sin rodeos y a vivir con mayor profundidad. Wanda Rutkiewicz también lo sabía. Para ella, lo sublime era un abismo inquietante. Tal vez por eso el Himalaya es, ante todo, una experiencia umbral". Wanda Rutkiewicz (1943–1992) fue una de las grandes pioneras del himalayismo femenino y una figura clave en la lucha por la igualdad en las cumbres más altas de la Tierra.
Y continuó: "Al llegar a tu memorial en el campo base norte, tras diez días de piernas emocionadas, la geografía se volvió liturgia. Formamos un círculo alrededor de tu nombre, junto al monolito que las hermanas Zieli ska concibieron en 2022, a treinta años de tu desaparición. Tomadas de las manos, arrojamos a los glaciares del tiempo una ofrenda de sueños, para que el universo supiera que un grupo de mujeres caminó regiones remotas sobre tus últimos pasos, imaginó tu último vivac y presintió en el horizonte de tus ojos una forma serena de felicidad capaz de abrazar los desgarros de una vida".
"Quizás, cuando llegaron los Heraldos Negros con su aliento helado, no hubo miedo: ya conocías la noche. Queremos creer que entonces arrojaste al cosmos los enigmas de tu espíritu huracanado, como un gesto original de quien se inventó la vida. Donde la mirada se detiene, brota el asombro. Como ese rayo de sol que rasga la melancolía de la nieve sobre tu gélido pedestal. Ese es el poder de los sueños cumplidos: ser un golpe de luz", escribió con un arte propio Griselda y agradeció: "a cada persona que fue parte en cuerpo y espíritu de esta experiencia luminosa".